La brigada criminal de París continúa buscando a Loïk Le Priol, principal sospechoso por el asesinato de Federico Martín Aramburu en la madrugada del sábado en el Barrio Latino, y a uno de sus cómplices. Según fuentes policiales, el acusado pertenece a un violento grupúsculo de extrema derecha y fue varias veces condenado por la Justicia. Además, no tenía derecho de estar en la capital de Francia.
Hasta el momento, una mujer de 24 años es la única detenida por el crimen del rugbier platense. Allegados al caso indicaron que la joven conducía el jeep de donde partieron algunos disparos mortales. Este martes se presentó ante el juez de instrucción para ser formalmente inculpada.
Loik Le Priol, presunto autor de los disparos mortales, se encuentra bajo control judicial después de haber sido juzgado por violencia en reunión en 2015, donde él y otros miembros del GUD (Grupo Unión Defensa) torturaron a un exmiembro de la misma organización de extrema derecha. El acusado tampoco podía estar en contacto con el segundo individuo buscado por el asesinato de Federico Aramburu.
Se trata de un tal Romain B., que también participó en la sesión de tortura de 2015. Según los testigos del bar Le Mabillon, donde Le Priol y él se cruzaron con Aramburu, se trata de un individuo corpulento y agresivo. La tercera incriminada es la mujer de 24 años que fue detenida durante el fin de semana.

Residente en Biarritz, ciudad balnearia del sudoeste de Francia, el rugbier se encontraba esa noche en París en compañía de su amigo y excompañero de equipo, Shaun Hegarty, para asistir al día siguiente al partido del rugby Francia-Inglaterra, en la final del Torneo de las VI Naciones.

Poco a poco van apareciendo nuevos detalles sobre lo que sucedió esa noche. Según algunos testigos, el incidente en Le Mabillon habría comenzado cuando un hombre se acercó a la mesa de los matones a pedir fuego, recibiendo una violenta respuesta. Fue entonces cuando Aramburu y Hegarty habrían intervenido y el argentino, tirándolo de la capucha de su buzo, hizo caer a uno de los matones. El resto fue un absurdo in crescendo de ferocidad y ensañamiento que terminó con la vida del platense, abatido de cuatro disparos en uno de los barrios más célebres de París.