"Nadie está exento de sufrir este tipo de situaciones por eso no podés bajar la guardia y es necesario que las autoridades entiendan que hay que trazar planes de acción y preparar a la gente para que una tormenta no se transforme necesariamente en sinónimo de tragedia". El que habla es el ingeniero Pablo Romanazzi, Director del Laboratorio de Hidrología del Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y doctor por la Universidad Politécnica de Valencia(UPV) a donde desde hace mas de dos décadas concurre con frecuencia a dictar sus cursos.
"Lo que te demuestra lo ocurrido en la región de Valencia es que vos podés tener el mejor sistema de alerta del mundo, y ellos tienen uno realmente muy bueno, pero si la gente no está preparada para un evento severo las consecuencias pueden ser catastróficas", apunta.
Desde hace varios días que Romanazzi está en comunicación con colegas de Valencia y junto a su equipo de trabajo viene evaluando lo ocurrido. "Sin dudas aquí falló la comunicación", sostiene para luego agregar que "si bien el fenómeno que origina la tormenta es diferente, resulta asombrosa la similitud en cuanto al desarrollo respecto de lo que paso aquí en La Plata el pasado 2 de abril de 2013”.
—¿Cómo observa lo ocurrido en Valencia?
—Terrible. Se trató de un evento extremo de una magnitud impresionante. Hemos analizado la tormenta y la cotejamos con la que vivimos en La Plata y la verdad impacta ver que si bien el origen del fenómeno es diferente el desarrollo de la tormenta es muy similar. En Valencia, que tiene como antecedente la riada que en 1957, con una lluvia de 300 milimetros arraso con media ciudad y generó la decisión de desviar el cauce del río Turia que atravesaba Valencia. Mientras que en el antiguo recorrido se desarrolló un parque lineal para uso recreativo, construyeron un canal enorme para conducir el agua que tiene una boca de doscientos metros… jamás me hubiera imaginado verlo a tope. En el casco urbano de Valencia esa obra funcionó pero la cosa se complicó mucho en los pueblos de la periferia, aguas abajo, donde hay una gran vulnerabilidad producto de que son zonas rurales que se han desarrollado mucho en los últimos años, como consecuencia del encarecimiento de la renta en el centro de la ciudad.
—¿Encuentra relación entre lo ocurrido en Valencia días atrás con la tormenta que afectó La Plata en 2013?
—Cuando se superpone la precipitación acumulada en Valencia con lo que pasó aquí es increíble ya que el patrón, la evolución temporal es muy similar a la de nuestros 392 milímetros contra los 461 caídos allá. A pesar de que la génesis es distinta, ya que lo que origina la dana o la ‘gota fría’ como ellos la llaman es una bomba de vapor de agua caliente que choca con masas de aire a menor temperatura, es decir el fenómeno meteorológico que se da en la atmósfera es diferente, los patrones de la descarga y la evolución de ambas tormentas son increíblemente parecidas. Esa es la primera conclusión al analizar lo ocurrido. La otra cuestión similar es que la tormenta no se desplaza lo que agrava más los efectos generando un punto fijo de precipitación. La gran diferencia, que agravó todo lo ocurrido en España, es que ellos tienen diez veces más pendiente que nosotros en el río de La Plata; entonces el agua corre con mucho más fuerza arrastrando todo lo que encuentra a su paso. Por eso escuchas a la gente diciendo que fue como un tsunami. Se produce un aluvión de barro y todo lo que va acumulando, es como el régimen torrencial que se da en los arroyos en Córdoba cuando hay fuertes tormentas.
—Otra cuestión a analizar es el manejo de la información sobre lo ocurrido…
—Ese es otro aspecto importante a considerar, creo que van a informar las cosas como son, no como ocurrió aquí. Lamentablemente, aún no tenemos los números finales de víctimas. Pienso que en los próximos días se va a encontrar más gente fallecida, atrapada. Debe haber personas que han quedado enterradas en sus autos en los estacionamientos subterráneos que hay sobre las grandes avenidas y que en algunos casos tienen dos o tres niveles.
