domingo 17 de marzo de 2024

Maltratos a un anciano, desalojo y una estafa de película: el caso de Benito Gigi

En La Plata un hombre de 83 años de origen italiano y la mujer que lo cuidaba se quedaron en la calle. Denuncian una increíble estafa "familiar".

En marzo de 2019 María Anello, una mujer que trabajaba en la comisaría Cuarta de La Plata tomando denuncias, realizando tareas en causas judiciales y como imaginaria, conoció a Benito Gigi. El hombre de por entonces 81 años se acercó a la seccional porque, según aseguraba, habían usurpado un terreno de su propiedad de 16 hectáreas en Brandsen. Al ser platense la comisaría no podían ayudarlo, pero Anello empezó a charlar con él y se dio cuenta de que estaba solo, sin la ayuda de sus familiares en ese trámite judicial (que sigue irresuelto) y en la vida en general.

"De tantas veces que lo ayudé y que charlamos, cuando le comenté que me estaba por mudar Benito me ofreció alquilarme. A mí nunca se me hubiera ocurrido porque los departamentos estaban deteriorados, pero como me propuso cobrarme más barato acepté", contó la mujer en diálogo con 0221.com.ar

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En agosto de ese año, Anello le alquiló al anciano un departamento en 42 entre 20 y 21. En octubre su hijo y la mujer alquilaron otro. El lugar estaba completamente abandonado, ya que por el tratamiento médico que Gigi había realizado en Italia las propiedades, que eran su único ingreso, habían quedado descuidadas. Anello y su familia ayudaron a remodelar los espacios, en noviembre otras personas alquilaron los departamentos que quedaban y ahí mismo ella alquiló un local a la calle del mismo complejo, donde dio inicio a su heladería Madama. "Después de unas semanas de estar alquilando empecé a recibir amenazas por parte de un sobrino de Benito que vivía en Italia. Primero me llamó diciéndome que era una usurpadora, me hizo amenazas de muerte. Luego vino hasta Argentina, yo estaba trabajando así que lo maltrató a él, entró al departamento que yo alquilaba, me dio vuelta todo, nos robó plata y se hicieron las denuncias correspondientes", contó Anello. 

A pesar de que Benito poseía y posee la escritura de los departamentos, estaba claro que parte de su familia deseaba lo contrario. Tras la irrupción en la casa, el italiano le pidió por favor a Anello que contrajeran matrimonio "para que nadie le pudiera sacar sus cosas y él repartir, en el día de mañana, como quisiera", contó la mujer de 39 años y agregó: "Como le tenía mucho cariño acepté la propuesta, él también quería asegurarse de que alguien lo cuidara". Se casaron por civil, finalmente, el 2 de diciembre del año pasado. 

"En enero apareció un hermano de él, G., con una persona que se hizo pasar por abogado, J.N.. En un primer momento esta persona me dijo que se llamaba Gustavo Funes y me dio una hora para que me fuera del departamento, me amenazó de muerte. Más tarde me enteré que no se llamaba así. Fui a hacer la denuncia y me aconsejaron que no regresara a la casa. No volví más. Eso fue el 22 de enero y el 24, cuando estaba entrando en el juzgado para ratificar la denuncia, vi por las cámaras cómo llegaba la Policía con Benito y J.N. y me clausuraban el local, sin siquiera haberme avisado y sin dejarme sacar nada", denunció la oficial subinspector de Policía.

"Yo pregunté quién hizo esa orden y una mujer bajó del Juzgado 6, se presentó como la jueza María del Rosario Rocca y dijo que ella ordenó la exclusión por un hecho de violencia contra Benito. Le pregunté qué violencia y me dijo ‘¿te voy a creer a vos con 39 años y no a un abuelo de 83?’. El tema es que Benito nunca habló, el que habló e hizo todo fue J.N. y a Benito lo llevaban y traían de todos lados. No me dejaron volver, me pusieron la restricción y vendieron todas mis cosas: mi ropa, mis muebles, mis electrodomésticos”, aseguró la mujer a este diario. 

Esto ocurrió a fines de enero. Anello y su familia estuvieron 21 días en la calle hasta que consiguieron alquilar otra propiedad, ya habían perdido mucho dinero en la inversión de la heladería. A mediados de abril, Benito llamó a Anello a través del teléfono de la comisaría Cuarta y le pidió que "por favor lo ayudara, me pedía auxilio porque lo estaban maltratando". "Dijo que lo habían hecho firmar todo tipo de documentación bajo amenaza. A todo esto nosotros ya estábamos legalmente casados y con contrato de alquiler, yo siempre le pagué y tengo las constancias de cada pago. Pero la jueza me había dicho que no iba a devolverme mis cosas porque cuando hay una denuncia por violencia todo queda para la víctima. Yo le mostré los contratos de alquiler y ella dijo que no importaba, que todo quedaba anulado tras la denuncia por violencia", explicó Anello. 

