La media mañana de este miércoles 13 de marzo es un momento de calma para las familias que viven a la vera del arroyo Maldonado, en Villa Elvira, después de una madrugada de diluvio. Aunque saben por experiencia que es pasajero. "Nosotros medimos a ojo la altura del agua para saber cuándo va a desbordar", dice un vecino que ya está acostumbrado a pasarla mal, una y otra vez, cada vez que llueve en La Plata. Sus cálculos son pesimistas: si a la tarde cae el agua que dicen que va a caer, se va a volver a inundar. Por eso espera.
Aquel 2 de abril de 2013 -día de la peor tragedia en la historia de nuestra ciudad- marcó un antes y un después para miles de personas, "excepto para algunos", reprochan en la zona sur, una de las más postergadas de la capital bonaerense. Hacen referencia a las distintas gestiones municipales. "Acá no viene nadie, no importa el partido. Las veces que vinieron fue para figurar; medían con un palo la altura del agua y se iban".
En la esquina de 6 y 92 hay un puente y por debajo corre el agua, en este momento con violencia. Hasta los peces nadan inquietos y descontrolados contra la corriente, que los termina venciendo. Generalmente los chicos del barrio se reúnen en este sector para pescarlos, pero ahora no están; solo se acercan los más grandes para hacer ese cálculo de agua acumulada que es clave para saber cómo van a continuar sus jornadas. De esa manera estimarán cuánto tiempo les queda para juntar sus cosas y resguardarse de una nueva inundación.
En esta esquina murieron siete personas en la catástrofe de hace ya casi once años, dicen con seguridad y se lo discuten a cualquiera. El tiempo pasa y nadie cree -nunca nadie creyó- en las cifras oficiales de fallecidos que informó en su momento el Gobierno provincial de Daniel Scioli. "Lo que pasa es que eran paraguayos", explica resignado un vecino que señala a la casa de la punta del arroyo. De esta manera intenta explicar que por esa razón sus muertes pasaron desapercibidas y nadie los tuvo en cuenta. Es tan solo una de las tantas historias desgarradoras que siguen flotando en el aire.
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Algunas casas de Los Hornos quedaron bajo agua, como cada vez que llueve en La Plata.
Mientras el fotógrafo de 0221.com.ar se acerca para registrar el cauce, algunos curiosos se suman en silencio, minutos antes de que aparezca con sigilo una camioneta de los Bomberos. Se bajan dos jóvenes vestidos de negro que también sacan fotos -con sus celulares- y siguen viaje. "Vinieron porque están las cámaras", dice el dueño de una de las casas que da al arroyo. Todas sus verdades las tiene bien asimiladas y ya no lo inmutan. Él sabe cómo son las cosas. Tal vez en el fondo, muy en el fondo, espere a que algo cambie.
La buena noticia es que a diferencia de otras tormentas, ahora dejó de llover por un lapso considerable de tiempo. Pero insisten: "Si a la tarde vuelve a llover fuerte, a eso de las 5 esto se desborda".
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En 6 y 92, Villa Elvira, el arroyo Maldonado sube de a poco y los vecinos esperan que desborde a la tarde.
Alrededor del arroyo el pasto está largo, como el de las ramblas y las plazas en pleno casco urbano entre diciembre y enero, cuando apenas Julio Alak reemplazó a Julio Garro y se tomó más de la cuenta para regularizar la limpieza de la ciudad. Esta gente sigue esperando. "Acá somos todos trabajadores y hace dos días que no podemos ir al trabajo porque estamos esperando a ver qué pasa", cuenta uno de los vecinos, sin perder de vista el paso del agua.
Una historia repetida en Los Hornos
A varias cuadras de distancia la suerte es otra. Con epicentro en la esquina de 142 y 75, Los Hornos, varias de estas calles están bajo agua. Acá también la gente luce tranquila y eso es lo más desesperante para quien no sufre con habitualidad estas desgracias: se expresan con resignación y se mueven con templanza. Tantos golpes los hicieron realmente fuertes. Pero adentro tienen mucha bronca. "Me rompo el culo para tener dos bolsas de cemento y me las lleva la lluvia en un minuto", dice un vecino que camina con el agua que le cubre las zapatillas negras.
A pocos metros, luchando contra el barro y la basura que tapa una zanja, hay un grupo de trabajadores municipales que llegó nadie sabe cómo. Uno dice que primero algunos aparecieron en un auto blanco y que después se sumaron otros. Solo trajeron dos palas.
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Una calle totalmente inundada de Los Hornos
"Les tuvimos que prestar unos fierros porque no tenían nada", cuenta el dueño de una de las casas más afectadas. Los enviados por la Comuna se las ingenian para destapar este zanjón que frena el paso del agua. "Mirá cómo trabajamos", dicen y se señalan las Crocs de sus pies. "Calzo 42", bromea uno. Él lo que espera son unos borcegos, unas botas, algo.
Mientras tanto, el cielo sigue cubierto. El Servicio Meteorológico Nacional anuncia más tormentas fuertes para este miércoles y gran parte del jueves. Todos lo saben y parecen preparados, como cada vez que hay amenaza de mal tiempo.
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El agua marrón y el olor a podrido es una constante cuando llueve. La corriente cubre el asfalto y se mete adentro de estas casas, algunas más precarias que otras. En esta zona de la capital de la provincia de Buenos Aires la gente también está acostumbrada a esto, y sigue esperando.
