En la esquina de Diagonal 74 y 120 hace ya varias semanas que dejaron de verse los botes, salvavidas y motos de agua. El local que ocupa la ochava ahora está pintado de beige, sobre el que resalta un cartel de inconfundibles letras blancas: Atalaya. Faltan pocos días para que el aroma a medialuna recién salida del horno se transforme en el señuelo de miles y miles de conductores que transitan cotidianamente por ese punto neurálgico de la ciudad. Doradas, tibias y bañadas en almíbar, listas para llevar y seguir viaje.
La empresa con más de 75 años de historia expande su mercado y lanza sus franquicias con un parador en La Plata, que se suma a los clásicos de Chascomús y a los más modernos de Zárate y General Guido. El dueño del comercio náutico Latitud 18|60 tenía la idea fija y no dudó en comunicarse directamente con el presidente de la compañía con sede principal en el kilómetro 113,5 de la Ruta 2. Luego, mudó las embarcaciones a 122 entre 46 y 47.
“El 8 de diciembre sería la fecha ideal para la apertura, pero no sabemos si llegamos con los tiempos. Podría pasarse al 15”, confirmó a 0221.com.ar Esteban Irrazábal, encargado de marketing de Atalaya. Moviéndose de las entrañas de las autovías -un modelo que potenció y transformó a la marca en uno de los líderes del rubro-, ahora apuestan a una ubicación semiurbana, a metros del acceso a la autopista y con una parada de micros clave para muchos platenses que viajan a CABA.
Apuntan una vez más al “take away”: la infalible fórmula del café espresso con una o dos medialunas. Pero también están preparados para recibir a un público de fin de semana que -antes de seguir hacia la zona del río- frene para llevarse una docena para disfrutar con el mate. “Veremos cómo se moverá ese mix, creemos que puede llegar a sorprender”, sostuvo Irrazábal.
A su vez, anticipó que el local seguirá la misma línea de diseño que los que fueron inaugurados en 2015. Un inmueble de dos pisos, moderno, pero que no perderá ese toque tradicional que los caracteriza. No obstante, en la primera etapa funcionará solo la planta baja. Las instalaciones contarán con una barra, dos o tres mesas y un mostrador. Bajo la pizarra de precios, estará la estrella de Atalaya: la medialuna de manteca, reluciente, una pegada a la otra.
También se podrá encontrar toda la línea de productos artesanales, como los ya consagrados alfajores –frutales con chocolate; nuez y chocolate blanco; dulce de leche con chocolate y mixtos-, frascos de dulce de leche, mermeladas y los conitos bañados en chocolate y rellenos de dulce de leche. Con los granos de El Bohío, despacharán su tradicional café exprés, capuchino y las versiones latte. A su vez, habrá ensaladas y -por el momento- los únicos platos calientes que ofrecerán serán sándwiches o empanadas. Todo en su packaging original, que la empresa prevé rediseñar en los próximos meses.
En plena definición del proceso de selección de personal, Irrazábal remarcó que constantemente reciben solicitudes de franquicias a través de su web, entre ellas varias de La Plata. El punto elegido pasa por un filtro de análisis y estudio de mercado. En ese sentido, la ubicación de la nueva Atalaya resultó estratégica. Siguiendo el legado de los hermanos García -inmigrantes españoles que se instalaron en Chascomús en 1938-, que vieron el negocio en la Ruta 2 que acababa de asfaltarse, pronto intentarán captar a los 40 mil conductores que salen y los 40 mil que llegan todos los días por la autopista.
La empresa -cuyo directorio integran varios platenses- elabora más de 15 millones de medialunas al año y en poco tiempo ofrecerá una nueva experiencia a sus clientes. Irrazábal aseguró que ya están casi listos frente a la rotonda, en el inicio o el fin de la travesía de los viajantes hambrientos, con el combustible para el cuerpo. Eso sí, no quiso revelar la receta que los llevó al éxito: sigue siendo un misterio.