martes 24 de junio de 2025
Tapa-Begum-H 22-6.jpg
Hace 38 años

Así se armó el primer gran show de Soda Stereo en La Plata

El 12 de junio de 1987, a Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti los trajo al Polideportivo de Gimnasia un chico de 19 años en un Fiat 128, que organizó todo con otro amigo.

--:--

Hace 38 años, Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti bajaron de un micro en plaza Italia y se subieron a un Fiat 128 con destino al Polideportivo de Gimnasia y Esgrima La Plata. Un par de horas después darían un show histórico en calle 4 que sería la previa a un nuevo viaje para terminar de conquistar Latinoamérica.

En aquel auto los estaba esperando el organizador de la fecha de ese viernes 12 de junio de 1987. Un chico de 19 años que, hasta el día de hoy, no es del todo consciente de esa aventura que salió de su cabeza y se materializó casi como un milagro con la ayuda de un amigo, la complicidad del manager de Soda Stereo y el guiño de la suerte.

En ese breve trayecto por avenida 7 hasta plaza San Martín en dirección al Poli, los tres músicos se sentaron en el asiento de atrás, hombros con hombros, apretados y como estatuas, tímidos, sólo hablaron por momentos mientras miraban por las ventanas el atardecer y a la gente que volvía del trabajo, abrigada y con ganas de comenzar el fin de semana. El que les daba charla era Pablo Braviz López, un adolescente platense que desde hacía varias semanas estaba organizando su primer y único gran show sin ser productor, ni empresario, ni representante.

Lee además

Pablo Soda Stereo en la Plata 2.JPG
Pablo Braviz López era un adolescente sin experiencia cuando trajo a Soda Stereo a La Plata en 1987. Hoy tiene 59 años.

Pablo Braviz López era un adolescente sin experiencia cuando trajo a Soda Stereo a La Plata en 1987. Hoy tiene 59 años.

Pablo era tan sólo un joven egresado del Colegio Nacional (UNLP), que como antecedente tenía el armado de algunas fiestas para recaudar fondos para el viaje de fin de curso y algunos eventos especiales. Siempre rodeado de sus amigos, todos impulsados por un contexto de efervescencia con la vuelta de la democracia y la aparición y consagración masiva de algunas de las bandas del rock nacional que hoy son legendarias: Virus, Sumo, Los Abuelos de la Nada, Los Fabulosos Cadillacs y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, entre otras.

“La historia de cómo trajimos a Soda Stereo a La Plata fue una locura total y todavía no puedo creer cómo se dieron las cosas”, recuerda hoy Pablo, casi cuatro décadas después.

Las fiestas y los domingos en Metrópolis

Antes del histórico Metrópolis de calle 47 y diagonal 74, en los principios de los ochenta existió en La Plata su antecesor, que se llamó Platino. Fue un lugar que nació con la utópica idea de emular a Studio 54, otrora clásico estadounidense de la Calle 54 Oeste en Manhattan, Nueva York, por el que desfilaban las celebridades de más alto perfil del ambiente musical, televisivo, artístico y del cine como Mick Jagger, Debbie Harry, Salvador Dalí, John Travolta, Donald Trump, Andy Warhol, David Bowie y Al Pacino. Acá, miles de kilómetros al sur, entre plaza Italia y plaza Moreno, la movida nocturna era un poco más humilde y desconocida, pero existió.

Los domingos a la noche, uno de los artífices de las fiestas que convocaban a la juventud platense fue Pablo Braviz López, quien junto a sus laderos también frecuentaba las salidas de los viernes y los sábados, con entradas de protocolo producto de su buena relación con los dueños, a quienes habían llegado tras el éxito de las celebraciones organizadas en La Plata Rugby y en el desaparecido Jockey Club, allí durante su último año de secundaria, cuando agonizaba la dictadura militar.

Eran los tiempos de Raúl Alfonsín como presidente, con los también radicales Alejandro Armendáriz en la gobernación y Juan Carlos Alberti en la intendencia. La Selección Argentina venía de salir campeona del mundo en México ´86 de la mano de Diego Armando Maradona y en el planeta se empezaba a hablar con total desconocimiento del SIDA, con notas disparatadas en diarios locales que informaban los primeros contagios entre platenses y se preguntaban si eso era producto de su homosexualidad. En Medio Oriente había tensión por los crecientes conflictos entre Irán e Irak, Israel y Palestina; Gimnasia celebraba su centenario y en los cines de la ciudad se proyectaba Cocodrilo Dundee, El manosanta está cargado, Critters y Noche de brujas.

Pablo Soda Stereo en la Plata 8.JPG
Todos los documentos, contratos, notas y recuerdos de aquel junio de 1987 permanecen intactos en la casa de Pablo Braviz López.

