Y gozamos, con la zurda de Cambiasso, los caños de Aimar, la pausa de Riquelme, la jerarquía de Diego Placente, la presencia de Walter Samuel, y estos dos pincharratas no nacidos en La Plata, dos peladitos por “el calor”, decía Scaloni que atacó la cabeza de su amigo Romeo, con una maquinita eléctrica. También eran aniñados en sus rasgos Chirola Romero, que al igual que su compañero Cufré, sentían el amor propio de volver a festejar un título como en la 78 del Lobo.
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José Pekerman junto a Aimar, Cambiasso, Placente y Riquelme
El seleccionado aquel funcionaba, y además respondía con valores, porque también se llevó el premio Fair Play. Romero, hoy técnico de reserva en Racing, le confesó a 0221.com.ar, con emoción por el tiempo vivido con el escudo de la AFA que “haber traído la copa a la Argentina es lo máximo a lo que puede aspirar un jugador de fútbol, en este caso con un Sub 20, cuando uno recién venia de las inferiores. Me tocó estar convocado por un maestro como Pekerman y rodeado de fenómenos en una lista donde era difícil poder integrarla. Me llena de orgullo haber defendido la celeste y blanca, y en cada minuto que me tocó jugar y cada minuto que no me tocó y hacíamos fuerza desde afuera, se logra lo que ya había hecho el más grande (Maradona) en el ’79 y otros chicos en el ’95, en Qatar, como también en el futuro les tocó a otros jugadores”.
El kilómetro cero de la Scaloneta
Esos chicos fueron creciendo, jugaron profesionalmente y se retiraron en un gran nivel, y una vez retirados el fútbol mismo los juntó en proyectos que tendrían la dimensión de una Copa del Mundo en mayores, el que ganó el último Campeonato Mundial de mayores, sumada a las últimas dos Copa América, cuenta con Scaloni, Aimar ySamuel, tres pichones de Malasia ’97, y el proyecto de la AFA hoy tiene dos figuras más, Placente yRomeo, quienes llevan las riendas de todos los seleccionados juveniles en el actual Predio Lionel Andrés Messi, en Ezeiza, que incluye la Sub 17 y la Sub 15.
Quizás puedan ver con el ojo de la memoria una reunión en la habitación 1105 de un hotel malayo, en Kangar, en la pieza donde dormían el capitán Diego Markic, Placente y Chirola, una charla privada, con algunos arriba de las camas y otros en los pasillos, después de perder con Australia, que no les permitió clasificar como primeros. Semejante al día en que Arabia Saudita cacheteó a la Selección en el último Mundial, algo que indudablemente elevaría el nivel del equipo post partido.
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Scaloni peleando por la pelota en la final de Malasia 1997.
Ante Inglaterra, hubo alegría infinita al dejarlos atrás con el mismo resultado del épico del ’86 por 2 a 1, con un par de pibes que nos hacían ver el aura del genial Pelusa. Ese día, Riquelme hizo el primero y el segundo fue un golazo de Aimar, una tarde lluviosa pero igual de calurosa que todas, con 35 grados.
“Para mi es una tranquilidad jugar con Juan Román, sé que él va a cuidar la pelota y me la va a devolver bien”, decía Aimar, que había empezado en la '79 de River y el otro en la 78 de Argentinos y entonces ya lo había comprado Boca. Aquel combinado inspiró a un creativo a escribir Argentina Juniors, por Riquelme, Placente, Markic, Pablo Rodríguez, Nicolás Diez (libre y lo ficha Racing) y Cambiasso (ya había pasado al Real Madrid y ansiaba el debut en el Estadio Bernabeu). A todos ellos José los conocía de la cancha de La Paternal, pero nos los llegó a dirigir en forma directa con la camiseta roja. También en Argentinos Juniors tenía las raíces el preparador físico Gerardo Pascual Salorio.
Lionel Scaloni, el “tractor de dos piernas“
Así lo definió el enviado especial de la revista uno en deportes, un pibe que en Estudiantes convirtieron en “8” cuando arribó como “9” de Newell’s hacía menos de un año, conflictuado con la dirigencia. Y Lionel Sebastián volteó a Brasil “con remate sin ángulo y con tres dedos”, en esa final anticipada que Argentina remató en los diez minutos finales.
