Dos años y dos meses después de la desaparición de Johana Ramallo en la zona roja, su familia, amigos y compañeras realizarán un mural en el estadio Juan Carmelo Zerillo, sede del club del que la joven era hincha. Johana desapareció el 26 de julo de 2017, en 1 y 63, luego de entrar a un auto de un presunto cliente. Luego de meses y meses de búsqueda, la Justicia dio con partes de su cuerpo -particularmente una pierna y un brazo- en la zona de Palo Blanco, Berisso; pero la causa sigue sin imputados.
Fue el juez federal Adolfo Ziulu, a cargo de la causa, quien recibió del Cuerpo Médico Forense (CMF) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el resultado de una pericia de ADN positivo. Para muchos de quienes militaban la búsqueda de Johana, la conmoción fue total: no estaba desaparecida, el cadáver estaba incompleto y la información llegaba ocho meses tarde. Apenas unos días antes habían preguntado en la calle, como cada 26, "dónde está Johana".
Luego se realizaron varios rastrillajes más en la zona dispuestos por el magistrado, para completar la recolección de restos de la víctima y otras evidencias pese al tiempo transcurrido fue infructuosa. Sin embargo, la consecuencia más importante que tuvo la identificación de Johana es que se reunieron en la causa federal restos humanos íntimamente relacionados entre sí que permanecían desvinculados, ocultos en la burocracia judicial.
En ese marco de resolución parcial del caso, el Estado nacional dejó de ofrecer una recompensa a cambio de datos para encontrarla pero no la reemplazó por una oferta de dinero a cambio de datos para esclarecer la muerte. El Estado provincial tampoco la ofrece.
La hipótesis por la que está caratulada la causa (el accionar de una red de trata de personas con fines de explotación sexual) no suma pruebas. No hay imputados en ese sentido y tampoco en ningún otro: el denominador común sigue siendo el silencio. Este jueves a las 13, en 118 y 60, se reunirán amigas y familiares para realizar un mural y exigir justicia por el femicidio de Johana.