Todos los documentos, contratos, notas y recuerdos de aquel junio de 1987 permanecen intactos en la casa de Pablo Braviz López.

"Nos estaba yendo muy bien con las fiestas, entonces un día le dije a mi amigo Federico Plastino que teníamos que pasar al segundo nivel; teníamos que traer una banda importante a La Plata", recuerda Pablo. Con algunos shows vistos de Virus, Sumo y unos adolescentes Fabulosos Cadillacs pisando las diagonales por primera vez, Braviz López estaba envalentonado. Pero ese puntapié inicial no fue correspondido inmediatamente, ya que eran inexpertos y en época de crisis económica el negocio podría llegar a ser catastrófico.

Con el paso de los días, ese plan delirante de hacerse cargo de un show grande tomó más forma gracias a las charlas que Pablo mantuvo con su papá, que en ese entonces integraba la Comisión Directiva de Gimnasia. Producto de ese vínculo había visto en el Polideportivo de calle 4 entre 51 y 53 a Charly García, Sandra Mihanovich y Celeste Carballo, por ejemplo; y mientras Charly presentaba a un pequeño y desconocido Fito Páez en los teclados, él fantaseaba con traer a ese escenario a su banda favorita del momento: Soda Stereo.

Soda en el Fiat 128

Nacidos en 1982 casi como respuesta a una profunda admiración por los ingleses The Police y The Cure, Soda Stereo tuvo un crecimiento exponencial desde su primer disco (Soda Stereo, 1984) hasta convertirse en la primera banda argentina en alcanzar masividad y un éxito enorme en Latinoamérica, con una cosecha de fanáticos que se extendió desde Chile y Uruguay hasta México, entre otros países. Su primera vez en La Plata fue en Metrópolis, la noche del 15 de noviembre de 1985.

Soda.jpg
Soda Stereo en la época de Signos, en 1987.

Soda Stereo en la época de Signos, en 1987.

En 1987 estaban presentando Signos, el tercer álbum que los confirmaría como una de las bandas del momento en nuestro país, en una escena que compartían con Charly García -casi a punto de publicar Parte de la religión-, Fito Páez -que presentaba Ciudad de pobre corazones-, Virus -a punto de sacar a la luz Superficies de placer-, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota -con el flamante Oktubre-, Los Abuelos de la Nada -con su último LP, Cosas mías-, Sumo -que se despedía con After Chabón-, ZAS -que decía adiós con Atado a un sentimiento- y un puñado de grupos multitudinarios que daban sus primeros pasos: Los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos y Los Auténticos Decadentes, entre otros.

Cerati, Bosio y Alberti iban por la vida luciendo sus raros peinados nuevos, que por supuesto sobresalían aquella tarde de junio en el Fiat 128 que manejaba el tío de Federico, el socio de Pablo en esta aventura por La Plata. “Gustavo Cerati y Zeta Bosio eran grandotes, entonces en ese viaje fueron apretados, los tres con sus pelos parados, yo les hablaba y no podía creer que los tenía ahí en el asiento de atrás”, rememora quien minutos después tuvo que salir de urgencia a conseguir botellas de whisky porque era lo único que faltaba en las mesas del camarín: lo que los músicos tenían ganas de tomar. Pablo había cumplido con todas las exigencias del catering excepto ese detalle, entonces junto con Federico Plastino tuvieron que subir al auto con el objetivo de saquear la barra de la casa de su padre. Al rato, ya de vuelta, la garganta de Cerati pudo calentarse correctamente.

Aquella noche, Pablo se tomó unos segundos para mirar a su alrededor y disfrutar de una indescriptible sensación de satisfacción que le recorrió el pecho. Pero para llegar a ese momento tuvo que superar varios escollos que se remontan a varias semanas atrás, entre marzo y junio de aquel año.

La odisea de los 4 mil dólares

"Yo en ese momento no tenía un peso; toda la plata que ganaba por las fiestas que hacíamos me la gastaba en ropa, salidas y en mis cosas; no tenía nada ahorrado, así que no sabía cuánto iba a necesitar para organizar la fecha, era bastante inconsciente", comienza el relato de cómo tejió la conexión con la banda.

Era el verano del ´87, una época en la que uno debía ingeniárselas para conseguir muchas de las cosas que hoy están al alcance de las manos con un clic en el celular o la computadora. De manera artesanal, había que indagar y encontrar el camino para llegar, en este caso, a una figurita difícil como Soda Stereo.

Pablo Soda Stereo en la Plata 5.JPG
Las entradas del show y el contrato que firmó Pablo con el manager de Soda Stereo de aquel momento, Horacio Nieto.

Las entradas del show y el contrato que firmó Pablo con el manager de Soda Stereo de aquel momento, Horacio Nieto.

