viernes 25 de abril de 2025

Balbo se encerró en su propio laberinto

Abel Balbo una sombra ya pronto será en el mundo Estudiantes. Su ciclo duró menos de 100 días y dejó más nada que poco. Terminó encerrado en su propio laberinto

El 1 de diciembre fue oficializado que Abel Balbo llegaba a Estudiantes de La Plata a pesar que el acuerdo se había sellado algunos días antes. El 5 inició la pretemporada. En su primer y uno de los pocos contactos con la prensa en forma pública (jamás mantuvo un off con los periodistas) se definió como entrenador y trazó su línea de acción. Algo que en el verde césped no se vio.

Tenemos que hacer de Estudiantes un equipo protagonista, veloz y agresivo. Nadie va a defender ni atacar solo, vamos a cumplir ambas fases con mucha gente. Voy a elegir, según la situación del partido, lo mejor para ganar. Estudiantes tiene que jugar toda competencia para ganarla. Creo mucho en el trabajo, el talento y la unión de un grupo fuerte. Carlos Bilardo fue un genio, un adelantado. Incorporé muchas cosas que me enseñó en mi época de jugador y las estoy utilizando, como la organización del equipo y el estudio del rival. Soy un entrenador pragmático". Esta fue su carta de presentación.

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No pudo plasmar nunca esa idea. Se encerró en su propio laberinto y no pudo salir. Por esas cosas del destino siempre estuvo bajo la lupa. No tuvo feeling con el hincha, que siempre lo miró de reojo y con una gran desconfianza. No hubo “onda”.

En la pretemporada, los jugadores siempre se mostraron elogiosos y conformes con el trabajo del nuevo cuerpo técnico: “Ahora sabemos a que vamos a jugar” o “tenemos una idea”, eran frases muy escuchadas. La realidad marcó otra cosa y no solo los números son irrefutables, sino también el contenido. Pudo haber sumado algo más en ciertos partidos pero tampoco hubiera representado cambiar la imagen.

No se vio nada de lo que Balbo dijo. El equipo fue tibio para atacar e ingenuo para defender. Tuvo una mandíbula frágil. No le llegaron mucho pero cada vez que lo hicieron lo lastimaron. Malos retrocesos, centros cruzados hirientes. Nunca dio imagen de solidez.

Balbo cambió mucho de un partido al otro, de nombres y de esquema. Incluso dentro de los mismos partidos. Los errores fueron muchos y evidentes. Santiago Nuñez (el quinto central en la pretemporada) arrancó de titular, jugó 2 partidos y sin causas razonables nunca más volvió a jugar. Lo mismo ocurrió con varios.

La zaga en solo 7 partidos fue Núñez- Zaid Romero, Juan Cruz Guasone-Luciano Lollo, Guasone-Romero, Lollo-Romero, Jorge Rodríguez-Lollo, Lollo-Rodríguez-Romero, Rodríguez-Ezequiel Muñoz-Lollo. Demasiado. Así pasó en casi todos los puestos. El equipo terminó siendo una Babel, donde cada uno habló su idioma y no se entendieron.

EL FINAL

Nunca es bueno que un ciclo dure tan poco pero a veces hay que leer la situación, para eso están los directivos y no queda otro remedio. Lo de Balbo fue la crónica de una muerte anunciada. No hubo señales de vida del equipo y el año recién empieza. Balbo se encerró en su propio laberinto y se fue sin hablar, un común denominador de su ciclo. Los jugadores también son responsables y deberán hacer una fuerte autocrítica para cambiar la historia.

El fútbol argentino es impiadoso, no se puede jugar por el nombre. Hay que correr y dejar todo. Es lo que exige la camiseta que se ponen.

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