Kevin Sanhueza, el glover que fue baleado mientras realizaba un pedido en 16 entre 42 y 43 fue dado de alta en el hospital San Martín de La Plata donde quedó internado tras el ataque y volvió al albergue estudiantil de la UNLP, donde vive mientras cursa sus estudios de arquitectura. El joven, que todavía se recupera, solo puede comer alimentos blandos, recibió compañeros de trabajo y se recostó para descansar, tras lo que habló con 0221.com.ar.
Alejandra Varela, su madre, nunca se despegó de su lado para asistirlo. Con hablar pausado y reflexivo, el joven ordena sus ideas y asegura. "En principio quiero agradecer a toda la gente que estuvo ahí para asistirme en el momento. Tuve muchísima gente al lado, todo el tiempo pendiente de mi familia, que es lo más importante para mí".
La víctima sobrevivió al ataque y reflexionó: "Fue un golpe duro, mi familia todavía lo está procesando, estamos saliendo de a poco, tranquilos".
Luego fue el turno de hablar de la empresa Glovo, el servicio de cadetería app, al que se sumó para ganar un dinero extra para poder seguir estudiando y cumplir el sueño del título universitario. “Es una pena que estas cosas pasen. Que empresas vengan y hagan lo que quieran con nosotros. La Argentina como república ni siquiera vela por nuestra seguridad”, sentenció.
Sobre el grado de violencia que sufren los glovers en su tarea diaria y por su caso en particular consideró que “es una sociedad que, me cuesta decirlo, no está preparado para esto, tenemos una sociedad muy precarizada, de pensamiento muy bajo. Hay gente que sí, quiere salir adelante, pero hay gente que opta por el camino fácil que es robar a punta de pistola”.
También se hizo tiempo para hablar de sus agresores. “Esas personas no tenían necesidad de robar, para nada, no les vi necesidad, andaban mucho mejor que yo, tenían, a la vista, un mejor pasar económico que yo”.
Con un tono de vos mezcla de dolor, angustia y bronca, expresó sin rodeos: “Yo me rompo el culo para tener mis cosas y todo lo que tengo me cuesta el doble porque es a base de ayuda. Tengo becas, pero nadie me regala nada, me las rebusco para salir adelante y estos (los asaltantes) no tenían necesidad. Para mí no es el país, es la sociedad que no se hace cargo”.
En relación a los robos que sufren sus compañeros de trabajos consideró que “nadie se hace cargo de la seguridad, plantear la posibilidad de poner más cámaras, podar los árboles, poner más luces, que la sociedad se sienta más segura”. Pero fue más allá en su reflexión. “Por qué nos llaman a nosotros a los glover para los pedidos?” se preguntó. Su respuesta fue que “nadie quiere salir a la calle después de las 10 de la noche en La Plata, todos se quedan en su casa”.
“Yo la puedo contar”, siguió envalentonado, “pero que lo mío no queda ahí. Que realmente haya justicia. Los que van presos por este tipo de actos, al año, a los seis meses, al tiempito los están largando, no debería ser así. Espero que tengan ayuda psicológica y les cambien la cabeza. Tienen la cabeza muy quemada, las ideas torcidas. Es una pena que estas cosas pasen”.
El momento más difícil fue el de los agradecimientos. No quería olvidarse de nadie. En ese camino dio “gracias de corazón a toda la gente que me apoyó, gracias a todos los médicos, no tengo magnitud de todo lo que pasó, no sé por dónde empezar a agradecer”.
Todavía no sabe si seguirá viviendo en La Plata. No lo expresó abiertamente, pero entre sus palabras brota una dosis de análisis del futuro. “Vine a buscar algo, las cosas no se me dieron, tuve que optar por una salida laboral y así me salieron las cosas”. Kevin se tomó unos segundos para pensar y no titubeó en sostener que “la sociedad y todas las instituciones tienen que rever si realmente la ciudad de La Plata está diseñada para estudiantes o ya es otra costa en relación a lo que se pensó el algún momento. Tiene un nivel de robos, accidentes e incidentes muy grande, ya no sé si está tan planificada (la ciudad) como se pensó en algún momento”.
Sobre el final de la charla, consideró que “siempre las leyes juegan a favor del que las hace, uno espera algo, pero parece que es al pedo y da bronca”. Por este hecho hay dos jóvenes procesados y detenidos. Uno fue capturado, el otro se entregó por consejo de su madre policía. El primero de los acusados se llamó a silencio ante el fiscal Juan Ignacio Menucci. El segundo declaró y dio su coartada que deberá ser corroborada en el expediente judicial.
Tras el ataque, trabajadores de las empresas de cadetería Glovo y Pedidos Ya, reclamaron mayores medidas de seguridad.