martes 04 de noviembre de 2025
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Historia platense

Molino Campodónico, la empresa fundada por un genovés cuando nacía la ciudad

Miguel Campodónico se afincó en La Plata a poco de su fundación y dio vida a una compañía famiiar que subsiste hasta hoy convertida en un establecimiento modelo que produce harinas de calidad y se ubica entre las quince mas importantes del rubro en el país.

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Podría rastrearse el origen de esta historia diez mil años atrás en la Mesopotamia del Cercano Oriente, esa llanura abrazada por los ríos Tigris y Éufrates, donde nació la agricultura y cambió la humanidad. Aquellos hombres aprendieron a sembrar, cosechar y desgranar. Poco a poco los viajeros y el desarrollo del comercio fueron llevando los productos y las prácticas a todo el planeta.

Saltando las páginas que dan cuenta del derrotero del mundo, llegamos al tramo final del siglo XIX, cuando desde Europa se producen las grandes migraciones hacia América. En Argentina se avanza hacia la consolidación de un Estado con definido perfil agroexportador. Entre 1880 y 1914 el país asiste a uno de sus períodos de mayor expansión económica.

Al desarrollo agropecuario se suman las exportaciones, la modernización del sistema de transporte con los ferrocarriles y el crecimiento de la población. Empieza a tomar forma el mercado interno y una industria ligada a los productos del campo. Las exportaciones de trigo pasaron, entonces, de 328.000 toneladas en 1890 a 1.900.000 en 1900.

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Instalaciones originales del Molino La Plata, fundado en 1888, que luego seria adquirido por los Campodónico.

Instalaciones originales del Molino La Plata, fundado en 1888, que luego seria adquirido por los Campodónico.

En ese momento, a poco de la fundacion de La Plata, tuvo origen el Molino Campodónico, una empresa modelo y lider en el pais y una de las pocas de la época fundacional que aún subsisten.

El pionero

Nacido en 1857 en Bogliasco, ciudad cercana a Génova, en la Liguria italiana, Miguel Campodonico cruzó el Océano Atlántico antes de cumplir los 18 años. En busca de forjarse un destino llegó al puerto de Buenos Aires y recaló en el Hotel de Inmigrantes. Su espíritu inquieto y emprendedor lo llevó a incursionar en diversas actividades y negocios. A poco de radicarse en Buenos Aires se desempeñaba como comerciante al frente de una fonda ubicada cerca de la Estación de Trenes de Once.

Más tarde, comenzó a trabajar en una compañía de vapores que hacía el servicio de flete por los ríos Paraguay y Paraná. Así se acercó a la actividad que luego abrazaría para toda la vida: el mundo del trigo.

La familia, una casa propia, todo era parte del proyecto y de los sueños. El 20 de diciembre de 1884 Miguel Campodónico se casó con María Borzone, con la que tuvo doce hijos: Juana, Amanda, Amelia, Ofelia, Eduardo, Ricardo, María Luisa, Roberto, Manuel, Lázaro, Carlos y Miguel.

Por entonces dejó su labor en la marina mercante e instaló un almacén de ramos generales en el barrio porteño de La Boca, donde habitaba una gran comunidad de genoveses como él.

Mientras crecía la familia Miguel comenzaba a hacerse un pequeño capital. En Argentina la federalización de Buenos Aires había dado paso a la fundación de la nueva capital de la provincia, una ciudad nueva plena de oportunidades que atrajo a los Campodónico. En 1890 Miguel se asoció con Juan Esteguy, Juan Cuffini y Antonio Borzone con los que alquiló un molino que era propiedad de Juan Sansoni. El establecimiento, ubicado en lo que hoy es la localidad de La Granja, comenzó a funcionar con el nombre de “El Cisne” y bajo la firma “Campodónico y Compañía”.

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Miguel Campodónico y María Borzone en un retrato familiar

Miguel Campodónico y María Borzone en un retrato familiar

Rápidamente el negocio se hizo de una buena clientela entre panaderías y fábricas de fideos. En 1894 los socios pudieron comprar el molino, un depósito en 11 y 44 y nuevas máquinas para optimizar la producción. Además, se inauguró una panadería propia, en 54 entre 4 y 5, y un almacén ubicado en 3 y 43.

En junio de 1899, Campodónico y Esteguy ampliaron el negocio al comprar el Molino “La Plata”, un establecimiento fundado en 1888 por Julián Games, terrateniente de Olavarría que fue diputado provincial, ubicado en la manzana delimitada por las calles 1, 2, 57 y 58. Según las constancias el molino fue comprado por 140 mil pesos a su propietario de entonces, Pedro Viglione.

Al poco tiempo un incendio arrasó las instalaciones de El Cisne dejándolo inactivo. Tras lo cual, según la historia recopilada por la familia, en junio de 1900, la sociedad se disolvió de común acuerdo y Miguel Campodonico compró la parte de su socio y toda la actividad se concentró en el Molino La Plata, adonde trasladó las máquinas que se habian salvado del fuego.

