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Valentina, la ingeniera trans que hizo historia con su título rectificado en la UTN
EXCLUSIVO 0221.COM.AR

Valentina, la ingeniera trans que hizo historia con su título rectificado en la UTN

Egresada con el segundo mejor promedio en 1990, hoy se desempeña en AYSA. En una entrevista exclusiva con 0221.com.ar habló de activismo, trabajo y visibilidad.

19 de febrero de 2022

Mi vieja me hizo una pregunta: "¿por qué no lo hiciste antes?". Y yo le dije: porque no pude. 

Valentina Valkiria Zarattin tiene 56 años y es ingeniera Civil y de Construcción. Se recibió en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) platense en 1990, donde egresó como segundo mejor promedio. A lo largo de su vida desarrolló tareas de jerarquía en empresas constructoras como Delta S.A. o Supercemento, estuvo a cargo de obras y dirigió numerosos emprendimientos. Recién en 2018 se animó a transicionar, despojándose de "las represiones internas y externas". "Se requiere de mucho coraje y eso se gana, a veces, con el malestar interno que tenés. Cuando ves que probaste todo, todo para encajar, para ser lo que te piden que seas y seguís teniendo problemas... eso te da coraje. Es como que estás muerta en vida, en cierta medida ves la muerte muy de cerca. Y decís: a muerta por muerta lo hago. Es un poco eso", reflexiona en una entrevista con 0221.com.ar desde la localidad de San Martín, donde actualmente vive.

Pero Valentina nació y creció en La Plata, en una zona céntrica, con padres italianos: él músico, ella peluquera. Hermana de tres, asistió a la escuela N° 78 Francisco Legarra (en 13 y 42) y cuando cumplió 18 eligió una carrera técnica. Corría el año 1984 y el Servicio Militar seguía siendo obligatorio: "Me tocó, pero por suerte salí a los tres meses con una baja provisoria que me permitió retomar la facultad. Solo había cursado una semana, pero sabía que me tocaba, me habían revisado así que me podían llamar. La baja me permitió retomar la facultad, y arranqué como pude pero terminé aprobando todas las materias", cuenta con humildad. De igual manera aclara que sus dos títulos no son por "doce años de carrera", sino que "en aquella época para ser ingeniera Civil, podías ser en Construcciones y cursar un año más. La incumbencia de Construcciones son los edificios nada más; en cambio, Civil abarca puertos, obras hidráulicas y también viales: es mucho más amplio", explica.

Si en la actualidad la presencia de mujeres en las carreras de Ciencia y Técnica sigue siendo un tema pendiente, por entonces la discusión ni siquiera estaba dada. "Y yo era rare, digamos. En esa epoca -y ahora también- mis grupos preferidos eran Joy Division, The Cure, New Order. Eran bandas de la época, que recién aparecían, y a mí me gustaba peinarme como Robert Smith, con los pelos todos parados. No me pintaba, me daba no sé qué. Ahí llegaba la represión y no me dejaba. Pero increíblemente, como yo rendía y me iba bien, los profesores me tenían el total de los respetos. Después medio que me 'civilicé': me peiné 'normal', tuve una novia y fui una persona 'bien', como se diría por ahí. Y me recibí así", cuenta.

Décadas más tarde, Valentina siente que ese look en semejante contexto -todos (presumiblemente) varones, estudiando ciencias "duras"- era parte de "una protesta interna de género". Estaba lejos de transicionar, hacía lo que le salía. Eran épocas donde la ley de Identidad de Género parecía una utopía, donde social y estatalmente ser travesti era sinónimo de delito. Valentina se recibió y se fue a trabajar a América, una pequeña localidad del oeste bonaerense. Más tarde entró en Supercemento y después en Nordelta. "Siempre haciendo obras, a cargo de muchas. No hubo, no hay y no va a haber otra ingeniera, ingeniero o ingeniere que haya participado de tantas obras en Nordelta como yo: es un clavo que va a tener la empresa, la ingeniera que más participó en obras es una mujer trans", se ríe del otro lado de la pantalla.

