Ariel Edgardo Peña, exintegrante de la Policía Local de La Plata, declaró en el marco del juicio oral de la causa en la que fue acusado de pedir coimas a comerciantes de 44 entre 8 y 12 para dar un mejor servicio de seguridad. Con un relato claro y conciso, se desligó de las imputaciones.
El acusado aseveró que era imposible requerir algún tipo de dinero y que en la Policía Local no existe el servicio de policía adicional, que es una prestación que se paga aparte. También remarcó que el entonces secretario de Seguridad de la Municipalidad de La Plata, Daniel Piqué, le había ordenado al personal policial no ingresar a los comercios y destacó que su labor era realizar caminatas y marcar presencia policial.
Dos robos violentos a plena luz del día alarmaron a los vecinos de Barrio Norte. Motochorros armados dispararon tres veces antes de escapar.
El acusado se hallaba detenido por otros dos delitos. Si bien se le otorgó la libertad por esas causas, la Justicia ordenó detenerlo por el crimen de Romero.
En otro tramo de la jornada declaró una comerciante quien narró el malestar que existía con la Policía Local, confirmó que le pidieron dinero y aportó el nombre de efectivos policiales.
El debate se desarrolla en el Juzgado Correccional N° 2 de La Plata. La acusación está en manos de la fiscal Leila Aguilar y la defensa a cargo del abogado Marcelo Peña.
La causa fue investigada por el fiscal Marcelo Romero, quien solicitó la elevación a juicio por “exacciones ilegales”. En su planteo, Romero dio por acreditado que en marzo del año 2016, “en inmediaciones de calle 44 de calles 7 a 12”, un policía pidió a “por lo menos al empleado de un comercio” de esa zona una “contribución de 2.000 pesos semanales, con la finalidad de brindar seguridad de la policía local a los distintos comercios allí ubicados”. El fiscal agregó que “para lograr esta detestable práctica, el oficial de Policía generó o intentó generar espacios de confianza con comerciantes de la zona, a través de mensajes de texto (SMS) y/o mensajes de la aplicación WhatsApp, como así también invitaciones a ‘encontrarse’ a ‘tomar mate’, etc”.
Romero destacó también “la valentía y el compromiso ciudadano del testigo víctima que se acercó a estos estrados a narrar sus desventuras con este mal policía”. “Al lógico temor que impone cualquier individuo que porte las armas que la comunidad le confía -justamente para su defensa y no para cometer delitos- se le suma la inquietud de verse desprovisto de las mínimas condiciones de seguridad para ejercer sus tareas laborales, en medio de una de las más inauditas olas delictivas que se tenga recuerdo en esta región”, cerró.