Alejandro Dolina regresa a La Plata este fin de semana con la presentación de "La venganza será terrible" en el Teatro Coliseo Podestá y en su visita a la ciudad habló con 0221.com.ar sobre el programa y su vigencia a lo largo de los años.
Alejandro Dolina regresa a La Plata con "La venganza será terrible" y en la previa reflexionó sobre la evolución del ciclo que ya es un clásico nacional.
Alejandro Dolina regresa a La Plata este fin de semana con la presentación de "La venganza será terrible" en el Teatro Coliseo Podestá y en su visita a la ciudad habló con 0221.com.ar sobre el programa y su vigencia a lo largo de los años.
El espectáculo será este sábado a las 21 y las entradas se pueden conseguir por la plataforma Plateanet o en la boletería del teatro. El programa, conducido por el propio Dolina, también cuenta con el acompañamiento de Patricio Barton, Marcelo "Gillespi" Rodríguez y El trío sin nombre integrado por Alejandro Dolina, Martín Dolina y Manuel Moreira.
Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, el grupo del Indio Solari, anunció que volverá a presentarse en La Plata en diciembre próximo.
El cantante se presentará en La Plata este sábado 24 de mayo. Las entradas ya están a la venta a través de la plataforma oficial del Teatro Ópera.
Con su inconfundible mezcla de humor, filosofía y música, Dolina vuelve con el programa que desde hace décadas combina ingenio y reflexión frente a un público fiel. En una charla íntima, repasa la evolución del proyecto desde los años '80 hasta hoy, y se detiene a pensar cómo los cambios sociales, culturales y tecnológicos han afectado su manera de hacer radio.
Dolina deja entrever también su costado más íntimo: sus pensamientos sobre el liderazgo, el arrepentimiento y cómo transitar el paso del tiempo sin renunciar a la sensibilidad ni a las ganas de seguir pensando en voz alta. La Plata, una vez más, será el escenario de ese diálogo abierto con el público, donde cada noche puede ser inolvidable, simplemente porque todo puede suceder.
—¿Desde qué reflexión parte esta nueva presentación de "La venganza será terrible" en La Plata?
—En realidad, todavía no hemos elegido los temas de manera que la respuesta honesta es que no lo sé. El programa nuestro tiene un alto componente de improvisación, de modo tal que a veces preferimos no saber porque no funciona con un mecanismo humorístico de chiste, sino más bien de una creación instantánea que en ella consiste prácticamente toda la gracia. La gente va a ver unos tipos que buscan unas dificultades para ver cómo salen de ellas, ¿no? Esa sería nuestra principal arma, por decirlo así. Después, sí hay una charla más seria para la que tenemos siempre varios caminos posibles.
—"La venganza será terrible" es un proyecto que nació en los años '80 y ha atravesado décadas de cambios sociales, culturales y tecnológicos. ¿Cómo se lleva hoy con el nuevo esquema de medios y consumos culturales?
—No, es que no se lleva. Yo creo que se producen por un lado cambios sociales, culturales, que están fuera del programa, cambios incluso en los mandatos que están fuera del programa y se producen cambios en el programa que no están relacionados, y que nos gustaría que no estuvieran relacionados. Es decir, no se trata de ir siguiendo la moda, sino ir siguiendo lo que nosotros podemos y queremos hacer. A mí me parece que somos unos artistas muy humildes, pero muy sinceros. Y yo creo que el ejercicio sincero del arte es una resistencia. Es una resistencia a los mandatos. Cuando digo los mandatos estoy hablando no solamente de lo último, sino también de una idea filosófica que es la de cumplir con lo que las autoridades dicen, no la Policía, pero sí Aristóteles. Entonces, por ahí te dicen que tienes que ser feliz, por ahí te dicen que la conducta para encontrar la felicidad es precisamente aquella que es funcional a unos intereses ya establecidos, etcétera. Yo creo que el tipo que piensa, por humilde que sea, tiene que poner en tela de juicio esos mandatos. Por un lado, los mandatos filosóficos de Aristóteles o de quién fuere, y también los mandatos del momento, las cosas que parecen estar de moda, la forma de conducir cada uno nuestra vida, que parece ser auspiciada por los poderosos. Hacemos lo posible por salir de ese molde y a veces lo que conseguimos es muy humilde, hasta muy tonto, pero es preferible eso a andar siguiendo las novedades que se producen aquí y allá, ¿no? Cosas para la que además no tenemos mucha habilidad.