"Eran obras de mucho volumen, tenés partes a cargo y por ahí hay otras personas más en otra área, o delegás, o tenés un jefe o gerente. Por eso nunca digo que 'hice' la obra sino que participé. ¿En qué puesto? Jefa de obra, Coordinación, etcétera... Si tenés a 100 personas a cargo, vos no hiciste la obra, la hicieron esos 100", define tajante. Recién en 2018, seis años después de la sanción de la Ley de Identidad de Género, Valentina comenzó formalmente su transición -que venía de mucho antes- y realizó los cambios de rigor: rectificación del DNI y la partida de nacimiento.

"MILITAMOS CON SALIR A LA CALLE"

El 27 de noviembre de 2018 salió a la calle propiamente como Valentina. Venía hormonándose hacía meses, pintándose las uñas y dejándose el pelo largo. Pero "nunca había usado ropa de mujer en la calle: era todo un tema, algo difícil para mí". Cuando lo hizo ya vivía en San Martín, y por fortuna contó con una valiosa red de acompañamiento compuesta por otras mujeres trans y travestis (específicamente de la Asociación de Travestis,Transexuales y Transgéneros de Argentina, A.T.T.T.A) y personas aliadas. "Mi mamá ya no está, pero ella era muy importante para mí. Al principio no me acompañó en esto, algo que sabía que iba a pasar. Se lo dije bien, un día fuimos a tomar un café a La Plata, allá por 2018. Y le dije: te tengo que decir ago. Ella ya lo sabía, toda la vida lo supo: si me encontraba ropa cuando vivía con ella, y siempre trataba de hacer como que no pasaba nada. Así que primero empezó: y cómo vas a hacer, qué le vas a decir a fulana, a tu prima que vive en Italia... Me buscaba por todos lados, pero veía que no podía entrar", sonríe Valentina.

Con el tiempo la situación cambió. "Tengo anécdotas muy lindas de ella, por ejemplo que mientras 'no me aceptaba' me regalaba sus pulseras, me compraba aros y lápices labiales... Tengamos en cuenta que ella era evangelista. Ah, y siempre me tenía el pelo. Le veía la cara de emoción cuando me teñía... y era impagable", asegura. Ahora que su madre falleció, la acompañan amigas, compañeros y compañeras de militancia de Nueva Mayoría, el partido al que se sumó y que tiene como referente al legislador porteño Itaí Hagman. Cuenta lo que suelen decir con Sofía, una amiga del barrio: "Nosotras militamos con salir a la calle, o sea, ya el ser visibles es militar".

"Tampoco es que me golpeo el pecho por ser 'la' militante, pero milito y creo que la visibilidad es importante. Me acerqué a ATTTA casi de forma natural, lógica. Y lo mismo con la militancia política. Yo trabajaba y me gustaba el gobierno (de Cristina Fernández de Kirchner) a pesar de que me sacaban un montón de impuestos. Cobraba muy bien en mi trabajo, y de Ganancias se me iba un sueldo. Pero yo lo veía bien, compartía el sentido de la medida. Y nunca había imaginado que perdería el peronismo. Fue un baldazo, y desde ese momento supe todo lo que venía" con Mauricio Macri, asegura. "Ahí es donde sentí: hay que meterse. En casi ninguna empresa yo pude decir que era peronista: por los cargos que tenía, jerárquicos, estaba muy mal visto. Incluso gente que estaba 'debajo' mío, capataces por ejemplo, votaban a Macri, y yo no lo podía creer porque ni siquiera yo, que cobraba mejor, me sentía parte de su mirada, de su política", ejemplifica.

Después de transicionar y acercarse a ATTA, una de sus compañeras le acercó su CV a Malena Galmarini, flamante directora de la empresa estatal, y gracias a su extensa trayectoria logró entrar a AYSA. Mientras, Valentina daba clases de Matemáticas en un bachillerato popular en Villa Lugano. Un sábado cualquiera volvía de dar una clase de apoyo y se acercó al hospital municipal -que supo proveerle hormonas durante unos meses en los que estuvo desempleada y sin obra social- para participar de un taller de Diversidad. "Y ahí empecé la militancia política, si se quiere, ya de grande, muy grande", cuenta.

