Entre 1880 y 1881 el perito Moreno realizó viaje de estudios por Europa con el objeto de perfeccionarse y establecer contactos. Es de allí de donde nació su concepción de “un gran museo”, que imaginaba como la pieza básica de un complejo científico y cultural que pensaba erigir en el paseo del Bosque. Una de las mayores influencias para Moreno fueron las ideas del profesor William Henry Flower, un cirujano y anatomista que era director del Departamento de Historia Natural del British Museum, por entonces una referencia insoslayable en el estudio de mamíferos y la evolución en el cerebro de los primates.
En mayo de 1884, D’Amico encargó a Moreno el diseño de un nuevo museo que debía “reemplazar en el más corto tiempo posible” al Museo Antropológico de Buenos Aires que estaba a punto de ser federalizado. En septiembre de ese año, un decreto del gobernador fundamentó la construcción del museo como una respuesta a las exigencias del progreso en la provincia.
Originalmente el proyecto del museo iba a concretarse en pleno centro, en la manzana situada entre las avenidas 51 a 53 y las calles 9 a 10 –donde luego se construyó el Teatro Argentino–, y fue precisamente por sugerencia de Moreno que se decidió trasladarlo al Bosque. “La ubicación del Museo, en medio del Parque de la ciudad, parque que es uno de sus principales ornamentos, permite disponer de un vasto espacio para la creación de un jardín botánico y zoológico. Ello hará posibles una vez realizado conjuntamente con el Observatorio Astronómico, la Facultad de Agronomía y Veterinaria y la Escuela de Artes y Oficios, cuyas respectivas instalaciones se completarán en el mismo parque, la disposición del aire balsámico para los pulmones de los habitantes de La Plata del mismo modo que la luz fecunda para sus espíritus”, argumentaba.
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Taller de herrería y de montaje del Museo de La Plata. Los preparadores trabajan con un esqueleto de ballena. 1890
La construcción, que se inició en el mismo año 1884, concluyó en 1889. No obstante, el lugar se inauguró y comenzó a funcionar parcialmente el 19 de noviembre de 1888. La tarea profesional de confección del proyecto del nuevo museo fue confiada al arquitecto sueco Henrik Gustav Adam Aberg, que había pasado por la Oficina de Ingenieros Nacionales creada por Domingo Faustino Sarmiento y fue designado primer Arquitecto Nacional, participando en el diseño de obras como el Mausoleo del General San Martín en la Catedral Metropolitana. Por entonces Arberg acababa de renunciar a un cargo en el Departamento de Ingenieros Civiles de la Nación y se asoció al joven arquitecto alemán Carl Ludwig Wilhelm Heynemann para acometer la tarea que, además del edificio para el museo, cuyos planos se conservan en el Museo Linköping de Suecia, contemplaba también una biblioteca y un parque paleontológico alrededor del edificio principal, elementos que nunca llegaron a concretarse.
El edificio del Museo tiene un estilo arquitectónico neoclásico ornamentado con motivos de culturas precolombinas mesoamericanas y sudamericanas. En su planta elíptica de líneas curvas representa el “anillo biológico” evolutivo.
La planta está formada por un rectángulo en el centro y dos hemiciclos en los extremos. Su superficie total es de aproximadamente 16.000 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas. A nivel del suelo se encuentran los talleres, depósitos de colecciones, laboratorios y gabinetes de investigación; el acceso principal al edificio corresponde al primer piso. En los demás niveles se ubica la dirección y otras dependencias que no tienen acceso al público además de otros depósitos y gabinetes de investigación. La fachada de líneas neoclásicas se asemeja a la de otros museos decimonónicos europeos. Delante de portada, elevada tres metros sobre el nivel del terreno, hay seis columnas acanaladas de capitel corintio.
Impulsado por la hegemonía del positivismo científico y acorde con la envergadura de la capital provincial aún en ciernes, el edificio fue proyectado para dar cabida a la institución asemeja la estructura de cualquiera de los grandes museos europeos del siglo XIX. Es lo que se llama una verdadera “catedral de la ciencia” del tipo de la Gliptoteca de Munich, Altes Museum en Berlín, Fitzwilliam Museum en Cambridge o la National Gallery en Londres.
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Materiales e infraestructura de las expediciones científicas. Fines del siglo XIX.
La propuesta estética es innovadora. La escalinata de acceso está flanqueada por un par de esculturas de tigres diente de sable o esmilodontes, realizadas por el escultor veneciano Víctor de Pol. Entrelazadas con las líneas griegas, la ornamentación presenta motivos de culturas precolombinas tanto en sus fachadas como en el interior del edificio. En ese sentido, es el primer edificio público argentino que incorpora las civilizaciones precolombinas a través de sus motivos ornamentales. En las paredes del hall de acceso y en el hall de planta alta se aprecian grandes murales al óleo realizados por artistas plásticos de la época fundacional que ilustran paisajes, fauna nativa y pueblos originarios del territorio argentino.
