Dueño de una zurda talentosa como pocas y de una pegada formidable. Uno de los mejores “10” de la historia Pincha. Sucedió a otro talento como Carlos López y le dejó la herencia de la camiseta a Alejandro Sabella. A fines del 81 el Torino lo compró en 750 mil dólares, cifra extraordinaria para la época, luego de un frustrado intento del Milan.
Con ese dinero Carlos Bilardo pudo armar el equipo que se lució y ganó dos campeonatos en 1982 y 1983, también de la mano de Eduardo Manera. El fútbol fue, es y será su vida. “Vengo de dar charlas y clínicas para entrenadores en Estados Unidos y México”. dice al hablar con 0221.com.ar.
Ocurrió cuando promediaba el primer tiempo y Estudiantes ganaba 1 a 0. El arquero de Gimnasia quiso rechazar con el pie desde el fondo y el resultado fue letal.
Patricio en una jugosa charla habló de todo y de todos, las escuelas, la ideología, de Bilardo, de Menotti, de Zubeldía, de Maradona, de fútbol en su máxima expresión y con la misma pasión con la que jugó, dirigió y ejerce la docencia.
En 1997 creó San Nicolás Fútbol, un club dónde los chicos crecen y se forman. Patricio tiene una profunda vocación docente y asegura que quiere retransmitir lo que aprendió de sus maestros, sea a nivel competitivo o formativo. Una de sus últimas experiencias fue manejar las juveniles de Sarmiento de Junín.
Hernández siempre habla de “su” Estudiantes. El destino lo privó de ser campeón con el Pincha. Gran conocedor y transmisor de la historia del club, es contundente en su respuesta sobre en qué equipo le hubiera gustado jugar: el de Zubeldía, el de Bilardo y Manera, el de Simeone o el de Sabella. “Sin ninguna duda en el de Osvaldo Juan Zubeldía. En mi imaginario y en mis sueños yo jugué en ese equipo”. afirma.
Patricio Hernández jugó en Estudiantes entre 1973 y 1981. Disputó 198 partidos y convirtió 58 goles. En Italia, entre Torino y Ascoli disputó 83 encuentros y marcó 17 tantos.
COMPAÑERO DE DIEGO
Patricio fue parte de la Selección en el mundial de España en 1982, el primer mundial de Diego Maradona y compartió sus vivencias: “La enseñanza que me dejó ser parte de ese grupo es que incluso el mejor jugador del mundo necesita trabajo y la ilusión de todo un equipo”.
El nicoleño fue un jugador fantástico, campeón con River de la Libertadores y la Intercontinental en 1986. En el Millonario hizo 12 goles en 34 partidos. También triunfó en Argentinos Juniors, dónde disputó 106 partidos y marcó 39 tantos. En el total de su carrera suma 473 partidos con 144 gritos.
Las estadísticas marcan que fue parte de tres escuelas futbolísticas como Estudiantes, River y Argentinos con características bien marcadas, y Patricio con su gran claridad conceptual las define: “En Estudiantes hay muchos tipos de inteligencia, la teórica, intelectual, práctica social, analítica que el club respeta”.
“Pero hace hincapié en la inteligencia instrumental en la que se hospedan tres grandes residentes, el orden de constancia y la voluntad, que es la capacidad de ponerse metas y conseguirlas aunque cuesten”, remarca.
La explicación, a puro fútbol prosigue: “River te obliga a ganar respetando la belleza histórica del fútbol argentino. La técnica, en la gambeta, en el pase, en el gol debe estar al servicio del colectivo, no se concibe ganar sin jugar bien al fútbol. Y Argentinos es el potrero profesionalizado, hay un profundo amor por la pelota y la belleza por el juego. Me terminé de formar como futbolista cuando llegué a La Paternal y eso que tenía 31 años”.
BILARDO Y MENOTTI
El nicoleño tuvo a Bilardo como DT en sus comienzos en el profesionalismo y a Menotti en su etapa de selección. Son tan diferentes o tienen puntos de coincidencia. Patricio los define muy bien, y ellos también en el prólogo y epílogo de su libro hablaron de él.
“Carlos y César coinciden en el profundo amor por el fútbol, son competitivos, tratan a sus jugadores a partir del hombre y conocen en profundidad al fútbol argentinos y sus raíces”, argumentó.
A la hora de las diferencias el debate se amplia y Hernández nos da su punto de vista: “César ama la pelota y Carlos la táctica; César quiere ganar para demostrar una filosofía y Carlos para ser el primero; César quiere que sus jugadores sean felices y Carlos perseverantes”.
Patricio se apasiona en la charla y nos atrapa, las diferencia entre dos de los grandes referentes del fútbol argentino continúan: “Menotti se inspiró en Renato Cesarini, Adolfo Perdernera, el Gitano Juárez y la escuela brasileña; mientras que Bilardo en Zubeldía y la escuela italiana”.
Más adelante agrega que “César sostiene una idea respetando su naturaleza y Carlos respetando lo preestablecido, para César el fútbol es un hecho cultural y para Carlos es una contienda feroz; César convoca a través de la belleza y Carlos a través del resultado; César sabe que el talento sensibiliza al alma y Carlos sabe que el sacrificio emociona el corazón”.
UN LIBRO Y EL DESCENSO DE ESTUDIANTES
En 1994 estuvo en el banco de Lanús como entrenador, el día que el Pincha igualó 3 a 3 y perdió la categoría. A 24 años de aquella jornada reflexiona que “en cierto modo sentí alegría porque estaba seguro que de esa manera Estudiantes recuperaría sus bases morales y futbolísticas que había perdido. Y por otro lado una inmensa tristeza por la congoja de los hermanos Capria y los chicos que estaban destrozados”.
Escribió después de su experiencia un libro, llamado “Mi fútbol y yo”. En el final de una charla a puro fútbol nos da sus razones: “Lo hice para dejar una constancia escrita de mis vivencias dentro de los ámbitos del fútbol que transité”.
La charla se termina, pero sus ideas y vivencias nos quedarán guardadas, de un hombre que también incursionó en los medios televisivos. Un crack con la “10” y fuera de la cancha.