—Si es que la hay, ¿cuál cree que es la clave para sortear esos mandatos?
—Justamente, no hay clave. Cada uno se busca evitar, o busca ser capitán de su propio barco, su propio destino, pero lo busca y casi nunca lo consigue, casi nunca lo consigue porque las fuerzas que nos manipulan son poderosísimas. Son poderosísimas e inteligentes, de manera que a veces consiguen que uno crea que está buscando su propio camino cuando lo que hace es seguir el camino que ya otros han trazado para uno. Esta es una de las paradojas más tristes y más lamentables, ¿no?
—Mencionaba la felicidad. ¿Qué lugar cree que tiene la cultura en esa búsqueda de la felicidad?
—Vaya a saber si es posible la felicidad, pero en cualquier caso la cultura nos presenta algunas buenas noticias. Las buenas noticias son el conocimiento, son el pensamiento y la poesía y el arte o la música, son cosas que tienen que ver con lo cultural y tienen que ver con la forma en que uno busca ser feliz. Y, acaso, podría decir que gracias a esos elementos que pertenecen al mundo de la cultura, por ahí conseguimos algunos minutos. No sé si de felicidad, pero sí de alegría.
—Hace un año decía en una entrevista que el mundo no parecía ir hacia un progreso lineal, sino que más bien había un "regreso". ¿Cómo ve eso hoy, un año después? ¿Se detuvo o continúa?
—Evidentemente que se ha acentuado, ¿no? Hasta se ha convertido en bandera. Es un proceso que ya no se toma como un pago inevitable a cierta forma de vida a la que estamos acostumbrados, sino que se ha convertido en algo que hacemos con convicción filosófica. Y si para sostener ciertas formas económicas había que ser un poco cruel. ahora se le ha agregado la satisfacción de hacerlo.
—En algunas ocasiones habló de discusiones "reiniciadas", debates que creíamos superados y que hoy vuelven a estar en el centro. ¿Qué opina de ese fenómeno?
—La verdad es que estás hablando con una persona muy desesperanzada al respecto. Pues yo no noto que nadie, no digo que esté interesado en esa discusión, casi no noto que nadie reconozca la existencia de esa discusión. Hay gente que piensa que la discusión ya está dada y que el resultado también, que no están interesados en mantener ninguna clase de ejercicio del pensamiento para ver a dónde nos conduce la inteligencia. El retroceso ha seguido en estos años. Y yo no escucho que nadie esté dándola a la discusión.
—¿A qué cree que se debe ese desinterés o desencanto con la política? ¿Podría ser por una ausencia de liderazgos o por otra cosa?
—Las mismas fuerzas que han difundido las ideas que podríamos llamar individualistas, por darle algún nombre, tienen sus formas de difusión, sus formas de manipulación que son pertenecientes al pensamiento y pertenecientes también a la tecnología. De manera que ha habido ejércitos bien armados defendiendo u operando para que el desinterés crezca, las cosas se admitan tal cual como se ven y hasta se festeje y se celebren. El poder siempre tiene más armas que el que está resistiendo desde una posición más débil. La falta de liderazgo se admite dos explicaciones. La primera, la ausencia de líderes y la segunda, la ausencia de personas que se remitan a instancias superiores, o sea, la ausencia de personas que acepten liderazgos. Ahora, cuando uno se encuentra con que la cosogonía opuesta sí encuentra líderes, puede deberse a también una patología inversa. Algunos no encuentran líderes porque tampoco los buscan y otros los encuentran con mucha facilidad, de tal modo que cualquiera se constituye de forma casi casual y por motivos generalmente indeseables en líderes. Así ha pasado en la historia muchas veces. Hemos tenido épocas en el siglo XX de multitud de líderes demoníacos.
—¿Cuál cree que puede ser alguna salida o alternativa para dar un giro en este desencanto?
—No lo sé. No lo sé, y aparte no conozco a nadie que lo sepa. Cuando era chico y cuando era joven, pensaba que había mucha gente que sabía cómo eran las cosas, que estaba lleno de sabios el mundo y que bastaba con extender la intensidad de nuestra consulta para responder más o menos bien a casi todas las preguntas. Es decir, yo creí que había gente que sabía y que esa gente era de fácil localización. Eso creía y debe haber alguno que lo sepa, decía yo. Bueno, parece que no es así.