En lo más alto de la fachada del edificio, el tímpano principal está coronado por una escultura alegórica de la ciencia, que consiste en una figura humana o angélica con el torso desnudo y las alas desplegadas, del tipo de las victorias helénicas. Ubicados sobre los muros laterales de la escalinata hay seis bustos de científicos de los siglos XVIII y XIX, como zoólogo y paleontólogo francés Georges Cuvier; el naturalista y botánico sueco Carlos Linneo, padre de la taxonomía; el antropólogo y médico Johann Friedrich Blumenbach, creador de la denominada “antropología física”; el arqueólogo e historiador del arte alemán, Johann Joachim Winckelmann, fundador de la Historia del Arte y de la Arqueología como disciplina moderna; el naturalista francés Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet, Caballero de Lamarck y autor de la primera teoría evolutiva; y el arqueólogo y paleontólogo francés, Jacques Boucher de Crèvecœur de Perthes, uno de los primeros arqueólogos modernos. Algunas de estas figuras fundaron nuevas disciplinas o propusieron teorías innovadoras en las ciencias naturales y antropológicas, otras realizaron importantes contribuciones al conocimiento de la geografía, la flora y la fauna de América del Sur. Entre las hornacinas donde están los bustos, hay pinturas murales que representan motivos de la alfarería americana.
Las primeras colecciones
El acervo inicial del Museo, unas 15 mil piezas, se basó en colecciones preexistentes, en especial pertenecientes al propio perito Moreno, a las que se sumaron otros conjuntos y series adquiridas por la institución. Era común que quienes se dedicaban a reunir piezas las ofrecieran a las autoridades de los museos para su adquisición como parte de los acuerdos que derivaban en su contratación. Fue el caso de Florentino Ameghino quien vendió su colección al ser designado subdirector en 1886 o el de los miembros de la familia Pozzi, que se incorporaron al plantel Museo para trabajar como naturalistas viajeros y taxidermistas. Santiago Pozzi fue preparador y jefe del Taller de Taxidermia e ingresó a pedido de Ameghino. Sus hijos, Aurelio y Antonio, se integraron posteriormente como ayudantes, especializándose en ictiología, el estudio de los peces, y centraron su labor en la recolección de muestras biológicas en aguas antárticas y subantárticas.
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Inauguración del Museo de La Plata. En la fotografía aparecen: Francisco P. Moreno; el gobernador, Carlos D’Amico; los ministros: Achaval y Enciso; Florentino Ameghino, entre otros.
De las colecciones compradas por el Museo de La Plata, la más valiosa fue la colección arqueológica de Benjamín Muniz Barreto. Procedente del Noroeste Argentino reúne más de 12 mil piezas de cerámica, metal, hueso y piedra, con datos precisos de las excavaciones efectuadas, croquis, anotaciones de libretas de campo y fotografías. En el transcurso del siglo XX decrecieron las compras de colecciones y avanzó la legislación que restringió la posibilidad de apropiarse de elementos hallados en el territorio. Desde la segunda mitad del siglo XX los mayores aportes de materiales al Museo los realizaron los investigadores de la propia institución a partir de los viajes de campaña. También son frecuentes las donaciones de especímenes u otros materiales, como resultado de proyectos conjuntos con investigadores externos a la institución o, incluso, canjes con otros museos.
En los primeros años, el museo estuvo orientado al montaje de exhibiciones de historia natural, antropología, arqueología y bellas artes para contribuir a la educación general de los habitantes de la provincia. En aquella propuesta inicial los visitantes del Museo avanzan desde el mundo inanimado hacia la evolución del hombre siguiendo la misma idea propuesta por el profesor Albert Gaudry para las galerías paleontológicas del Museo de Ciencias de París.
En sus inicios el Museo estaba organizado en cinco secciones: Antropología, Geología, Zoología, Paleontología y Botánica, a cargo de naturalistas extranjeros encargados de clasificar las colecciones para exhibición y estudio, realizar expediciones y publicar trabajos científicos.
Paso a la Universidad
En 1906 el Museo pasó a formar parte de la Universidad Nacional de La Plata sumando a su misión original, las funciones de formación académica. En desacuerdo con la medida, Moreno abandonó la dirección, que quedó en manos de Samuel Alejandro Lafone Quevedo, un industrial nacido en Montevideo que, desde una perspectiva humanista, se había volcado a la arqueología y la etnografía. El llamado Instituto del Museo comprendía entonces la Escuela Superior de Ciencias Naturales, antropológicas y geográficas, con sus accesorias de Bellas Artes y Artes gráficas. También funcionaba en su edificio, la Escuela de Química y Farmacia. El 19 de julio de 1949 el Instituto del Museo y la Escuela Superior de Ciencias Naturales se transformaron en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Ya entrada la década de 1990, el aumento en la matrícula de alumnos propició el traslado de actividades docentes y administrativas a un nuevo edificio, construido a tal efecto en un predio ubicado en 60 y 122.