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El par valenciano de Romanazzi, Felix Frances, titular de Hidrología de la UPV con incumbencia en la Región Hidrográfica del Jucar, había señalado las distintas advertencias sobre el riesgo que corría la zona del Barranco del Poyo y la necesidad de atender las obras de infraestructura contempladas en el último plan de riesgo de inundación elaborado para el periodo 2022-2027.
Inundación del 2 de abril de 2013 en La Plata
La trágica noche del 2 de abril que sacudió a La Plata
"Ellos han estudiado muchísimo todo el terreno y la situacion. Diría que lo vienen haciendo con constancia y empeño desde que se produjo la riada de 1957 que los llevó a transformar por completo la ciudad. Ocurre que esta tormenta afectó otras zonas que se han vuelto vulnerables a medida que se producen cambios en el uso del suelo", manifiesta Romanazzi.
—¿Los lugares más afectados estaban ya considerados zonas de alta vulnerabilidad?
—Sí. Es una zona más de tipo rural, donde hay mucho arrozal y quintas con pequeñas huertas. Son pueblos que se han ido habitando a raíz del alto costo de los alquileres en el centro de la ciudad lo que va desplazando gente hacia esas periferias. Allí se han desarrollado nuevos barrios. Es un fenómeno de los últimos años que afecta a casi todas las grandes ciudades de España y que se relaciona con el turismo internacional. Además, en Paiporta te tomás un tren y estás en el centro de Valencia en 15 ó 20 minutos. En efecto, son lugares de mucha vulnerabilidad.
—¿Fallaron los sistemas de alerta?
—En esa zona hay una infraestructura de monitoreo muy buena; diez veces mejor que la nuestra y aun así siempre se dan episodios. Tienen un sistema de alarma por celulares y se informa previamente por distintas vías pero la gente como que se acostumbra al alerta, siente confianza y no reacciona… En eso yo encuentro que tenemos una falla común: la falta de sensibilización efectiva; no hay concientización, mucha gente que no sabe en qué cuenca vive o qué río corre cerca de su casa. Si bien funcionan las alertas, no se logra llegar con una comunicación efectiva con la caracterización del riesgo. Eso lo tenemos en común.
—De algún modo, quiere decir que, tal y como están las cosas, nadie parece estar a salvo.
—Es así, efectivamente. Nadie está exento de sufrir algo así y no es cuestión de tener más infraestructura eso, lo sabemos, es solo una parte del problema. Esto puede pasar en cualquier momento y no sabés cuánto puede llover pero el impacto sí es conocido, hay miles de mapas que lo señalan, sin embargo esa información no llega a la gente. Lo que hay que entender es que no alcanza con un buen sistema de alerta. Podés tener la mejor alerta del mundo y, en este caso, lo tenían, pero si la gente no está preparada no sirve de nada.
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La tragedia de La Plata
"Escuché hablar al jefe de la agencia de meteorología y contó que la misma tarde que desató la tormenta salió a la calle y vio que la gente estaba como si nada fuera a pasar. Se volvió a tuitear como loco advirtiendo que no salieran, que buscaran un lugar seguro, etcétera pero, obviamente, no alcanzó. Hay una falla en la comunicación. Eso es muy frustrante. A mi me remueve todo lo vivido en La Plata donde nosotros habíamos advertido sobre los riesgos pero nadie nos escuchó. Y las muertes que se producen son imperdonables, injustificables...". Romanazzi se quiebra y no puede terminar la frase. Tras la inundación que en esta capital bonaerense, que dejó al menos 89 muertos y miles de millones de pesos en pérdidas materiales, el ingeniero lideró un grupo de 70 investigadores de doce facultades de la UNLP encargado de elaborar el Plan de Riesgo contra Inundaciones. En la tarea, que tuvo financiamiento municipal, se generaron protocolos y manuales para capacitar a los ciudadanos frente a eventos extremos. Sin embargo, el plan sigue hasta hoy sin aplicarse.