La mujer, consciente de que debía restringir el contacto por la denuncia en su contra, instó a Benito a que fuera a una comisaría a denunciar la situación. "Me contó que lo habían tenido encerrado, durante todo ese tiempo y con llave por los últimos tres días, entonces lo acompañé a la comisaría. Cuando lo vi estaba totalmente en estado de abandono, hacía tres meses nadie lo bañaba. Yo lo empecé a grabar todas las cosas que me contaba, no puedo explicar en qué condiciones estaba. Las uñas largas, la mugre en su cuerpo. Dijo que hacía tres meses que no lo bañaban y hacía 20 días no se cambiaba la ropa. Que lo habían tenido encerrado y cuando se pudo escapar me llamó enseguida. Lo llevé a la comisaría, hizo la denuncia y yo expliqué que tenía una restricción perimetral con él, pero que frente a esta situación no sabía cómo actuar tampoco, porque además de todo lo que me hizo es un ser humano... no sabía qué hacer", refirió Anello.

En esa línea, contó que el 2 de mayo la auxiliar letrada Cecilia Remorini, del juzgado de Familia en turno N° 3 a cargo de Graciela Barcos, ordenó que Gigi quedara al cuidado de Anello en su nueva casa, sin muebles ni electrodomésticos. "Lo tengo durmiendo en un colchón, lo bañé, lavé la ropa, fuimos a pedir que le dieran una muda y se la negaron, le cambiaron la cerradura de la casa y lo dejaron totalmente en la calle. Con todos esos papeles que él firmó no sabemos qué pasó con la propiedad, pero la están ocupando su hermano y J.N.", advirtió la denunciante.

"Benito había hecho un papel ante un escribano público diciendo toda la verdad, porque con esto de que es viejo no sabe si va a vivir mucho más y quiere que todo esto se sepa. Nos fuimos con todos los papeles al juzgado de Barcos y ella ordenó que le devuelvan la llave a Benito. Dijo que no podía resolver el tema de fondo porque el expediente estaba en el juzgado 6 de Rocca y en ese juzgado dijeron que no podían actuar porque el juzgado en turno era el 3. La cuestión es que estamos los dos sin ropa, a él le sacaron el único alquiler que le quedaba en esa casa (lo empezó a cobrar el hermano), le cambiaron la cerradura y lo dejaron en la calle. Todo esto ha sido desesperante", aseguró Anello.


Al momento la orden judicial dictada por el Juzgado de Familia 3 no se cumplió, ya que el 19 de mayo pasado tanto Anello como Benito se presentaron en la propiedad pidiendo entrar, con orden judicial e incluso encadenándose, pero el hermano del anciano y J.N. lo impidieron. Lo mismo ocurrió el 20, esta vez con una orden emitida por la jueza Rocca (del juzgado 6) que según denunciaron era poco clara: no tenía inventario y no ordenaba allanamiento, por lo que la Policía se quedó afuera del lugar.

Imágenes del hecho quedaron grabadas incluso en las cámaras de Crónica TV, que cubrió el hecho. Anello compartió en ese interín capturas de pantalla donde J.N., un hombre vinculado a Gimnasia y que, en efecto, no es abogado, le decía que se quedara con Benito, que se lo "regalaba con moño y todo". El 20, durante el segundo episodio donde intentaron, sin éxito, recuperar la propiedad y los pocos objetos que quedaron dentro, Anello denunció que sufrió violencia por parte de personal policial.

En diálogo con 0221.com.ar, el italiano Benito Gigi pidió justicia. En un precario español, el hombre de ahora 83 años aseguró que "en este país no hay justicia, nadie está haciendo nada" y aseguró tener "ganas de morir". "Mi hermano me hizo de todo y ¿qué hizo la Justicia? Nada. J.N. me hizo un cuento, me encerraron, me amenazaron, me obligaron a firmar documentos, él y mi hermano. Mi hermano es un delincuente, que por plata está haciendo de todo".

"Me tuvieron en mi propia casa, me cerraron la puerta con llave durante tres días y me obligaron a hacer todo esto. Yo trabajé toda la vida, importé por muchos años pieles de todo el mundo, aporté mucho dinero a este país, tengo todas mis facturas en la Aduana para demostrarlo. Y ahora estoy en esta situación. Quiero tener un poquito de justicia antes de morir. Si es así, me voy a morir más tranquilo”, cerró. 

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