viernes 22 de marzo de 2024

Qué fue de la vida de Héctor Vargas, un León que también fue Lobo

Nació en Ibarreta, provincia de Formosa, el 15 de marzo de 1959. Veinte años después debutó en primera en el Estudiantes dirigido por Carlos Bilardo y formó parte del plantel campeón en 1982, pero es uno de los integrantes de la lista que vistieron las dos camisetas de los equipos de La Plata y a horas de un nuevo clásico hicimos un viaje hasta Honduras y ahí nos encontramos con Héctor Vargas, el León que también fue Lobo.

Un tipo abierto, que se mostró feliz por la convocatoria de 0221.com.ar y se metió con los recuerdos de sus clásicos: “El primero lo jugué para Gimnasia, yo estaba en Temperley, tenía la intención de volver al Pincha, pero estaba de técnico José Ramos Delgado y no me quiso. En eso salió la posibilidad del Lobo, me llamó el Gordo Luis Garisto y jugué una temporada. Después el presidente Nelson Oltolina cuando me iba al Bucaramanga de Colombia me ofreció regresar y no lo dudé”.

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Su primer clásico fue el 8 de febrero de 1987 y terminó 0 a 0. Fue el único que disputó con la casaca albiazul. Después disputó cuatro más, perdió uno en el 88 por 2 a 0 e igualó los tres restantes. En la lista de los que jugaron con las dos camisetas se pueden inscribir Gastón Sessa, Daniel Pighín, Héctor Antonio, Ricardo Infante, Carlos Bertero, Angel Solía, Héctor Chirdo, Rubén Pedraza, Sebastián Dubarbier, entre muchos otros.

“Estudiantes y Gimnasia son cosas diferentes, cada uno lo vive a su manera. El Pincha apuesta a ganar, a ganar como sea y Gimnasia es más romántico. Creo que esa polarización se sigue dando hoy, al menos en los últimos tiempos y ahí se ve lo que consigue uno y el otro, reflexionó Vargas.

El formoseño está radicado en Honduras desde hace 21 años, dónde es un entrenador destacado, fue elegido el mejor DT en el 2015 y viene de consagrarse campeón con su actual equipo, Marathon, a quien llevó al título después de más de una década.

El León contó su vida en Honduras y destacó que “la distancia no es fácil disfrazarla, pero ya tengo una vida aquí, en un país que me trató muy bien, tengo tres hijos argentinos que viven con su madre y con mi nueva familia tengo también tres hijos hondureños. Me fue muy bien en mi profesión aquí, gané varios títulos (dio seis vueltas olímpicas), me siento reconocido y respetado, algo que hoy en la Argentina sería imposible”.

“Disfruto esa tranquilidad, me tratan muy bien, en nuestro país es todo muy efímero, acá es todo mucho más tranquilo, y más allá de la nostalgia y de siempre tener ganas de volver en este país tengo la posibilidad de tener continuidad en mi trabajo, de hacer lo que me gusta y eso se valora muchísimo”, agregó el ex mediocampista de Estudiantes y Gimnasia.

En cuanto al estilo de vida en Honduras destacó que “depende los lugares donde uno se mueva, en Argentina también pasa, hay sectores más seguros que otros. Los servicios son baratos, tenemos el Caribe cerca, estamos a poca distancia de unas islas que son un paraíso. No tengo nada para quejarme”.

Vargas tuvo dos ciclos en Estudiantes. El primero hasta 1982 y luego del 88 al 90, dónde fue capitán del equipo que dirigía Eduardo Solari. Jugó 116 partidos y convirtió 9 goles. También tuvo un breve paso como entrenador, de pocos partidos en el año que el Pincha perdió la categoría. En Gimnasia estuvo en la temporada 1986-1987, jugó 16 encuentros y convirtió un gol.

También tuvo una experiencia como ayudante de campo de Luis Garisto en Argentinos Juniors y el Toluca de México. En Honduras dirige desde 1997. Ahí pasó por varios equipos como Vida, Universidad, Platense, Hispano, Victoria, Olimpia y desde el 2017 el Marathon.

Antes de la despedida habló de sus hijos: “en Argentina están mis hijos más grandes, uno es abogado, mi hija es médica y el más chico está terminando la carrera de periodismo deportivo y me ayuda mucho con el fútbol, ya que también es entrenador. Mi vida en Honduras me dio otros tres hijos de 18, 13 y el más chico de 5. Soy felíz, hice mi mundo aquí”.

A la distancia desde Honduras nos metimos en la vida de Héctor Vargas, un gringo formoseño que se dio el lujo de disputar el clásico platense con las dos camisetas y sentir las diferentes vivencias de un lado y del otro.

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