—Se habla mucho del avance de la tecnología y cómo puede hacernos perder la creatividad. ¿Piensa que vamos en esa dirección?
—Depende lo que uno entienda como tecnología. Se puede pensar que ciertas comodidades tecnológicas con el cerebro mágico, digo, como la guía telefónica, nos priva del ejercicio de ciertas tareas. Es fácil encontrar información, es fácil reemplazar esa información por otra más sencilla. Pero, en general, también puede considerarse a la tecnología como una aliada de la búsqueda y como una aliada de la inteligencia, no como un reemplazo. Como una ayuda para que el hombre que piensa tenga un desarrollo más rápido de las ideas aplicadas. Pero vaya a saber, habría que ser experto en pedagogía para ver si la falta de fuerza para adquirir los conocimientos produce una atrofia de nuestra mente.
—Alguna vez dijo que era un adolescente "poco recomendable". ¿Qué mensaje le gustaría dar hoy a los jóvenes, a partir de su experiencia?
—Justamente, no hagan caso de los consejos de alguien que fue un adolescente poco recomendable y ahora es un señor mayor y bastante menos recomendable que antes. Yo decía eso porque cuando adolescente era muy cruel. La palabra cruel es demasiado. Era un tipo que buscaba siempre divertirse y muchas veces usaba a los demás para sus bromas y sus paradojas aplicadas, entonces era muy cruel. Yo me arrepiento muchísimo de eso. Me arrepiento. Pero no sabés cuánto. De haber sido cruel con, a lo mejor, algún compañero que no era tan rápido. Esa cobardía no me la voy a perdonar nunca. Y trato de ser ahora un poco más comprensivo con la debilidad humana de la cual soy un partícipe muy activo. De manera que a veces dejo pasar a propósito la broma, los chistes y esas desvalorizaciones que suelen ocurrir entre amiguetes. A muchos les resulta gracioso rastrear el desatino, pero rastrear también la incapacidad para sacarla a luz y lucir, yo detesto eso y trato de evitarlo en todo momento.
—¿Cree que la crueldad es algo que, pase el tiempo que pase, siempre está ahí?
—Y, es parte de la naturaleza humana. Crueles han existido siempre y la crueldad también. Hay épocas en que se ponen de moda algunas cosas. Ponerse de moda es simplemente que nos vamos contagiando en el uso de ciertos recursos para imponer nuestros deseos. Uno de ellos es la crueldad. Hace años en mi juventud florecía el hippismo por alguna razón. No es que yo esté tan entusiasmado con el hippismo ni mucho menos, pero nosotros que teníamos 18, 20 años, viajábamos por ahí y nos cruzábamos con otros pibes a veces de otros países, de otras formaciones. Sin embargo, se saludaba con una especie de afecto, con una especie de demostración de buena voluntad, que era lo contrario de la crueldad. Quería decir más o menos: odiamos la sociedad de consumo y odiamos los valores que la sociedad de consumo prohíja y estamos a favor de lo que es amoroso y de lo que es generoso. Eso decía, con esta misma torpeza con que lo acabo de decir yo. Y grupos de jóvenes se saludaban así a lo lejos, se sonreían y se estaban diciendo eso. Se estaban diciendo eso. Y flotaba en el aire que la juventud quería eso, quería esa especie de cambio. Y durante bastantes años fue creciendo en la sociedad toda una opinión que se podría resumir de esa forma torpe en que yo lo he hecho, que es el pensar en el otro, que es el deshacerse de los odios raciales, de los prejuicios de género, etcétera. Todo eso flotaba en el aire. Lo contrario flota en el aire hoy día. Lo contrario, lo contrario. Ya no se saludan los grupos, sino que individualmente la persona nos presenta rostros suspicaces, actitudes poco generosas, gestos del individualismo, permítaseme el eufemismo más cerril. Es decir, que si bien la crueldad, como hemos dicho, pertenece al repertorio de la naturaleza humana, quizá va a existir siempre. Yo mismo he sido testigo de épocas de avance y de retroceso, tanto de la crueldad como de la empatía y la generosidad. Ahora estaríamos en la peor época que yo recuerdo.
—¿Estaría un poco de moda la crueldad?
—Sí, claro. Totalmente.