"Nunca me imaginé que iba a terminar haciendo vestidos, era lo último que me esperaba”, contó de entrada Sofía, mientras acomodaba la espectacular colección de vestidos exhibida en el único perchero del espacio Cangreja, el atelier de diseño de prendas de fiesta a medida, que hoy se impone en el mundo de la alta costura.

La diseñadora platense tuvo acceso al desarrollo de la prenda, al diseño en sí mismo y a los fitting; las pruebas con modelos donde directamente se dan las terminaciones sobre el cuerpo. “Todo eso para mí era alucinante. Con él hacía corte y tizado, prêt-à-porter –prendas listas para llevar- pero siempre intervenidas, con mucho tratamiento textil”, aclara.

El tizado, según explica Sofía, consiste en estirar todo el género. Y con la moldería ya hecha, se coloca sobre la tela y se dibuja con una tiza. Luego se recortan las piezas y se hilvanan con una costura floja que permite probar la prenda antes de la confección final. Sofía habla con pasión y se nota: "Esta es solo una parte del proceso que, en realidad, comienza por el diseño mismo del 'concepto'”.

“Yo trato de que cada novia cuente su propia historia. Cada una es diferente, algunas piden vestidos lisos y otras quieren un vestido completamente bordado. Eso habla de cada una de ellas y mi idea es que la personalidad de la novia se vea reflejada en el concepto final”, manifestó.
La magia ahora transcurre en su taller, oculto debajo del salón de pruebas, un lugar plagado de estanterías con cajas y cajitas, botones, prendas bordadas, telas, perchas y fundas de vestidos con el logo de la marca. El protagonismo se lo lleva una impresionante mesa de madera sólida, que ocupa casi todo el espacio y tiene más de un metro de alto. La diseñadora platense hace todo lo que involucra el diseño, moldería y corte de una prenda, hasta que la estructura final es definitiva y se envía al taller de confección.

Pero antes de abrir su ansiado espacio Cangreja, Sofía completó su formación en una variedad de lugares donde suelen desfilar los diseñadores de indumentaria en búsqueda de una identidad. En su pasantía con Churba entró en contacto con la plancha y la indumentaria estampada. “Tuve una visión e intervención ante cómo reaccionaba cada tela en las técnicas como estampado y sublimado. Después trabajé en Miwok y Tramontana, eso me dio un pantallazo general de lo que era una empresa porque ahí todo pasaba por mí”, señaló. Y ese fue el puntapié inicial para dar sus propios pasos en la industria.

Sofía encaró su primer proyecto con una colección de mallas que ella misma confeccionaba y estampaba en plancha. “Estaban de moda las ferias y empezaron a surgir los emprendedores. Con mi marido nos gusta mucho el tema de la playa y de ahí surgió el nombre Cangreja. Me fue espectacular, armaba cada pieza desde cero. Diseñaba las estampas, las mandaba a imprimir y estampaba en lycra yo misma”, recordó.

Dice que el pantallazo sobre cómo abordar una producción desde el inicio se lo dieron las empresas y así fue como empezó a trabajar con talleres de corte y confección. “Soy muy meticulosa en lo que me gusta, me costó delegar, no voy a mentir. Pero la realidad es que, si querés crecer, no puede recaer todo sobre uno”, remarcó la diseñadora.
¿Y QUÉ HAGO CON LAS MALLAS EN INVIERNO?
En verano Sofía vendió mallas, pero comenzó a pensar que necesitaba algo que pudiera mantener todo el año y armó su primera colección de vestidos. “Tuve la posibilidad de instalarme en un showroom en 50 entre 4 y 5, en un departamento que compartía con una chica que hacía carteras y zapatos. Los vestidos eran simples y tenían algún detalle bordado a mano, que se podía usar de noche y de día”, recordó.

Pero el negocio empezó a crecer y varias clientas le preguntaron si podía hacer diseños a medida. Y ahí fue cuando se abrió la gran puerta de entrada al mundo de la alta costura. "Arranqué a trabajar a medida y me encantó, era entender a cada clienta y el cuerpo de cada clienta que son completamente diferentes, pero siempre dándole mi impronta, que en definitiva fue lo que después la gente vino a buscar en mí”, remarcó.