Y contra Hungría, en el debut, participó de un golazo, que al relator del canal nacional —el ex futbolista Quique Wolff— sobresaltó en una frase: “¡La sociedad de Estudiantes funcionó!, ¡centro de Romeo, cabezazo de Scaloni!”.
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Uno de los cuatro goles de Bernardo Romeo en el Mundial.
Lionel no extrañó a su familia ya que a Malasia viajaron “Lali” y don Ángel Scaloni, el mismo por el que lloró en Qatar porque tenía su salud delicada, y llevaron a la hermana Corina, que era la locura, “será porque nació cuando yo tenía 16 años”, decía el pibe nacido en Pujato, un pueblito a 35 kilómetros de Rosario.
El “enamorado del gol”
Pekerman lo llamó el mismo día que cumplió los 18. Nació en Tandil, en el Gimnasia de aquella ciudad donde salió elegido de una prueba organizada por Miguel Ignomiriello para quinientos jugadores al que prometían un destino en Estudiantes. Pero el destino de Romeo estaba ya escrito con sangre roja y blanca por otro familiar que también se la jugó por el fútbol y llegó desde Tandil para triunfar en el gran plantel de Osvaldo Zubeldía, Daniel Romeo, un crack albirrojo de primera división entre 1969 y 1976.
Cuatro goles metió “Bernie” en la lejana Malasia, y el único de la semifinal pasó a la historia como “el gol 1000” en la historia de los Mundiales Sub 20. Allá estuvieron sus padres Carlos e Inés, que todavía lo nombraban “Tata”, el apodo hogareño que surgió de la forma tierna en que Bernardo llamaba a una abuela. Acá en la ciudad, los dirigentes de Estudiantes ya sacaban cuentas, porque al nuevo campeón del mundo lo esperaba un bravo compañero de ofensiva, un tal Martín Palermo.
Leandro Cufré: “El ’97 fue uno de los mejores años de mi carrera”
Un defensor “tiempista” era Leandro Cufré a los 19 años, que había pasado a la titularidad con el sabio Griguol, que en dos años en La Plata confirmó que no era el técnico que le pegaba de punta y para arriba. Lo puso en Primera y de ahí lo lleva Pekerman, el hombre que había ganado con su proyecto entre cientos que recibió la AFA, incluido el de Griguol.
“Lean” fue figura en la “cueva” junto a Samuel, dupla que se perdió la semifinal por acumulación de amonestaciones. De una familia llena de sacrificios de la calle 76 entre 121 y 122, no hubo familiares en Malasia 1997, pero aquí mantuvo desvelado a los amigos y sus hermanos mellizos Gabriel y Pablo, que solían esperar cada partido del Sub 20 con una cena larga y el café para no dormirse, “porque arrancaban a jugar a las 5 de la mañana”, recordó Gabriel.
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Leandro Cufré, festejando con esa Selección argentina.
Actualmente, Leandro Cufré conforma el cuerpo técnico de la Selección venezolana, ayudando a Fernando Batista, y responde a 0221.com.ar con la felicidad a flor de labios: “Es difícil describir, pero representar a la Selección siendo jugador de Gimnasia y después consolidarse como titular y terminar obteniendo el título, era increíble. Fue uno de los mejores años de mi carrera, con un grupo de jugadores con los que seguimos en contacto hasta el día de hoy”.
También recuerda que dos días después de bajar del avión siendo campeón del mundo “el Viejo Griguol me llevó a concentrar”. Como un cierre de oro del ciclo, en 2006 Pekerman convocó a Leandro para el Mundial de mayores en Alemania.
Embed - Cufré y Chirola Romero .: Campeones Selección Sub 20
Cufré junto a Chirola Romero, hablando de Gimnasia.
Chirola, de las calles de tierra de Berisso a la mezquita
Sebastián Ariel Romero ya era pollo de Griguol, lo elogiaba Alberto Marcico por su técnica y viveza, y ya había logrado con sus goles triunfos del Lobo ante Independiente y Racing, en menos de una semana, 2-1 y 1-0, en marzo de aquella temporada histórica. Pero la Selección iba a ser una dura asignatura, “era difícil jugar porque estaban Aimar y Romeo, que venían desde el Sudamericano”, evocó “Chirola”. Al primer torneo jugado en Chile finalmente Pekerman no lo llevó aunque Romero había trabajado diez meses para esa meta. Sin embargo, fue al Mundial y el 22 de junio, contra Canadá, entró por Cambiasso, y en la semifinal volvió a meterse, por Diego Quintana, rindiendo muy bien.
