sábado 01 de noviembre de 2025

Es superdotado, cursó medio año en tercer grado y ahora lo obligan a repetir segundo

Benjamín ya hacía sumas y restas con 3 años, rindió libre para saltear un curso y empezó tercer grado, pero ahora las autoridades quieren que repita segundo.

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Benjamín es un chico platense de 6 años que hoy en día se encuentra en el marco de una insólita puja judicial con la Dirección General de Educación Privada (DIEGEP) porque pese a haber rendido el examen para saltar un curso a fines del 2020 y haber asistido durante medio año a tercer grado, el Ministerio de Educación bonaerense ahora lo obliga a retroceder hacia segundo.

Las autoridades sostienen que tiene que realizar de manera obligatoria los seis años previstos en la currícula de estudios primarios. El certificado de Benjamín y el psicodiagnóstico de altas capacidades no sirven a nivel nacional, así le explicaron a sus padres, que presentarán un amparo judicial porque consideran que se están vulnerando los derechos de su hijo, por obligarlo a repetir un curso que ya rindió.

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Todo comenzó cuando la maestra jardinera de salita de 3 de Benjamín escuchó perpleja la respuesta de su alumno a una fábula que leyeron en clase: “No puede ser. Los lobos no hablan ni tampoco se ríen”, le aclaró. La mujer se dio cuenta que su cabeza trabajaba en otro nivel, en ese momento, el nene ya sabía sumar y restar y también había procesado por su cuenta la tabla del 2, cuando le preguntó a sus padres cuánto era el doble de 80.

“Lo aprendió todo en forma autodidacta, sin ayuda de nadie. En general, la gente y buena parte del sistema educativo piensa que ser superdotado es un beneficio, pero los chicos la pasan mal. Nosotros nos acercamos por la parte fea. Benja se aburría muchísimo, no tenía intereses en común con los chicos de su edad y ya empezaba a somatizarlo. Tenía vómitos cíclicos por las noches, sin ninguna razón”, relató a Infobae Soledad Heit, la madre del chico.

Por recomendación de la institución, los padres de Benjamín lo llevaron a realizar un test de psicodiagnóstico, el resultado fue concluyente: la profesional les dijo que el chico tenía superdotación con “múltiples potencialidades”. El diagnóstico destacó su facilidad para las matemáticas y un alto nivel de razonamiento, inteligencia rica y creatividad.

Durante el 2019, la Dirección General de Educación Privada (DIEGEP) validó ese diagnóstico y ese reconocimiento le permitió a Benjamín adelantar un año, de sala inicial de 4 a primer grado de primaria directo.

Pronto fue evidente que lo que le enseñaban en el primer curso de primaria, Benjamín ya lo sabía. Una mañana se acercó a la directora y le preguntó si podía renunciar a la escuela, porque no estaba aprendiendo nada. Ese mismo día, la mujer, atónita por su elección de palabras, llamó a los papás de Benjamín para evaluar los pasos a seguir.

La reunión determinó que habría que reforzar y complejizar las actividades, aunque en realidad, derivó en una sobrecarga de actividad en cuanto a la cantidad y no al desafío intelectual, que terminó por frustrar a Benjamín.

Llegó la pandemia y con el visto bueno de la inspectora, empezó a realizar las clases en segundo grado vía Zoom. Se sintió parte de un grupo y si bien las tareas no le resultaban particularmente desafiantes, podía compartir la misma línea de pensamiento que sus compañeros.

Durante el 2020, Benjamín se preparó para rendir libre en la Ciudad de Buenos Aires, una de las pocas jurisdicciones que habilitan el examen para saltar de curso. El resultado fue de 100 sobre 100 ante un tribunal en una escuela pública porteña que lo acreditó.

Su mamá solicitó la aprobación del documento y reclamos y meses después, la respuesta no llegó. En el inicio del ciclo lectivo 2021, el colegio resolvió que Benjamín iniciara las clases en tercer grado. Medio año después, el 8 de junio, llegó la resolución oficial: la DIEGEP mandó una escueta nota sin firma ni expediente en la que se citaba que el certificado no se reconocía y el chico platense tenía que volver a segundo grado, que significaba repetir un año lectivo.

Mientras tanto, la Ley de Educación Nacional protege en su artículo 93 a los casos como el de Benjamín: “Las autoridades educativas jurisdiccionales organizarán o facilitarán el diseño de programas para la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación de los/as alumnos/as con capacidades o talentos especiales y la flexibilización o ampliación del proceso de escolarización”.

La familia tuvo una reunión con Valeria Trajtenberg, la jefa de inspectores de la Región I, en la que se les explicó que el niño estaba obligado a realizar los seis años previstos en el plan de estudios primarios, no podía promocionar pese a haber acreditado un examen. El dato curiso es que, durante la pandemia, la mayoría de los alumnos si pasaron de curso sin rendir exámenes ni repetir.

“El otro día Benja me dijo: ‘Si no van a valorar lo que hice, no voy más a la escuela’. Por más que tenga facilidad, abarcó dos años en uno, hizo paralelamente las tareas de primer y segundo grado, y rindió libre el examen. Él ya no quiere que lo muevan más de curso. Cuando por fin se siente contenido, otra vez vuelve a afrontar lo que para él es un calvario”, comentó la madre.

La familia presentará un amparo para que pueda matricularse en tercer grado. Para los padres, los derechos de su hijo están siendo vulnerados. Hay un certificado que acredita el examen, un diagnóstico realizado por profesionales que corrobora sus altas capacidades, sin embargo, las autoridades quieren que vuelva para atrás.

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