UNA BUROCRACIA QUE SIEMPRE PESA

Valentina quiso hacer los cambios administrativos correspondientes no solo en su DNI sino también en otra gran parte de su identidad: su carrera como ingeniera. Por eso, una vez actualizado el documento de identidad y su partida de nacimiento, se acercó a la UTN para dar inicio a otro trámite que, desafortunadamente, al comienzo resultó más burocrático de lo esperado. "El año pasado me cansé de preguntar: ¿no tenían un procedimiento, una resolución, algo, que diga cómo se tiene que hacer esto? Estaban como si hubiera caído una nave del espacio, no sabían qué hacer, estaban averiguando...", recuerda Valentina.

De hecho, asegura, el año pasado autoridades de la UTN (que tuvieron su recambio en diciembre del 2021) le habían asegurado incluso que su caso era el primero. Pero se enteró por otras fuentes que era el cuarto: antes habían rectificado sus títulos ingenieras trans de Santa Fe, Santa Cruz y hasta CABA. Parecía que se enfrentaba a algo que nunca antes se había hecho, "no sabían qué pedirme y me empezaron a pedir cosas raras. Para mí con el DNI debería alcanzar, es el testimonio de que cambiaste de nombre y tenés la misma fecha de nacimiento y número de documento. Me pidieron eso, la partida de nacimiento rectificada y la fotocopia de títulos y analítico: eso era lógico. Pero después me pidieron el título secundario. Yo ni siquiera recordaba haberlo visto después de recibida... y como viví en un montón de localidades, podía estar en cualquier lado", dice.

Increíblemente lo encontró y lo presentó. "Justo a mitad del año pasado tuve un momento personal medio bajón, casi depresivo, y este fue un grano de arena muy feo. Me cayó mal, sentía que me estaban pidiendo una locura con lo del título secundario si hace 30 años que trabajo de esto. Por suerte no me pidieron rectificarlo, que era otro miedo que yo tenía: hacerlo hubiese tardado lo mismo o más que rectificar el título universitario", asegura. Fue un proceso largo, porque incluso llegaron a pedirle sus títulos originales, algo que le daba ansiedad y miedo entregar.

Recién gracias a una militante de su partido que trabaja en el Ministerio de Educación, pudo confirmar que no necesitaba más de lo que había entregado. Acordó con las autoridades una contraentrega, que es lo que sucederá este viernes: ella entregará sus títulos originales y le darán a cambio los nuevos, rectificados. Tras realizarse una operación en diciembre, Valentina comenzó a hablar con con autoridades de Extensión Universitaria de la nueva gestión, a cargo de Luis Ricci, hasta que se sintió en condiciones para concretar el viaje a La Plata (Berisso) y la entrega.

"Surgió que me hicieran una entrevista desde el área de Comunicación, y después lo de hacer la ceremonia. Todo fue paso a paso. Yo en una de las charlas conté que soy militante del colectivo LGBTQINB+, y que estoy por la visibilización. Ahí vieron que estaba interesada en que se dé a conocer, porque esto iba más allá de un trámite personal, individual", dice. "No sé cuántas más mujeres trans habrá cursando ingenierías, seguro que debe haber y que aún no son visiblemente trans. Nunca se sabe realmente la cantidad de personas que viven en el clóset", cierra Valentina. 

LA ENTREGA 

La ceremonia de entrega se llevó a cabo el último viernes en el Salón de Actos de Facultad Regional La Plata (en 60 y 124, Berisso) y contó con la participación de autoridades de los Ministerios de Mujeres, Género y Diversidad tanto de la Nación como de la Provincia, además de representantes de agrupaciones feministas, trans, travesti y la comunidad tecnológica.

La nueva gestión de la Facultad dijo en un comunicado que "siente un gran orgullo en recibir, después de más de tres décadas, a una destacada egresada de la casa y más aún, de ser parte de este hecho que sienta un precedente y permite que más personas gocen plenamente de sus derechos". 

