El brutal ataque que sufrió Carolina Piparo en julio de 2010 no solo marcó un antes y un después en su vida personal, sino que también provocó cambios políticos, judiciales y legislativos que modificaron la seguridad bancaria en toda la Argentina.
El brutal ataque a Carolina Piparo en La Plata reveló las falencias del sistema y generó cambios judiciales y legislativos en la seguridad bancaria argentina.
El brutal ataque que sufrió Carolina Piparo en julio de 2010 no solo marcó un antes y un después en su vida personal, sino que también provocó cambios políticos, judiciales y legislativos que modificaron la seguridad bancaria en toda la Argentina.
El 29 de julio de 2010, Piparo fue víctima de una salidera bancaria en La Plata. Estaba embarazada de 39 semanas y había retirado 10.000 dólares y 13.000 pesos de una sucursal del Banco Santander Río. Al llegar a su casa fue interceptada por dos motochorros que la golpearon y le dispararon. Días después murió su bebé, Isidro.
El 29 de julio del 2010 Carolina Piparo sufrió un ataque brutal en La Plata. Estaba embarazada y faltaban días para que naciera su hijo, quien finalmente murió.
A 15 años de la salidera bancaria que terminó con la vida de Isidro, el bebé de Carolina Piparo, un repaso por la situación actual de los cinco condenados.
Ese ataque fue ejecutado por una banda que había sido alertada por un "marcador" dentro del banco. La persecución de Piparo desde la sucursal de 7 y 42 hasta su domicilio fue premeditada y brutal. Una de las balas le perforó el pulmón y desencadenó una cesárea de urgencia. El caso provocó una conmoción nacional.
Tras el hecho, la política reaccionó. El entonces gobernador Daniel Scioli visitó a la familia en el hospital y dijo tener "las manos atadas" frente al delito. Esa frase generó una reacción pública del expresidente Néstor Kirchner, quien lo interpeló en un acto televisado en vivo, exigiendo saber quién lo ataba.
El impacto fue tal que se aprobaron nuevas leyes para proteger a los clientes dentro de las entidades bancarias. También se intensificaron los controles y se instalaron medidas de seguridad que hasta entonces no eran obligatorias. El caso se convirtió en un símbolo del fracaso del Estado para prevenir ese tipo de delitos.
El 28 de julio, un día antes del ataque, Piparo había ido al banco a buscar 20.000 dólares para escriturar una casa. Como no tenían ese monto, el tesorero -luego absuelto- le dijo que volviera al día siguiente. La segunda vez, retiró la suma disponible y fue seguida sin saberlo por los delincuentes.
El marcador era Miguel Ángel "Pimienta" Silva, quien estaba dentro del banco y luego salió para subirse a una Ford Eco Sport negra, usada como vehículo de apoyo. En ese auto estaban Carlos Jordán Juárez y Manuel Calvimonte, ambos oriundos de La Matanza y parte de la banda.
Cuando Piparo regresó a su casa con su madre, en la esquina de 21 y 36 fue encerrada por una moto con dos jóvenes. Uno de ellos, Carlos Moreno, la insultó, le pegó con la culata de un arma y le disparó en el rostro. Piparo cayó al suelo gravemente herida. El otro asaltante era Luciano López.
Fue internada en el Hospital San Roque de Gonnet por más de 40 días. Allí le practicaron una cesárea de urgencia. Su hijo Isidro nació con falta de oxígeno cerebral y murió una semana más tarde. La investigación avanzó rápidamente y todos los implicados fueron detenidos en los días siguientes.
En mayo de 2013, el Tribunal Oral Criminal II de La Plata condenó a prisión perpetua a los cinco principales acusados: Silva, Moreno, López, Calvimonte y Juárez. Los jueces consideraron que la muerte de Isidro fue un homicidio y no un aborto inducido, como planteaban las defensas.
La sentencia marcó un precedente. El tribunal sostuvo que Isidro había tenido vida extrauterina y que fue herido a través de las lesiones que recibió su madre. La coautoría funcional fue clave en el fallo: todos fueron condenados como responsables más allá del rol que desempeñaron en el ataque.
En 2015, la Cámara de Casación bonaerense redujo las penas a entre 23 y 25 años. Los jueces consideraron que la muerte del bebé debía encuadrarse como "homicidio en ocasión de robo". Fue un fallo que generó críticas y reabrió el debate sobre el valor de la vida intrauterina y los límites penales.
Silva, el hombre que marcó a Piparo dentro del banco, murió en 2018. Había sido excarcelado por razones de salud tras sufrir varios ACV en prisión. Falleció en su casa, con prisión domiciliaria. Piparo expresó entonces que no sentía odio, pero sí dolor por el daño que él y los demás habían causado.
En 2020, durante la pandemia, Piparo denunció que recibió amenazas por redes sociales del propio Carlos Moreno, el autor del disparo. "Te voy a matar, hija de puta", decía uno de los mensajes. Tras la denuncia, le secuestraron un celular no declarado dentro de la Unidad 34 de Melchor Romero.
El caso sigue resonando en la memoria colectiva. No solo por la brutalidad del ataque, sino porque puso en evidencia fallas estructurales del sistema de seguridad. Hoy, a 15 años del hecho, sigue siendo un símbolo de lucha por justicia y transformación en la seguridad argentina.