Con el tiempo, y en virtud de un progresivo incremento en la dotación de personal científico y el surgimiento de nuevas divisiones y líneas de investigación en laboratorio, así como la cría de animales en cautiverio y otros experimentos biológicos, motivaron la necesidad de nuevos espacios de trabajo, con condiciones de seguridad y ambiente adecuado para estos fines que llevaron a la construcción de dos anexos.
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El Museo de La Plata tiene más de 3 millones de piezas y recibe alrededor de 500 mil visitantes al año.
“La producción científica ha crecido de manera exponencial al igual que su trabajo con y por la comunidad de visitantes. Se han multiplicado distintos espacios y recursos didácticos, se ofrecen visitas guiadas generales y temáticas, talleres y cursos para todas las edades, desde infancias hasta personas mayores, con un criterio cada vez más inclusivo, donde no sólo se enseña sino que se escucha al visitante y todos aprendemos”, explica Analía Lanteri, actual directora del Museo de La Plata.
El personal se compone de docentes universitarios e investigadores y técnicos, que trabajan junto a personal administrativo, de talleres y de disciplinas como museología, arquitectura, diseño gráfico, archivística, bibliotecología, fotografía, ilustración científica, informática y restauración, entre otras. Ensayamos todo el tiempo estrategias y actividades para integrar y favorecer la interacción con profesionales de otras facultades, redes de museos e instituciones científicas del país y del mundo", afirma Lanteri, quien destaca el aporte del Museo en el traspaso de conocimientos de la ciudadania de generación en generación.
Panorama actual
“Muchas cosas han cambiado en este tiempo en que la ciudad y el Museo caminaron a la par, pero el compromiso de nuestra institución con el desarrollo de las ciencias, la difusión del conocimiento y el encuentro con los ciudadanos y ciudadanas continúa renovándose”, asegura la directora, quien lamentó “los inconvenientes derivados de la crisis universitaria de público conocimiento, que nos impidieron recibir a muchas escuelas y grupos que querían visitar nuestra institución”, dijo Lanteri y agregó: “Pido disculpas a todos aquellos que se vieron imposibilitados de visitarnos y hago votos para que se alcance una resolución satisfactoria y el año próximo podamos recibirlos”.
Pese a los citados contratiempos y gracias al apoyo de diversas instituciones y asociaciones científicas con las cuales se firmaron convenios y acuerdos de cooperación se pudieron desarrollar diversos programas. Uno de ellos es la puesta en marcha de la Unidad de Digitalización, que contribuye a conservar y difundir el patrimonio a través de colecciones digitales abiertas a la comunidad a partir de la habilitación de un portal de colecciones del Museo en la página web. También se está reequipando el aula interactiva del museo con el aporte de la Fundación YPF, con la cual se trabaja en la promoción de la carrera de Paleontología, con participación de docentes, investigadores y guías, que incluye visitas temáticas, charlas y talleres para las escuelas secundarias de la región.
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Docentes e investigadores llevan adelante talleres y actividades de vinculacion con la ciudadania.
“Avanzamos en temas como accesibilidad e inclusión; además se trabaja para que el aprendizaje no sea unidireccional. En antropología hay colecciones que cuando vienen representantes de comunidades originarias comentan para qué usaban las piezas o hablan de su sentido simbólico”, dijo Lanteri. Este año en particular el Museo tomó el tema de la conservación de las especies en el medio marino y el cambio climático.
A su vez, la directiva comentó que se realizan las tareas de restauración en uno de las espacios de mayor valor histórico y artístico del Museo de La Plata, que son las rotondas centrales, con su pinturas murales, esculturas e iconografía inspirada en culturas originarias de nuestro territorio, tarea desarrollada con participación la de personal de Comisión de Investigaciones Científicas bonaerense (CICPBA), la Facultad de Artes, el Centro de Química Orgánica, y el Centro de Investigaciones Ópticas. La remodelacion alcanza tambien a una de la salas de Zoología.
En conmemoración del 140 aniversario se elaboró, con la participación de personal docente y no docente de distintas divisiones del Museo, un vídeo institucional titulado “Museo de La Plata. Latido de la Historia”, donde se muestra parte del trabajo curatorial y de investigación que se desarrolla en esas divisiones. En Tanto, la Fundación Museo de La Plata, Francisco P. Moreno, se ha sumado a los festejos del nuevo aniversario con el compromiso de contribuir a diversas acciones y actividades culturales además de aportar el financiamiento de la impresión, por primera vez, de una guía en inglés. Además, fue inaugurada una exposición temporaria sobre la evolución de la flora en el planeta, con la participación y apoyo económico, de la Asociación Paleontológica Argentina (APA), Sociedad Argentina de Botánica (SAB), Fundación YPF, Fundación Museo, y Universidad San Juan Bosco de la Patagonia.