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Egresada con el segundo mejor promedio en 1990, hoy se desempeña en AYSA. En una entrevista exclusiva con 0221.com.ar habló de activismo, trabajo y visibilidad.
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Valentina, la ingeniera trans que hizo historia con su título rectificado en la UTN

Egresada con el segundo mejor promedio en 1990, hoy se desempeña en AYSA. En una entrevista exclusiva con 0221.com.ar habló de activismo, trabajo y visibilidad.
Valentina, la ingeniera trans que hizo historia con su título rectificado en la UTN

Mi vieja me hizo una pregunta: "¿por qué no lo hiciste antes?". Y yo le dije: porque no pude. 

Valentina Valkiria Zarattin tiene 56 años y es ingeniera Civil y de Construcción. Se recibió en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) platense en 1990, donde egresó como segundo mejor promedio. A lo largo de su vida desarrolló tareas de jerarquía en empresas constructoras como Delta S.A. o Supercemento, estuvo a cargo de obras y dirigió numerosos emprendimientos. Recién en 2018 se animó a transicionar, despojándose de "las represiones internas y externas". "Se requiere de mucho coraje y eso se gana, a veces, con el malestar interno que tenés. Cuando ves que probaste todo, todo para encajar, para ser lo que te piden que seas y seguís teniendo problemas... eso te da coraje. Es como que estás muerta en vida, en cierta medida ves la muerte muy de cerca. Y decís: a muerta por muerta lo hago. Es un poco eso", reflexiona en una entrevista con 0221.com.ar desde la localidad de San Martín, donde actualmente vive.

Pero Valentina nació y creció en La Plata, en una zona céntrica, con padres italianos: él músico, ella peluquera. Hermana de tres, asistió a la escuela N° 78 Francisco Legarra (en 13 y 42) y cuando cumplió 18 eligió una carrera técnica. Corría el año 1984 y el Servicio Militar seguía siendo obligatorio: "Me tocó, pero por suerte salí a los tres meses con una baja provisoria que me permitió retomar la facultad. Solo había cursado una semana, pero sabía que me tocaba, me habían revisado así que me podían llamar. La baja me permitió retomar la facultad, y arranqué como pude pero terminé aprobando todas las materias", cuenta con humildad. De igual manera aclara que sus dos títulos no son por "doce años de carrera", sino que "en aquella época para ser ingeniera Civil, podías ser en Construcciones y cursar un año más. La incumbencia de Construcciones son los edificios nada más; en cambio, Civil abarca puertos, obras hidráulicas y también viales: es mucho más amplio", explica.

Si en la actualidad la presencia de mujeres en las carreras de Ciencia y Técnica sigue siendo un tema pendiente, por entonces la discusión ni siquiera estaba dada. "Y yo era rare, digamos. En esa epoca -y ahora también- mis grupos preferidos eran Joy Division, The Cure, New Order. Eran bandas de la época, que recién aparecían, y a mí me gustaba peinarme como Robert Smith, con los pelos todos parados. No me pintaba, me daba no sé qué. Ahí llegaba la represión y no me dejaba. Pero increíblemente, como yo rendía y me iba bien, los profesores me tenían el total de los respetos. Después medio que me 'civilicé': me peiné 'normal', tuve una novia y fui una persona 'bien', como se diría por ahí. Y me recibí así", cuenta.

Décadas más tarde, Valentina siente que ese look en semejante contexto -todos (presumiblemente) varones, estudiando ciencias "duras"- era parte de "una protesta interna de género". Estaba lejos de transicionar, hacía lo que le salía. Eran épocas donde la ley de Identidad de Género parecía una utopía, donde social y estatalmente ser travesti era sinónimo de delito. Valentina se recibió y se fue a trabajar a América, una pequeña localidad del oeste bonaerense. Más tarde entró en Supercemento y después en Nordelta. "Siempre haciendo obras, a cargo de muchas. No hubo, no hay y no va a haber otra ingeniera, ingeniero o ingeniere que haya participado de tantas obras en Nordelta como yo: es un clavo que va a tener la empresa, la ingeniera que más participó en obras es una mujer trans", se ríe del otro lado de la pantalla.

