viernes 27 de junio de 2025
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A un mes de su partida

La última pasión de Juan Ramón Verón: las tardes eternas en su club de amigos

Los últimos tiempos felices de Juan Ramón Verón, el mítico wing de Estudiantes, en predios de fútbol, con amigos, mates amargos y un humor sutil.

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Real La Plata fue el último cuadrito de fútbol que integró Juan Ramón Verón, un ritual que duró 35 años y pasó por distintas canchas, siempre los domingos. Allí dialogaba con sus amigos y ejercía el idioma universal de la gambeta y la sorpresa, una de las mayores figuras de la ciudad, que nos dejara físicamente el 27 de mayo.

Aunque oficialmente se había retirado en 1985 en la Liga de General Madariaga, con una quebradura, apenas se recuperó volvió a jugar. Un grupo de amigos que empezó en una quinta de Villa Elisa, propiedad de un señor Santoro. Luego se corrieron hacia el oeste, en La Granja, 143 y 517, donde los hermanos Willie y Walter Cunningham armaron un par de canchas de dimensiones profesionales, que hoy son recordadas como “una revolución, dos adelantados como Osvaldo Zubeldía, ya que fueron los primeros campos de juego privados que se alquilaban en la región para una actividad que creció con fuerza y hoy prolifera en el país.

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El grupo tenía otras figuras de la talla de Juan Carlos Rulli, el pampeano formado en Estudiantes y consagrado en Racing de 1967, y varios cracks que despuntaban el vicio una vez retirados del fútbol profesional: José María Silvero, Roberto Stringa, Julio Novarini, Raúl Azconzabal (papá de Juan Manuel), Eduardo Flores, Carlos Pachamé, Humberto Zuccarelli, Héctor Antonio, Daniel Romeo, Pedro Prospitti y Hugo Mercerat, a quien le cabe la autoría del apodo “Bruja”, cuando se lo “pegó” en plena juventud al verlo de pelo largo y con su nariz puntiaguda. Entre los primeros integrantes del fulbito dominguero se alistaban varios gimnasistas como Walter Durso, Alberto Beltrán, Ricardo Lazbal y Dougall Montagnoli.

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Juan Ramón Verón con la roja de Juventud Unida de Madariaga.

Juan Ramón Verón con la roja de Juventud Unida de Madariaga.

“Luego de Cunningham vamos al Club Banco Provincia, y un día me entero que en Villa Elisa, donde vivo, no estaban utilizando las canchas del Prado Español. Con el doctor Salvador Badoyán fuimos a hablar (con las autoridades del Hospital Español de La Plata) y nos autorizaron para hacer arreglos, como una perforación para tener agua y riego y empezamos a ir todos los domingos”, dice “Coco” Rulli, que guarda un afecto sincero con la Bruja, pese a la rivalidad acérrima que los enfrentó en una cancha con los Racing y Estudiantes.

El origen del nombre obedece a las camisetas del Real Madrid que regaló Juan Carlos Caprile, dueño de una fábrica de soda que estuvo en calle 7 entre 42 y 43. Después tuvieron el propio escudo, que mandaron a hacer con el mismo diseño del club de la Liga de España, con las iniciales RLP. Alma y corazón del grupo fueron los hermanos Badoyán, el popular “Semilla” y el doctor Salvador, quien tuvo más tarde a sus descendencia jugando al lado del mítico goleador de Old Trafford ’68, su hijo Marcelo Badoyán y a su nieto “Nacho” Badoyán.

Todos querían jugar con Juan Ramón Verón

El mítico 11 se dio el gusto de jugar con sus hijos Fabián Verón (primer varón de su familia, nacido en 1965, también hijo de Soledad Cepeda) y con Juan Sebastián Verón (de 1975, nacido de Cecilia Portela). En una época la “Brujita” les obsequió un juego de camisetas original de la Lazio, y conformó el Real, en dos etapas: la primera en su adolescencia, a los quince años. “El sábado lo íbamos a ver en las inferiores y el domingo le pegábamos un poco para que vaya aprendiendo”, sonríe Jorge Antonio Herrera, amigo íntimo hasta los últimos días de la Bruja en una relación que empezó justamente en estos partidos amistosos.

Madrugador, con el mate llegaba a Villa Elisa en su portentoso vehículo, que estacionaba debajo de algún árbol y salía con los botines desajustados. “Casi siempre con su paquete de bizcochos de grasa”, dicen y alguna orden afectuosa, en una de sus tantas frases cortas. "Dale, Lacha (a Eduardo Lachalde)… ¡empezá con los mates! Pero Juan, si recién somos tres…".

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Juan Ramón Verón y un amigo de Berisso, Edgardo Rivero.

Juan Ramón Verón y un amigo de Berisso, Edgardo Rivero.