En poco tiempo, Sofía empezó a plantear colecciones de fiesta a través de entrevistas coordinadas. "Siempre pido que empiecen a buscar fotos de referencia de vestidos o tipos de prendas que les gusten y con las que se sientan cómodas”, explicó la diseñadora. Y agregó: "Parte de armar el concepto tiene que ver con identificar el estilo de cada novia o quinceañera. Eso me permitía a entender el estilo de cada una, a veces juntan fotos pero no pueden expresar qué les gusta más o qué menos. Ahí estoy yo viendo qué tipo de patrones se repiten, cuáles son las zonas que quieren tapar y disimular y cuáles quieren resaltar”, relata.
ALTA COSTURA CANGREJA
Sofía no puede precisar un número exacto, pero dice que está cerca de los 90 y pico vestidos desde que arrancó en 2017, con casi 100 historias diferentes. Si las clientas deciden trabajar con ella luego de una entrevista, se comienza el proceso con tres meses de anticipación. "Me gusta hacerlo tranquila y disfrutándolo. Les tomo las medidas y cerramos el diseño”, detalló. Y además aclaró que, por lo general, es un rubro que se contrata hasta con un año y medio de anticipación y en ese proceso puede haber novias que cambien de opinión.

Por eso, en los tres meses previos se cierra el concepto final y comienzan las pruebas y el proceso de armado. Sofía vive todo con emoción y genera un vínculo con sus clientas porque a veces le toca vestir a las novias, a su madre, a sus hermanas y a varias personas de la familia. “Suelo acompañarlas y en la última prueba hacemos fotos acá o en el exterior. Además, voy a cambiarlas cuando están maquilladas, para asegurarme que el vestido quede tal cual como lo probamos la última vez acá”, explicó.

Respecto a la industria de las fiestas en La Plata, su visión desde lo profesional remarca el fuerte cambio que se produjo en la ciudad. “Mi propio vestido de 15 me lo hice con una modista de mi barrio. Hoy por hoy, hay una industria enorme que avanzó muchísimo en La Plata: maquilladoras, peinadoras y ambientaciones; se trata de buscar un concepto general para cada novia, una composición que se pueda bajar a una novia real”, dijo.

LA PANDEMIA
Durante la pandemia, Sofía trató de desarrollar una visión que le permitiera contar su propia historia desde Cangreja, siempre concentrada en los relatos ajenos. Así nació una colección de vestidos de ceremonia y otra de vestidos de civil que ella misma define como “prendas finas, elegantes y con líneas simples que se pueden volver a utilizar en otra oportunidad”.

Ella suele trabajar con géneros rústicos como el lino, atemporales, clásicos, pero con personalidad. La pandemia le permitió repensarse desde Cangreja y aprender también a readaptarse a las exigencias virtuales de la nueva forma de vida. "Por suerte tuve muchas entrevistas porque es un rubro que se contrata con anticipación, pero me pasó que hay novias que todavía están pasando la fecha del casamiento”, contó.

Cuenta que lo más preocupante fueron las condiciones emocionales de las chicas que cumplían 15 en pandemia y tenían todo organizado. "Son las que más lo sufrieron, porque los 15 son a los 15. Tuve muchas que ya no querían saber más nada y otras que lo pasaron a sus 16 y ya no querían un vestido”, aclara y agrega que para ellas, se buscó la vuelta desde el planteo de una prenda diaria con un toque especial, más cerca de la situación de las chicas que crecieron y cambiaron hasta gustos en casi dos años de pandemia.

Sofía hace un balance y reflexiona de manera positiva. "La pandemia frenó las fiestas, pero no las consultas. Las entrevistas que tengo ahora son para mitad y fines del año que viene”, señaló. La pandemia impactó en el volumen de su trabajo pero al mismo tiempo le permitió enfocarse en su colección: “No me puedo quejar, me ha ido muy bien y hoy por hoy vivo de esto que es lo que me apasiona”, cerró la platense apasionada de la alta costura; que ahora planea la linea Mini Cangreja con “El Placard de Joaquina”, una colección de vestidos de lino para nenas inspirados en su propia hija.