Su calidez humana, acompañada de cierta timidez, lo tuvo sin familiares en una época sin celulares, por lo cual consumía las tarjetas telefónicas donde solía irse la mitad del viático en dólares que les dio la AFA. Así pasaron 38 días en un país de tradiciones religiosas muy fuertes con rituales de musulmanes, islamitas e hinduistas, donde Romerito quedó impresionado por la mezquita de cúpula azul en Shah Alam, la ciudad donde se jugaron la final, el tercer puesto y las semifinales de Argentina-Irlanda y Ghana-Uruguay.
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Chirola junto a Samuel en la vuelta al país con la copa.
“Era un diluvio el día que volvieron al país y a los pocos días llegaron las cámaras de televisión al barrio”, rememora con nostalgia Cristian Romero, el mayor de los tres hermanos. Y aquella casa de trabajadores de Berisso, en pleno barrio Villa Banco Constructor, después de la fama del crack les redituó en el asfalto tantas veces postergado. Sebastián vivía aún con sus padres Alfredo (empleado metalúrgico) y “Chiqui” (empleada pública del Ministerio de Educación) en la calle 16 número 1351 entre 159 y 160, que en la vieja denominación de los berissenses será la calle Comercio entre Independencia y La Plata, perdurando muy fuerte aún el campito sin nombre que había justo enfrente.
Cuenta la leyenda que a los subcampeones uruguayos los recibieron 50 mil personas encantadas por su par de magos negros, el 9 y el 10, Marcelo Zelayeta y Nicolás Olivera, que fueron balones de Plata y Oro, respectivamente. No vivenciaban una final desde 1950. En tanto, para nuestro país era la tercera vez que se lograba el título (en el presente ya son seis en esta categoría, ya que vinieron los éxitos mundiales de 2001, 2005 y 2007). La copa que les entregó Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA. Pasaron por Roma y conocieron el Vaticano. Y una vez aquí, los recibieron los periodistas, algunos hinchas de la Selección y por supuesto todos los grupos familiares. Luego ffueron a la quinta de Olivos, recibidos por el Presidente de la Nación Carlos Menem.
Embed - Lionel Scaloni | - Saludos a toda la gente de Vélez - | Fabián Cubero | Sub 20 | Malasia 1997
Lionel Scaloni junto a Fabian Cubero en el regreso a Argentina.
Del actual DT de la Selección, Scaloni, se empezó a conocer el lado motivacional, ya que era el que arrancaba las carcajadas del grupo, con ocurrencias en las que tuvo siempre de compinche a “Poroto” Cubero, de Vélez. Un video del programa El Fortín muestra una nota del recordado colega Osvaldo Rao a los dos campeones recién llegados y haciendo alarde de la amistad entre Estudiantes y Vélez, que en esos años se debatían contra Gimnasia en la lucha por los títulos locales.
Para Pekerman y cuerpo técnico era el segundo mundial logrado en dos años y se le renovaba el contrato. Parecía un sueño al hombre que no le daban mucho crédito al asumir en la primavera del ’94. Aquel sueño de madrugadas somnolientas y de mucha gente que directamente no dormía porque podían pasarse de largo y no ver el espectáculo, fue posible con la mística de los grupos que internalizan el uno para todos para lograrlo.
Una generación divina que tenía el código oculto de la actual Scaloneta con Scaloni, Aimar, Samuel, Placente, Romeo, con Cufre y con Chirola Romero, con Esteban Cambiasso (de 16 años, uno de los pocos que hablaba inglés y ya jugaba en España), con los arqueros Leonardo Franco y Cristian Muñoz, Juan José Serrizuela, Martín Perezlindo, Fabián Cubero, Diego Markic, Nicolás Diez, Pablo Rodríguez, Diego Quintana, y con Juan Román Riquelme, el mismo que jugaba divirtiéndose, un “Cabezón” subió a levantar la copa y hacía chistes: “¿dónde queda Kuala Lumpur?”.