“Para mí es un ángel del fútbol”, lo define a un mes de la partida, Edgardo Rivero, un amigo de Berisso y de Estudiantes, infaltable para las gastadas que hacían chispeantes los ojos de Juan Ramón. “Juan vivía en la ex calle 5 de Villa San Carlos (hoy la 23), a dos cuadras de la Trieste, y si cruzas la Trieste está el barrio Villa España, yo le decía que estaba equivocado, que no era de Villa San Carlos como decía él… que él era del fondo, y me respondía, que hablás vos si sos del Barrio Obrero”. El “Negro” Rivero fue otro crack del Real La Plata y compartió aquel Juventud Unida madariaguense donde Verón sufrió una tremenda lesión. “Lo quebró un tal García, que era de Mar del Plata y jugaba para el León de Madariaga. Lo queríamos matar al tipo, le pegó una patada impresionante a un ídolo, a un tipo especial”.

Ricardo Díaz era otro abonado a los picados. Un zurdo al que Juan elegía para su equipo y recuerda los goles que hicieron de pelota parada, “a lo Estudiantes”, ya que “me hacía patear al primer palo y él ahí peinaba…. tenía ojos en la nuca para cabecear, donde estuviera, la pelota siempre iba para el arco”, afirma a los 60 años, ya habiendo pasado el duelo y siendo participe de la misa en la Iglesia del Sagrado Corazón. “Se juntaba con los más humildes y no con los poderosos. ¿Sabes los gestos que tenía…? Pero como dice el dicho, que no vea tu mano derecha la que hace la izquierda”, apuntó Díaz, hoy trabajando en una ambulancia.

Sin rutina de entrenamiento, se mantenía en estado a través de jugar. Lo hacía también en una cancha de fútbol 5, en Ringuelet, propiedad de Gabriel Bordón (ex jugador del ascenso) y en un predio de La Loma, que pertenece a Sebastián Landro, (ex compañero de su hijo Sebastián). Algunas veces también jugaba su novia Amaro.

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Juan Ramón, preparándose para la acción.

Juan Ramón, preparándose para la acción.

Los miércoles de los últimos cinco años era cita en una cancha de tenis del Club Hípico de City Bell. Lo hacía en pareja, “eramos cuatro o a veces más, y nos quedábamos a comer en distintos restaurantes… Entrada y se hacía como un silencio… Juan no sabía la luz que engendraba en terceros”, relata Jorge Fernández, “El Gallego” que fue su abogado, amigo y ex juvenil de la clase ’47 albirroja. Otros que empuñaban la raqueta, el odontólogo Carlos Zárate y el dueño de una casa de embragues, Juan Carlos Tobio.

Camaradería con los brasileños

Con esa condición de líder silencioso, elegía rodearse de algunos muchachos de buen pie, para entenderse en la pared. A su lado quería a “Coco” Rulli, el mismo que enfrentó a capa y espada en las semifinales de la Copa Libertadores de América, edición 1968, de donde salió el clasificado para la final con Palmeiras. Verón y Rulli han quedado como las máximas estrellas de estos encuentros informales, en un grupo de ex jugadores mezclados con aficionados “Había algunos que le erraban limpita a la pelota, pero jugaban igual, eran amigos”, bromea el enorme Rulli.

Varias veces el equipo de amigos cruzó la frontera, encontrándose con figuras históricas del scratch brasileño: Zito (bicampeón en los Mundiales Suecia ’58 y Chile ’62), Roberto Rivelino (Mundiales ’70, ’74 y ’78), Clodoaldo (Mundial ’70 y cinco veces campeón Paulista con el Santos) y Neto (un diez que rivalizó con Argentina en la Copa América de 1991 y hoy es comentarista en radio Bandeirantes). Se reían mucho por el nombre de Real Matismo, tal como se autodenominaron sus rivales por tratarse de hombres de edad y habiendo padecido todos un poco de reuma.

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Juan Ramón Verón, con la 9 en la espalda.

Juan Ramón Verón, con la 9 en la espalda.

Verón no fue a los partidos en Brasil, alojados en Tatuí, a 100 kilómetros de San Pablo, donde “nos recibieron con una banda musical y fuegos artificiales y paseos”, cuenta Jorge Lafuente, ex defensor de la Tercera pincha y dueño de una perfumería céntrica, que acudía a un personal trainner para evitar lesiones indeseadas a los setenta años, o “papelones”, como acotó a las risas alguna vez.

Allá los alojaron en un lujoso hotel, frente al mar y permanecían tres o cuatro días, con los gastos pagos por los anfitriones. Y cuando los brasileños venían a nuestra ciudad, además de competir en Villa Elisa, los muchachos, con la Bruja al frente, acudían a gentilezas como organizar partidos en el Estadio Único y en el viejo Estadio Jorge Luis Hirschi, el de tablones. Además de comidas, les hacían regalos, pero en la cancha no había concesiones. Otras canchas donde jugaron algún amistoso fue en el sintético de Boca.