Pablo compró el vinilo de Signos en el viejo Libro 49 y con astucia anotó el número de teléfono que aparecía en la contratapa. Llamó desde un teléfono público y manifestó su intención de contratar a la banda. Así fue como en esa breve conversación coordinó una cita para la semana siguiente, por supuesto en Capital Federal.

Se subió al Río de la Plata por Avenida Calchaquí y una vez en la Ciudad de Buenos Aires tomó un taxi, le indicó la dirección al chofer y minutos más tarde estaba frente a una puerta con el cartel de Ohanián Producciones. En la sala de espera había otras cuatro personas. Fueron pasando una por una hasta que le tocó a él. Lo recibió Horacio Nieto, el manager de Soda en ese momento.

—¿Qué edad tenés? —preguntó.

—19 —le respondió Pablo.

—Bueno ¿Viste esos cuatro que acaban de salir? Eran todos de La Plata; los cité a todos ustedes el mismo día porque todos quieren llevar a Soda Stereo allá. Ellos tienen alrededor de 40 años. Ahora vos me vas a contar cómo con 19 años vas a hacer para llevar a Soda Stereo a La Plata. Te escucho.

Y a continuación, como si hubiese estudiado para rendir un final, Pablo le relató el discurso que había preparado los días previos: le contó que tenía mucha experiencia en la organización de fiestas los fines de semana, que había llevado a Sumo a Metrópolis, que contaba con el equipo de trabajo y los recursos suficientes, y algunas otras mentiras más. "Horacio era un tipo muy canchero, conversamos durante casi una hora, nos reímos un rato y entonces cuando terminó la charla me dijo que lo había convencido con todo lo que le expliqué, que admiraba mi polenta, mis ganas, y que por eso me iba a dar el contrato de la organización del show a mí".

Incrédulo y muy agradecido, Pablo le dio la mano y se fue de la oficina de Nieto con los papeles y la documentación que hoy, 38 años después, guarda prolijamente en una carpeta en su casa.

En todo ese viaje de vuelta en micro a La Plata, atormentado, no dejó de pensar en el problema que se acababa de meter: ¿Cómo iba a hacer para juntar 8 mil dólares (8.670 australes), de los cuales 4 mil debía abonar a modo de adelanto la semana siguiente?

Pablo Soda Stereo en la Plata 3.JPG
Los cálculos y las cuentas a mano hechas por Pablo en la previa del show, en junio de 1987.

Los cálculos y las cuentas a mano hechas por Pablo en la previa del show, en junio de 1987.

Lo primero que hizo en las diagonales fue llamar a su amigo Federico, quien ahora sí, tras escuchar los detalles del encuentro en Capital Federal, aceptó colaborar y preparar el show. Él dijo que tenía 2 mil dólares ahorrados; entonces faltaba la mitad. Otros mil los consiguió a los dos días, cuando de casualidad le contó lo que estaba planificando a Gerardo Arrojo, un compañero nuevo de trabajo que sorpresivamente y con mucha generosidad, se ofreció a aportar mil dólares de sus ahorros. Los mil que faltaban los consiguió por intermedio de un prestamista que le exigió una devolución a las dos semanas, con un elevado interés. Listo, con esos 4 mil dólares pagó el adelanto del contrato y ahora estaba el camino allanado para organizar la noche del 12 de junio.

El diseño de las entradas lo hizo Pablo, sin ningún conocimiento, como así también la elaboración de los afiches -en base a las fotos y folletos que le habían dado en Capital Federal- y su impresión; lo mismo con la diagramación de los esquemas del escenario, con la contratación de los únicos tres policías que se hicieron cargo de la seguridad, con el catering, con los traslados y con la publicidad en los medios de comunicación.

Para ese entonces ya había resuelto un problema para nada menor: la reticencia de Héctor "Cacho" Delmar, presidente de Gimnasia, que no quería saber nada con la organización de semejante espectáculo en su Polideportivo. "No sé por qué, porque ya había habido recitales, pero no quería", recuerda Pablo, que para convencerlo le prometió el pago por adelantado de todo el alquiler, algo que también pudo cumplir enseguida.

"Con los planos detallados del Polideportivo hice un cálculo manual de cuántas personas entraban entre las plateas y los m2 de la cancha de básquet, y me dio que la capacidad era de 5 mil. Así que en base a eso mandamos a imprimir las entradas", cuenta. Dos semanas antes del show se lanzó la preventa en las boleterías de calle 4, y quienes las vendían eran sus compañeros del Colegio Nacional, los mismos con los que años atrás organizaban las fiestas para costearse el viaje de egresados.