"Eran obras de mucho volumen, tenés partes a cargo y por ahí hay otras personas más en otra área, o delegás, o tenés un jefe o gerente. Por eso nunca digo que 'hice' la obra sino que participé. ¿En qué puesto? Jefa de obra, Coordinación, etcétera... Si tenés a 100 personas a cargo, vos no hiciste la obra, la hicieron esos 100", define tajante. Recién en 2018, seis años después de la sanción de la Ley de Identidad de Género, Valentina comenzó formalmente su transición -que venía de mucho antes- y realizó los cambios de rigor: rectificación del DNI y la partida de nacimiento.

"MILITAMOS CON SALIR A LA CALLE"

El 27 de noviembre de 2018 salió a la calle propiamente como Valentina. Venía hormonándose hacía meses, pintándose las uñas y dejándose el pelo largo. Pero "nunca había usado ropa de mujer en la calle: era todo un tema, algo difícil para mí". Cuando lo hizo ya vivía en San Martín, y por fortuna contó con una valiosa red de acompañamiento compuesta por otras mujeres trans y travestis (específicamente de la Asociación de Travestis,Transexuales y Transgéneros de Argentina, A.T.T.T.A) y personas aliadas. "Mi mamá ya no está, pero ella era muy importante para mí. Al principio no me acompañó en esto, algo que sabía que iba a pasar. Se lo dije bien, un día fuimos a tomar un café a La Plata, allá por 2018. Y le dije: te tengo que decir ago. Ella ya lo sabía, toda la vida lo supo: si me encontraba ropa cuando vivía con ella, y siempre trataba de hacer como que no pasaba nada. Así que primero empezó: y cómo vas a hacer, qué le vas a decir a fulana, a tu prima que vive en Italia... Me buscaba por todos lados, pero veía que no podía entrar", sonríe Valentina.

Con el tiempo la situación cambió. "Tengo anécdotas muy lindas de ella, por ejemplo que mientras 'no me aceptaba' me regalaba sus pulseras, me compraba aros y lápices labiales... Tengamos en cuenta que ella era evangelista. Ah, y siempre me tenía el pelo. Le veía la cara de emoción cuando me teñía... y era impagable", asegura. Ahora que su madre falleció, la acompañan amigas, compañeros y compañeras de militancia de Nueva Mayoría, el partido al que se sumó y que tiene como referente al legislador porteño Itaí Hagman. Cuenta lo que suelen decir con Sofía, una amiga del barrio: "Nosotras militamos con salir a la calle, o sea, ya el ser visibles es militar".

"Tampoco es que me golpeo el pecho por ser 'la' militante, pero milito y creo que la visibilidad es importante. Me acerqué a ATTTA casi de forma natural, lógica. Y lo mismo con la militancia política. Yo trabajaba y me gustaba el gobierno (de Cristina Fernández de Kirchner) a pesar de que me sacaban un montón de impuestos. Cobraba muy bien en mi trabajo, y de Ganancias se me iba un sueldo. Pero yo lo veía bien, compartía el sentido de la medida. Y nunca había imaginado que perdería el peronismo. Fue un baldazo, y desde ese momento supe todo lo que venía" con Mauricio Macri, asegura. "Ahí es donde sentí: hay que meterse. En casi ninguna empresa yo pude decir que era peronista: por los cargos que tenía, jerárquicos, estaba muy mal visto. Incluso gente que estaba 'debajo' mío, capataces por ejemplo, votaban a Macri, y yo no lo podía creer porque ni siquiera yo, que cobraba mejor, me sentía parte de su mirada, de su política", ejemplifica.

Después de transicionar y acercarse a ATTA, una de sus compañeras le acercó su CV a Malena Galmarini, flamante directora de la empresa estatal, y gracias a su extensa trayectoria logró entrar a AYSA. Mientras, Valentina daba clases de Matemáticas en un bachillerato popular en Villa Lugano. Un sábado cualquiera volvía de dar una clase de apoyo y se acercó al hospital municipal -que supo proveerle hormonas durante unos meses en los que estuvo desempleada y sin obra social- para participar de un taller de Diversidad. "Y ahí empecé la militancia política, si se quiere, ya de grande, muy grande", cuenta.

