El equipo de Osvaldo Zubeldía había revolucionado el fútbol por aquel entonces y era protagonista de cada torneo que disputaba. Luego de eliminar a la Universidad Católica en Semifinales, Estudiantes se preparaba para enfrentar a Nacional de Uruguay en la final.
Aquel cruce decisivo se jugó en el mítico Estadio Centenario, ante más de 65.000 espectadores, y el León se impuso 1 a 0, con gol del emblemático Eduardo Flores cuando promediaba la segunda etapa. Con el marcador a su favor el elenco argentino supo mantener la diferencia y se trajo a La Plata un resultado que lo dejaba a un paso de la consagración.
Seis días después, Zubeldía elegía a: Poletti, Malbernat, Aguirre Suárez, Madero, Togneri, Rudzki, Bilardo, Pachamé, Conigliaro, Flores y Verón. Ese equipo saltó al terreno de 1 y 57 con la responsabilidad de rematar la faena. Y nuevamente el “Bocha” Flores se hizo presente en el marcador, a los 22 del primer tiempo, poniendo en ventaja al León. Aunque minutos después Marcos Conigliaro se encargó de ampliar la diferencia que se mantendría hasta el final del partido.
Aquella victoria categórica de Estudiantes lo convirtió en Bicampeón de América, algo conseguido hasta ese momento solamente por Independiente de Avellaneda. A 50 años de ese logro, en el Pincha siguen recordando con nostalgia a los integrantes de aquel plantel, que un año más tarde haría honor a la frase que dice: “no hay dos sin tres”.