Empresa familiar

El espíritu emprendedor de Miguel lo convirtió en una pequeña y próspera empresa: invirtió en ampliaciones edilicias y más equipamiento para aumentar la producción. Con entrada por la calle 58, los Campodonico construyeron allí una casa tipo chorizo. En el jardín plantaron árboles y hasta se llegó a instalar un pequeño viñedo llamado “Santa María”.

“Es fuerte la historia y se siente algo interno al trabajar en un lugar que te llega como persona”. “Es fuerte la historia y se siente algo interno al trabajar en un lugar que te llega como persona”.

En 1908, aprovechando el agua destilada de los motores a vapor que movilizaban al molino se incorporó una fábrica de hielo que en los primeros años llegó a producir 800 barras de 30 kilos por día y funcionó hasta la década del 60.

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Vieja postal del interior del Molino Campodónico.

Vieja postal del interior del Molino Campodónico.

Por fuera del trajín diario en el molino, Miguel Campodonico llevaba una activa vida social. Entre otras cosas, fue promotor de la Sociedad de Socorros Mutuos que impulsó la construcción del hospital Humberto Primero, luego Hospital Italiano, del que llegó a presidir el directorio en 1904, al igual que luego lo hicieron otros parientes.

El pionero falleció el 9 diciembre de 1915 en la misma casa ubicada dentro del molino. Había sentado las bases de una de las empresas más importantes y longevas de la ciudad. Sus descendientes continuaron su legado y en 1920 constituyeron la firma “Miguel Campodonico Ltda”.

Para tener una idea del impacto de las sucesivas transformaciones, basta ver la estadística en los antiguos libros del molino: de las 150 bolsas diarias de harina que se producían originalmente, se llegó a 1200 bolsas en 1926.

Volver a empezar

En 1934 un devastador incendio destruyó casi la totalidad de las instalaciones del Molino Campodonico. Lo que podría haber sido el final de la historia dio lugar a una suerte de renacimiento. En pocos meses se construyó sobre las cenizas un molino de tipo inglés que permite una molienda diaria de 120 toneladas de trigo. En las siguientes décadas el proyecto se mantuvo y supo crecer y transformarse. En los años sesenta los motores a vapor fueron reemplazados por el fueloil. En los 80 llegó la hora de la electrificación y alcanzaron a procesar unas 300 toneladas diarias. Asimismo, se creó una planta de almacenamiento de materia prima en las afueras de La Plata.

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La permanente busqueda de la mejor calidad en los productos, un legado que sigue vigente.

La permanente busqueda de la mejor calidad en los productos, un legado que sigue vigente.

Con el tiempo el Molino Campodonico fue comprando otros establecimientos menores. En 1996 adquirió el 90 por ciento del capital de Molinos Harineros Clabecq SA en Tandil, donde en 2010 se constituyó Alimentos Tandil SA, en la que los Campodonico aportan el 50 por ciento del capital. La sociedad tiene como objeto la construcción y explotación de un molino de maíz. En 2014 la empresa sumó una planta de estrusado de soja en General Belgrano.

Estos resultados han ubicado al Molino Campodonico entre las quince firmas más importantes del país en su rubro.

El legado de la calidad

Alejandro Campodónico, bisnieto de Miguel, es el actual presidente de la compañía, destaca que el compromiso con la comunidad es parte del proyecto. “Se trata de un legado de su bisabuelo que en la familia se ha transmitido de generación en generación”, dice el directivo, integrante de la cuarta generación que participa en el negocio.

La calidad es la clave de la gestión. El Molino somete a todos sus productos a procesos de certificación de calidad en la producción de harinas orgánicas. Y transitan una transformación cultural a partir de un plan sustentable que opera sobre el impacto económico, medioambiental y en la comunidad. Esto le valió su certificación como Empresa B, un sello que otorga un sistema norteamericano con sede en Argentina. Implica, entre otras cosas, la utilización de un 90 por ciento de energías renovables, convenios con instituciones, becas, pasantías, donaciones y un programa de reciclaje de desechos.

Así, este año el Molino Campodonico se convirtió en la primera industria del país en su tipo en ser certificada como Empresa B. Otro motivo de orgullo para la ciudad. Marina Arias, Directora Ejecutiva de Sistema B Argentina, explica que la certificación identifica una empresa de altos estándares de calidad y compromiso en un camino de mejora continua.

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El molino platense es hoy una de las quince empresas mas importantes del rubro en el país.

El molino platense es hoy una de las quince empresas mas importantes del rubro en el país.

En más de un siglo la producción de derivados del trigo se fue ampliando y diversificando. Hoy la empresa elabora alrededor de treinta productos, algunos para uso industrial y otros para uso familiar: las tradicionales: harinas 000, 0000, semolín. Y las de uso específico: para hacer pan dulce, pizza napolitana, panes blandos y una línea orgánica sin químicos ni organismos genéticamente modificados.

La continuidad del Molino en estos 136 años es una muestra de adaptación y transformación en la gestión de una empresa que hoy cuenta con más de sesenta accionistas.