En ese grupo de jóvenes había un flaco alto que todavía no conocía a Fernando de la Rúa, ni a Ricardo López Murphy, ni a Domingo Cavallo, ni a Mauricio Macri, ni a María Eugenia Vidal, ni a Patricia Bullrich, ni a Javier y Karina Milei, y además gozaba de una cabeza llena de rulos, a diferencia de los tiempos que corren: Federico Sturzenegger.

Pablo Soda Stereo en la Plata 6.JPG
El grupo de amigos de Pablo en el Colegio Nacional (UNLP). El primero que está parado arriba a la izquierda es Federico Sturzenegger.

El grupo de amigos de Pablo en el Colegio Nacional (UNLP). El primero que está parado arriba a la izquierda es Federico Sturzenegger.

Promediando los ochenta, el actual ministro de Desregulación y Transformación del Estado era un adolescente movilizado por el rock. Varias décadas después él mismo contó que una noche en Metrópolis Luca Prodan frenó de golpe un show de Sumo para mirarlo a los ojos y retarlo porque estaba descontrolado entre el público, en medio de un pogo feroz. Sí, el político fanático del ajuste del Estado y el coqueteo con el Fondo Monetario Internacional una vez paró un show de los creadores de Los viejos vinagres.

Esta historia difícil de creer la confirma Pablo Braviz López, sorprendido y maravillado porque no sabía que Sturzenegger la había contado. “¡Yo también estaba ahí esa noche!”, recuerda.

De Imágenes retro a Sobredosis de TV

Pero volvamos a Soda. La preventa de las entradas en las boleterías del Polideportivo estuvo movilizada por afiches pegados en las calles y algunas breves notas en El Día y La Razón. Eso ocurrió dos semanas antes del recital y pese a que la expectativa era grande, en los primeros números no se reflejó tanto: "En esos días vendimos alrededor de 2.200 entradas, o sea la mitad de la capacidad que había calculado; yo estaba muy nervioso".

El día del show, menos de dos horas antes, a Pablo lo llamaron para que fuera a buscar a la banda a plaza Italia porque Cerati no quería llegar con el micro y bajar entre la gente que estaría amontonada en la entrada. Por eso la banda ingresó al Poli camuflada en el Fiat 128.

Y en ese momento los nervios calmaron, porque finalmente la cancha de básquet de Gimnasia estaba estallada de fanáticos. Muchos compraron su entrada ese mismo viernes, sumado a la picardía de los trabajadores de la imprenta en donde se hicieron los tickets: además del pedido original de Pablo, que había sido de 5 mil, ellos imprimieron al menos 500 más y fue imposible de controlarlo en la puerta. Hoy Pablo se ríe, pero en el momento creyó que todo se le iba de las manos.

Al rato se apagaron las luces, Cerati dijo al micrófono “sueño con telarañas… todavía hoy”, y así comenzó el show.

Embed - Soda Stereo - Polideportivo de Gimnasia y Esgrima La Plata - La Plata, Argentina (12/06/1987)

Fue una hora de música, con una lista que mezcló temas de sus primeros dos discos y de Signos, que había salido a la calle hacía poco más de medio año. El final fue con "Tratame suavemente", "Cuando pase el temblor", "Persiana americana" y "Sobredosis de TV".

En el medio del show, una persona completamente excitada se trepó a uno de los aros de básquet y al colgarse, la estructura de vidrio cedió y se terminó rompiendo. El público se abrió para dejar un espacio, gente de la organización barrió y levantó los vidrios y la fiesta continuó. Antes, en respuesta a la advertencia del staff de Soda Stereo, Pablo había tenido que organizar de apuro las vallas ubicadas a un metro del escenario, porque estaban todas corridas y desordenadas. Esos fueron los únicos momentos tensos de una noche inolvidable.

Cuando sonaban los últimos temas, Pablo y Federico estaban parados al lado de la escalera que todavía está detrás de una de las tribunas y lleva a los vestuarios. Anonadados por cómo se había desarrollado todo y por el incipiente cálculo que les daba una ganancia de 5 mil dólares a cada uno, fantaseaban con seguir organizando recitales, algo que inmediatamente descartaron porque la hiperinflación que estaba a la vuelta de la esquina no era buen augurio. Fue debut, despedida y retirada por la puerta grande.

Esa noche, la escalera estaba sellada porque era el acceso a los camarines, y la custodiaba personal de la banda. Por ahí también merodeaba Juan José Cerati, el papá de Gustavo, que se acercó para reconocerlos por la organización del show.

—Chicos, los quiero felicitar porque lo que hicieron ustedes con 19 y 20 años fue espectacular, salió todo perfecto —les dijo, mientras de fondo estaba pasando el temblor.

Lee además

¿Qué es 0221.com.ar| Logo Begum?

Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.

Dejá tu comentario

Leer más de BEGUM