UNA BUROCRACIA QUE SIEMPRE PESA

Valentina quiso hacer los cambios administrativos correspondientes no solo en su DNI sino también en otra gran parte de su identidad: su carrera como ingeniera. Por eso, una vez actualizado el documento de identidad y su partida de nacimiento, se acercó a la UTN para dar inicio a otro trámite que, desafortunadamente, al comienzo resultó más burocrático de lo esperado. "El año pasado me cansé de preguntar: ¿no tenían un procedimiento, una resolución, algo, que diga cómo se tiene que hacer esto? Estaban como si hubiera caído una nave del espacio, no sabían qué hacer, estaban averiguando...", recuerda Valentina.

De hecho, asegura, el año pasado autoridades de la UTN (que tuvieron su recambio en diciembre del 2021) le habían asegurado incluso que su caso era el primero. Pero se enteró por otras fuentes que era el cuarto: antes habían rectificado sus títulos ingenieras trans de Santa Fe, Santa Cruz y hasta CABA. Parecía que se enfrentaba a algo que nunca antes se había hecho, "no sabían qué pedirme y me empezaron a pedir cosas raras. Para mí con el DNI debería alcanzar, es el testimonio de que cambiaste de nombre y tenés la misma fecha de nacimiento y número de documento. Me pidieron eso, la partida de nacimiento rectificada y la fotocopia de títulos y analítico: eso era lógico. Pero después me pidieron el título secundario. Yo ni siquiera recordaba haberlo visto después de recibida... y como viví en un montón de localidades, podía estar en cualquier lado", dice.

Increíblemente lo encontró y lo presentó. "Justo a mitad del año pasado tuve un momento personal medio bajón, casi depresivo, y este fue un grano de arena muy feo. Me cayó mal, sentía que me estaban pidiendo una locura con lo del título secundario si hace 30 años que trabajo de esto. Por suerte no me pidieron rectificarlo, que era otro miedo que yo tenía: hacerlo hubiese tardado lo mismo o más que rectificar el título universitario", asegura. Fue un proceso largo, porque incluso llegaron a pedirle sus títulos originales, algo que le daba ansiedad y miedo entregar.

Recién gracias a una militante de su partido que trabaja en el Ministerio de Educación, pudo confirmar que no necesitaba más de lo que había entregado. Acordó con las autoridades una contraentrega, que es lo que sucederá este viernes: ella entregará sus títulos originales y le darán a cambio los nuevos, rectificados. Tras realizarse una operación en diciembre, Valentina comenzó a hablar con con autoridades de Extensión Universitaria de la nueva gestión, a cargo de Luis Ricci, hasta que se sintió en condiciones para concretar el viaje a La Plata (Berisso) y la entrega.

"Surgió que me hicieran una entrevista desde el área de Comunicación, y después lo de hacer la ceremonia. Todo fue paso a paso. Yo en una de las charlas conté que soy militante del colectivo LGBTQINB+, y que estoy por la visibilización. Ahí vieron que estaba interesada en que se dé a conocer, porque esto iba más allá de un trámite personal, individual", dice. "No sé cuántas más mujeres trans habrá cursando ingenierías, seguro que debe haber y que aún no son visiblemente trans. Nunca se sabe realmente la cantidad de personas que viven en el clóset", cierra Valentina. 

LA ENTREGA 

La ceremonia de entrega se llevó a cabo el último viernes en el Salón de Actos de Facultad Regional La Plata (en 60 y 124, Berisso) y contó con la participación de autoridades de los Ministerios de Mujeres, Género y Diversidad tanto de la Nación como de la Provincia, además de representantes de agrupaciones feministas, trans, travesti y la comunidad tecnológica.

La nueva gestión de la Facultad dijo en un comunicado que "siente un gran orgullo en recibir, después de más de tres décadas, a una destacada egresada de la casa y más aún, de ser parte de este hecho que sienta un precedente y permite que más personas gocen plenamente de sus derechos".