Nicolás Gil es Gerente General del Grupo Campodónico, quinta generación de la familia, la camada más joven. Su abuela materna era Campodonico y su padre trabaja en la empresa. El Molino siempre fue parte de su vida.

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La antigua casa de los Campodónico hoy se ha convertido en un museo que atesora la historia familiar y de la empresa

La antigua casa de los Campodónico hoy se ha convertido en un museo que atesora la historia familiar y de la empresa

Si bien con la tercera generación hubo una crisis, porque la mayoría eligieron dedicarse a sus profesiones, ya la cuarta y quinta vuelven su interés a la empresa familiar: “es fuerte la historia y se siente algo interno al trabajar en un lugar que te llega como persona”.

Tanto Nicolás como sus hermanos tuvieron libertad de elección El estudio administración de empresas y trabajó en distintos lugares hasta que pensó en la empresa familiar, para lo cual hizo un posgrado en agronegocios y una maestría en finanzas. Para Nicolás el trabajo en equipo es esencial, cuenta con orgullo la planta de 125 empleados, muchos de los cuales vienen de familias relacionadas laboralmente con el Molino durante años. “Eso muestra que Campodónico construyó algo familiar y en la comunidad, más allá del núcleo original”, asegura el directivo.

Puesta en valor

Con el tiempo, la casa levantada por Miguel, se convirtió en la usina desde donde se planifica cada paso de la empresa y, al mismo tiempo, se trabaja en la preservación de la historia y los valores fundantes.

La edificación con varias habitaciones, una cocina y un baño en el centro; el jardín y el gallinero fue puesta en valor hace unos años atrás, luego de haber permanecido deshabitada durante un tiempo a la muerte de las hijas de Don Miguel.

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Entre los objetos y documentos que se conservan están los viejos libros con los asientos de la actividad.

Entre los objetos y documentos que se conservan están los viejos libros con los asientos de la actividad.

Pablo Campodónico, es arquitecto y director de Ventas de la empresa y ahora oficia de guía para recorrer la casa. La sala que da a la calle 58, es un lugar con amplios ventanales, en la que otrora había sillones y era el lugar de reunión de la familia. Los ventanales y paredes se destacan por contar con molduras características de las antiguas casonas. Pegado a la sala principal hay un jardín de invierno, donde se recibía a las visitas. Tiene una puerta que da al exterior y mucha luz con ventanas de vidrios repartidos de diferentes colores y piso de granito.

En la habitación que sigue, donde se impone un retrato enmarcado de Miguel Campodónico, se conserva una caja fuerte en la que, tiempo atrás, se guardaban documentos y caudales. En las paredes se multiplican los retratos. Pablo comenta: “Estos cuadros siguen la tradición por la cual se mostraban por separado las ramas de la familia del matrimonio. Acá están los padres de María Borzone y, del otro lado, los padres de Don Miguel. Son los tatarabuelos italianos que dieron origen a toda esta historia”.

“La casa queda como emblema; es el rescate del patrimonio arquitectónico, de la historia de la familia y también de la ciudad" “La casa queda como emblema; es el rescate del patrimonio arquitectónico, de la historia de la familia y también de la ciudad"

Junto al escritorio, un Thompson, típico de oficina, hay una balanza de precisión, máquinas de escribir, calculadoras. “Fuimos rescatando algunos de los elementos y los exhibimos como para que quien venga a visitar la casa pueda ver algo de cómo se vivía y cómo se hacían las cosas.”

En otra habitación, sobre una mesa de trabajo hay enormes libros de contabilidad que contienen el asiento de todos los movimientos comerciales. Uno de los volúmenes, fechado en 1891, apenas tres años de que el molino empezó a funcionar, muestra el logotipo viejo del molino junto a fotos de la familia. María Borzone rodeada de sus hijos y nueras; parte de la historia y el legado.

En la recorrida se llega a una habitación presidida por un gran aparador, usada otrora como lugar para el almuerzo y las reuniones informales. Las molduras del techo, adornado por con dibujos de frutas y flores, dan cuenta de la expresión artística bien arraigada en el espíritu de la italianidad.

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Parte de los miembros de la empresa familiar reunidos frente a la vieja casona puesta en valor.

Parte de los miembros de la empresa familiar reunidos frente a la vieja casona puesta en valor.

En el parque hay una glorieta de hierro testigo de tertulias familiares en las largas tardes de verano. Durante mucho tiempo no existió el actual paredón sobre la avenida 1 y todo era un gran jardín con árboles, arbustos y plantas con flores. “Había senderos angostos de conchilla bordeados de pasto inglés que conducían a la glorieta”, cuenta Pablo.

Lo cierto es que, la antigua casona que construyó Miguel Campodónico para vivir con su familia al mismo tiempo que desarrollaba la empresa, sigue de pie.

Alejandro sonríe. Por momentos lo invaden imagenes de la infancia vivida allí: “La casa queda como emblema; es el rescate del patrimonio arquitectónico, de la historia de la familia y también de la ciudad y, por supuesto, los valores de la italianidad: la familia, la gastronomía y la unión. Esto nos hace ser muy pasionales en cada decisión”, concluye.

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Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.

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