Dos semanas ya pasaron desde que en Nueva Zelanda se recomendó a sus habitantes quedarse en casa y evitar actividades cotidianas.
Dos semanas ya pasaron desde que en Nueva Zelanda se recomendó a sus habitantes quedarse en casa y evitar actividades cotidianas.
También se dispuso que se debe tener especial cuidado en no entorpecer la vía de recursos para los servicios de emergencia. La gente hace sus caminatas y viajes en bicicleta únicamente en sus respectivos vecindarios.

La iniciativa de diputados de la oposición propone subsidios, pensiones y asistencia para familiares y sobrevivientes de la tragedia del fentanilo contaminado.
Entre otras medidas se estableció que se mantenga una distancia de 6 pies mientras uno por uno van hacer las compras al supermercado.Y además evitar ir a la playa o realizar actividades deportivas, algo muy habitual para los residentes en el país oceánico.
Tras sólo 10 días de haber tomado estas medidas, aseguran que se encontraron señales de que esta metodología ha dado buenos resultados.
Según los últimos registros, el número de casos nuevos ha disminuido en dos días consecutivos, a pesar del gran aumento de pruebas. “Las señales son prometedoras”, dijo Ashley Bloomfield, directora general de salud.
Estos resultados rápidos han motivado peticiones para aminorar las restricciones de encierro, al menos un poco, pues se celebrarán las vacaciones de semana santa. Sin embargo, la primera ministra, Jacinda Ardern, se ha mantenido firme en que Nueva Zelanda debe completar sus cuatro semanas de encierro: dos ciclos completos de incubación de 14 días.
Una decisión crucial que tomó el país y que antes era impensable, fue cerrar sus fronteras a extranjeros. Dos días después Jacinda Ardern dio un discurso televisado desde su oficina para anunciar un plan de alerta en respuesta a la pandemia. El lunes 23 de marzo la mandataria difundió otra declaración y le dio al país 48 horas para que se preparase para un bloqueo Nivel 4.
Así fue como luego de alcanzar un máximo de 89 el 2 de abril, el número diario de casos nuevos se redujo a 67 el lunes y 54 el martes. La gran mayoría de los casos pueden vincularse a viajes internacionales, lo que hace que el seguimiento de contactos sea relativamente fácil, y muchos se consolidan en grupos identificables.
Debido a que hay poca evidencia de transmisión comunitaria, Nueva Zelanda no tiene un gran número de personas que abruman los hospitales. Solo una persona, una anciana con problemas de salud existentes, ha muerto.
Teniendo en cuenta este panorama, algunos médicos estadounidenses han recomendado a la administración de Trump seguir los mismos pasos de la máxima funcionaria neozelandesa.
En el caso de Nueva Zelanda, ser una pequeña nación insular facilita el cierre de fronteras. También ayuda que el país sea una especie de pueblo donde todos se conocen y todos los mensajes lleguen fácilmente. El próximo desafío será, una vez que se elimine el virus, cómo mantener así la situación. “El país no podrá permitir la entrada de personas hasta que el virus haya dejado de circular a nivel mundial o se haya desarrollado una vacuna”, aseguran las autoridades.