Un fin de semana se presentaron en Carhué, por gestión del ingeniero Luis Prates —parte de la troupe de aficionados y ex directivo pincha—. Allá viajó el Bocha Flores en carácter de técnico, terminaron 3 a 3, disfrutaron de piscina de agua salada y un suculento asado, donde hablaron para todos los comensales las dos glorias Pincharratas. Fue sobria la locución del ex 10, pero cuando tomó la palabra el 11 no faltó el chiste. Pidió un aplauso para “un gran número cinco que tuvo la historia Estudiantes, que está aquí con nosotros, mi amigo Jorge Fernández…”, se hizo un silencio entre los comensales y la cara de la Bruja se iluminó al rematar con un “Fernández ha sido un gran 5 del fútbol amateur”.

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Juan Ramón Verón, jugando y dando indicación en Real La Plata.

Juan Ramón Verón, jugando y dando indicación en Real La Plata.

Viajaron a jugar a Santa Rosa, La Pampa, y a Río Cuarto, Córdoba, y para Verón no hubo como la visita a la provincia de Corrientes, tierra natal de sus padres. Allá hizo el contacto Rulli, por intermedio de un señor Trevor. En 2004 llegaron a Gobernador Virasoro donde enfrentaron a un combinado del establecimiento yerbatero Las Marías, donde Juan recordó sus años mozos cuando con su padre y hermanos salían de vacaciones en un auto a puro chamamé, que fue su música preferida, junto al tango.

Juan Ramón era titular, armaba su equipo y con la picardía de su veteranía en tiempos que ya no podía acudir a sus piques, acudía a las mañas. Gritaba y gesticulaba para prolongar el tiempo de juego si su equipo tenía chances de empatar o de ganar sobre la hora. “Siendo rival tuve que felicitarlo por algún gol imposible que metió ya a los setenta pirulos, le pegó de punta al ángulo, a los noventa, arriba”, rememora Eduardo Lachalde, quien a los 65 años sigue participando en un torneos de Gorina donde van algunos ex del Real La Plata.

El plantel reunió a Pinchas insignes, siendo jugadores alguna vez Julio Alegre, recordado ex presidente y Eduardo Vera (presidió el fútbol en la última epopeya continental). Como espectadores, llegaron a Villa Elisa don Alejandro Sabella y el ex directivo Ricardo Tancredi, quienes aceptaron gustosos la invitación para compartir el asado. En las últimas épocas el ya desaparecido RLP contó con una mixtura de ex Estudiantes, con José “Bocha” Ponce, Adriano Custodio Mendes, Cristian Guaita, Alejandro Russo, José "Pepo" Soto, Enrique "Tinga" Flores (hoy coordinador del fútbol infantil albirrojo) y el recordado Miguel “Tito” Del Curto —fallecido en 2023—, un marcador bilardeano de los setenta. Integró una vez el equipo de la “Bruja” el profesor Pablo Blanco. También había de sangre gimnasista, casos Nicolás Cabrera y Juan Ignacio Lachalde.

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El tenis, su último hobby.

El tenis, su último hobby.

Otros protagonistas fueron Néstor Rulli (hermano de Coco), Raúl Piatti (de una Cuarta albirroja campeona en 1969), Christian Aztorica, Juan “Popey” Benítez, Roberto “Toto” Salas, Leonardo Krivocapich, Juan Aranchet, “Nacho” Andrada, Leonardo Barrio, Fabián Bazán, Gustavo Bolzán, Alejando Batista, Ariel Campagna, Jorge Coniglio, Marcelo Dorati, Gustavo D’Onofrio, Cayetano Duva, Daniel Esponda, Daniel Figari, Gabriel Fux, Fabián Fux, Adriano Grassi, José Luna, Darío Marin, Raúl Mansilla, Guillermo Maldonado, Diego Martínez, Gustavo Miloslavsky, Gualberto Nieto, Miguel Romero, José Riego, Néstor Oliva, Edgardo Rivero, Cristian Romano, Jorge “Pochi” Silva, Ricardo Soto, Claudio Petruccelli, Alfredo Talisco, César Tomas, Sebastián Valdovinos, Guillermo Uribe, Alberto Giangrande, Bruno Szalankiwicz, Héctor Agostinelli, Héctor Piombo, Rodolfo Lara, Manuel Jalil, Jorge Goncalves, Juan Lencina, Cristian Hornos, Luis Avellaneda, Héctor Marozzi, Miguel Romero, Guillermo Heinz, Marcelo Tijero y familia Rocco.

Llegó una época en que dejaron de organizar partidos porque se ponían bastante duros y no faltaba el enojo por el resultado, pero siguió el grupo armando partidos internos. La competencia en Villa Elisa siguió hasta el domingo 15 de marzo de 2020, dos días antes del cumpleaños 76 de Juan Ramón. Cinco días después se declaraba el confinamiento por COVID-19 en la Argentina. Entonces, el mítico wing se sacó los botines para siempre.

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