lunes 12 de mayo de 2025

Aguer acusó a Tucho Fernández de "desaparecerlo" de la Iglesia

El arzobispo emérito aseguró haberse sentido un "desaparecido eclesial" tras la asunción de Fernández y explicó el por qué.

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El arzobispo emérito de La Plata, Héctor Aguer, recordó recientemente cómo se produjo su salida de la arquidiócesis luego de que el Papa Francisco aceptara su renuncia al cargo por alcanzar los 75 años, en 2018. Asimismo, expresó haberse sentido como un "desaparecido eclesial" tras la asunción del actual arzobispo, Víctor Manuel "Tucho" Fernández.

Luego de permanecer 18 años en su puesto, pocos días después de cumplir los 75 años a los cuales todo obispo debe presentar su renuncia ante el Papa, el Santo Padre nombró como sucesor de Aguer al monseñor Fernández, quien en ese entonces era el rector de la Pontificia Universidad Católica de Argentina.

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El 10 de junio de ese año, Aguer fue despedido por una multitud de fieles en la última Misa que presidió en la Catedral de La Plata, una semana antes de que Fernández asumiera como nuevo arzobispo.

En un texto compartido con ACI Prensa este 11 de julio, el arzobispo emérito lamentó "la confusión" de quienes creyeron que, cuando acabó su servicio como arzobispo de La Plata, se le ofreció seguir habitando en el palacio arzobispal.

El prelado recordó: "Dos días hábiles después de cumplir 75 años, es decir el 28 de mayo de 2018, me llamó telefónicamente el monseñor Vincenzo Turturro, encargado de Negocios A.I. de la Nunciatura Apostólica (el Nuncio, S.E Emil Paul Tscherrig había sido trasladado a Italia), para decirme que mi renuncia había sido aceptada y que mi sucesor debía asumir de inmediato, para poder estar en Roma el 29 de junio a recibir el palio".

"En la única conversación personal que mantuve con el monseñor Víctor Manuel Fernández, advertí que él tenía preparada mi partida a Buenos Aires, por eso se sorprendió cuando le dije que deseaba quedarme en La Plata, después de 20 años de entrega a la arquidiócesis", señaló.

"Él me preguntó dónde pensaba residir y cuando respondí ‘en el Seminario’, arguyó: ‘los eméritos no se quedan en el Seminario’. Evidentemente, desconocía que nuestros predecesores Plaza y Galán, como eméritos, vivieron en el Seminario y allí murieron”, dijo.

Asimismo, Aguer señaló: “Comprendí, con el tiempo, que aquella negativa suya era lógica, ya que traía el propósito de cambiar completamente la orientación del Seminario, lo que efectivamente ocurrió. Entonces, me pidió un lugar alternativo; elegí la Casa Sacerdotal ‘Cura Brochero’, que yo mismo había instituido en el edificio del antiguo Seminario Menor, junto a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Los Hornos, periferia de la ciudad. Allí pasé dos años y ocho meses hasta mi reciente mudanza a Buenos Aires”, indicó.

"En este período fui una especie de desaparecido eclesial, porque no recibí ninguna información ni invitación de la arquidiócesis. Solo me visitaban cuatro o cinco sacerdotes del clero platense (yo había ordenado 49), y uno del Opus Dei", completó.

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