"Vengo de una experiencia tan rara como gratificante. Un día me llamó Emiliano Díaz y me dijo si quería ir a trabajar con Ramón Díaz y todo su cuerpo técnico. Eso me sorprendió y mucho más cuando me dijo que era en Egipto. Mi respuesta fue sí y no me arrepiento para nada", le cuenta a 0221.com.ar quien fuera dueño del arco de Gimnasia en 323 partidos.
Leo mantiene su memoria fresca y recuerda con cariño y orgullo su paso por el Lobo. Asegura que de aquellos años todavía le quedan las muchas enseñanzas de Carlos Griguol: "El viejo fue lo mejor que le pasó a Gimnasia y a mi en lo personal. Era mucho más que un técnico. Siempre nos aconsejó, nos hizo entender que teníamos que estudiar y en cada viaje nos preparaba un cuestionario para tomarnos examen", recuerda con una sonrisa.
Leo solo atajó en el fútbol argentino. En Gimnasia lo hizo 323 encuentros repartidos en dos etapas en el club, vistió 44 veces la casa de Banfield y saltó apenas dos veces al campo de juego vistiendo la de Unión de Santa Fe. Debutó el 24 de abril de 1990 ante Mandiyú, cuando sustituyó al lesionado Carlos Bertero y disputó su último partido el 15 de octubre del 2004 frente a Huracán de Tres Arroyos.
Tras dejar el fútbol comenzó una vasta carrera como entrenador de arqueros. Fue parte del cuerpo técnico de Guillermo Barros Schelotto en Lanús, aunque algunas diferencias de criterios lo hicieron tomar un rumbo diferente.

Así fue que Ramón lo convocó a sumarse a su paso por el Pyramids Fútbol Club. Tras su salida, espera un nuevo llamado del riojano para volver a trabajar pero enseguida aclara: "Mi sueño es trabajar en las juveniles de Gimnasia, enseñar, preparar chicos; pero no se dio la oportunidad, salvo en el momento que estuvo Andrés (Yllana) como coordinador y le estoy muy agradecido por eso".
En Egipto vivió una experiencia muy particular, pero destaca que allí se encontró "con un grupo humano de primera". "Me dejaron trabajar con mucha libertad y desde el primer minuto me hicieron sentir uno más de ellos, me bancaron y exigieron que todos tuviéramos las mismas comodidades para vivir en un país tan lejano a nosotros", cuenta Noce. "La única diferencia que tuve con ellos fue la cantidad de valijas. Yo fui con un equipaje muy chico, con alguna ropa y ellos se fueron con una cantidad que me sorprendió. Parecía que se iban para toda la vida", agrega Leo entre risas.

Noce es un personaje particular, sencillo y prolijo a la hora de manejarse. Tiene 50 años, no guardó ninguna camiseta de su época de jugador pero tiene un enorme agradecimiento al fútbol y confiesa que le "dio de comer a toda mi familia". Tiene un profundo respeto por un compañero de aquellos años como Hernán Cristante y lo recuerda con un especial afecto: "El Nani está entre los mejores arqueros que vi. Tenía unas condiciones tremendas. Nos llevamos dos años de diferencia pero era un adelantado a los arqueros de esa época. Por suerte se terminó yendo y jugué yo", refrendó el extripero.
Todavía disfruta del fútbol como en aquellos años dentro de la cancha y asegura que Esteban Andrada y Agustín Marchesín "son dos de los muy buenos arqueros que tiene el fútbol argentino". "Con ambos entrené en Lanús. A Agustín lo tuve en cuarta división y le dije al presidente que no lo deje ir porque iba a ser el mejor arquero del club", cuenta con el orgullo de saber que no se equivocó.

Leo Noce está entre los arqueros que más partidos disputó defendiendo los colores de Gimnasia y en su historial tiene jugados 15 clásicos disputados contra Estudiantes, de los que ganó 4, perdió 3 y empató 8. Hoy se pasea otra vez por las calles de la ciudad tras su paso por las cálidas arenas egipcias y aguardando un nuevo llamado para saber cuál será su destino en el mundo del fútbol.