“No era tan loco como me pintaban, aunque hacía cosas que no correspondían a un jugador como sky acuatico, snowboard. Hoy me dedico al surf, hago travesías en la montaña. Una vida realizada y no me quejo”. Así comenzó la charla con 0221.com.ar Nicolás Tagliani, aquel delantero que dejó su huella en Estudiantes años atrás.
Hoy a los 45 años (30 de enero de 1975) vive a mil y la nota siguió con el tema de su apodo: “Loco me decían por mi forma de vivir. Terminaba un partido y me iba con la moto de agua a la laguna de Chascomús con mis amigos, o a General Belgrano o a Mar del Plata con las tablas arriba del auto para hacer sky acuático o surf”.
“Mi viejo a los 10 años me enseñó a esquiar y a los 13 me tatué por primera vez. Mi vieja me pescó y me dijo: '¿Qué es eso?'. Le dije me lo pegue, lo venden en el kiosco. Me llevó al médico y le avisó ‘señora eso es para toda la vida’. Bueno, le queda lindo, le respondió. Era otra época, locuras sanas”.
Sus anécdotas no paran y también las tiene en el fútbol: “Me hizo madurar de golpe, me hizo crecer, me fui muy chico de mi casa y por suerte llegué a un club que me formó, me inculcó valores y que me dio la posibilidad de conocer muy buena gente. Como todo en la vida hay cosas buenas y malas pero me dio lo más importante que es mi familia”.

“Estoy casado hace 17 años, tengo dos hijas, una griega y una romana. La vida te llena de sorpresas y yo la encaro y la vivo. Estoy en Bariloche, una de las ciudades más lindas del mundo, disfrutando cada día. Cuando se terminó el jugador el fútbol se fue de mi vida”, confesó.

Se formó y llegó a la primera de Estudiantes. En Argentina también jugó en Quilmes y en Estudiantes de Bariloche antes del retiro en el 2009. Jugó para Colo Colo, Cobreloa, Alianza Lima, Jorge Wilsterman y clubes de Colombia, Venezuela, Grecia e Italia. Salió campeón en Chile, Perú y Venezuela. En el Pincha jugó 40 partidos y convirtió 2 goles, 1 de ellos en el clásico del Apertura 97.
“Es el partido que más recuerdo, perdíamos 2 a 1, estaba mi mamá en la platea y un amigo (Sandro) que hoy vive en Miami. En una de las primeras jugadas en un córner Gustavo (Barros Schelotto) me pegó una piña en las costillas. El Profe (Córdoba) me dijo 'no arrugues que es tu partido' y fue mi partido. Al córner siguiente fui y se la di con todo al mellizo, pero era el otro. Después tira un centro Ramos y de cabeza meto el gol del empate. Fui y lo festejé en la platea que estaban ellos, donde había uno que no paraba de putearme y mi amigo lo acomodó. Yo estaba nervioso, pero no era para putearme”.
Nico fue siempre un extrovertido. Un día apareció con un corte de pelo raro. Tenía dibujada una pelota en la cabeza con los colores rojo y blanco. "Era para marcar mi amor por el club y el fútbol. Me gustaba hacer ese tipo de cosas y no le hacía mal a nadie".

Para él, Estudiantes “es un club hermoso, fue mi infancia, mi adolescencia y me hice hombre. Lo sigo por las redes, aunque al fútbol no le doy bola y tampoco tengo muchos amigos, aunque con el que sigo en contacto es con Sebastián Landro, que era de mi misma categoría. Su mamá Alicia nos daba de comer, nos cuidaba”.

“También tengo lindos recuerdos y estoy en contacto con Alayes, el flaco Quatrocchi, Testa, el loco Palermo, Fúriga“. De su categoría, la 75, también era Juan Sebastián Verón y precisamente sobre la “Brujita” es el tema elegido para ponerle punto final a una charla llena de matices antes que se vaya unos días de vacaciones al mar.
“Qué puedo decir de Sebastián. Todo bueno, no puedo decir nada malo. De pibe se curtió conmigo. Ya desde la prenovena y las otras categorías era diferente. Sacábamos, le dábamos la pelota y la clavaba en un ángulo. Los tiros libres eran todos goles. No tengo palabras malas para él, un crack, un distinto”.
“Era un pibe que ya lo veías que tenía un futuro terrible porque mamó la pelota con Juan, su papá y el club desde que nació. Y como persona un 10 y hoy como presidente es el número 1, a Estudiantes le hizo mucho bien, hizo una cancha espectacular, divina, que debe ser de las más lindas del mundo”, cerró
Nicolás Tagliani, todo un personaje. Hasta la próxima locura.