“Esta profesión es acierto y error. No tenés que quedarte en el acierto y tampoco quedarte en el error. Todos los días se debe trabajar para seguir mejorando”, confiesa Darío Ortiz al comienzo de la charla con 0221.com.ar. Con un estilo bastante particular para desenvolverse dentro del mundo del fútbol, el hombre nacido en Mendoza se encuentra en el mejor momento de su carrera como técnico y haciendo realidad algo que siempre soñó.
Quizás lo distintivo esté en la manera que tiene de hablar, con el acento típico de su tierra natal y una pausa constante que demuestra lo reflexivo que suele ser cada vez que se expresa, pero no es así. “Yo soy un tipo muy humano, de valores y de una honestidad brutal. Esa honestidad no siempre trae premios o réditos económicos, pero siempre está acompañada de algunos elogios”, asegura Ortiz al detallar la forma en la que elige manejarse tanto en el fútbol, como en la vida.
“A mi me gusta ir al supermercado, ir al parque con mi nieta, estar en mi casa. A veces lavo y plancho, esas cosas no las dejo de hacer”, dice el técnico de Gimnasia, al mismo tiempo que explica cómo hace para compaginar sus obligaciones como DT del Lobo, sin dejar de lado todo lo demás. “Ahora estoy teniendo mucha exposición porque el fútbol te demanda eso, y no porque sea algo que me guste”, agrega.
Esta sencillez y simpleza que evidencia con su relato, es la misma que le destacan sus jugadores cada vez que tienen que referirse a él como entrenador y persona. “Soy un hombre que hasta en los momentos más críticos, siento que no he perdido el eje y el equilibrio”, expresa y hace hincapié en la importancia que tiene poder trasladar esa estabilidad a las personas que lo rodean y por supuesto a sus equipos.
Darío Ortiz no se olvida de su época como futbolista, y aunque tiene claro que hoy ocupa otro lugar, trata de no hacerle a sus jugadores, lo que no le gustaba que le hicieran a él. Busca por sobre todo hacerlos sentir cómodos y evita ponerlos en posiciones donde se sientan incómodos. “Yo explico mucho las cosas y soy muy claro en el día a día. Creo que por eso es que tampoco tengo problemas con los jugadores, y si los tengo o los tuve, los arreglo de manera privada”, contesta el técnico, recordando también lo que fue tener que decirle a Facundo Oreja que no lo iba a tener en cuenta, y la buena respuesta que obtuvo por parte del ex defensor mens sana.

Entre tantas frases hechas que existen en fútbol, hay una que asegura que “se juega como se vive”. Lejos de querer apegarse a eso, Ortiz es muy recto en cuanto a lo que le exige a sus dirigidos y la manera en la que lo hace: “Yo no negocio lo que está mal. Si está mal, te lo digo y hay que solucionarlo. Puedo perdonarle a un futbolista que juegue mal, pero no que entrene mal”. La competencia interna es lo que pregona y pone como prioridad al armar sus planteles. Según el Indio, “esa incomodidad de tener que demostrar todo el tiempo es lo que te hace ser mejor”.
Desde que dio sus primeros pasos como técnico en el 2005 al lado de Jorge Griffa, el actual DT del Lobo fue agudizando y le agregó a su trabajo una cuota de docencia, la cual le sienta bien y confiesa que la implementa todo el tiempo. “En el fútbol soy igual que en la vida. Cuando me equivoco trato de no enojarme tanto y cuando el otro se equivoca no lo castigo, sino que intento decirle lo que a mí me parece”, sostiene el mendocino.

A aquellos que no son tan futboleros y se encuentran fuera del mundo tripero, suele llamarles la atención cuando lo ven llegar a los estadios con una Biblia debajo del brazo, pero esto es habitual en el Indio y quizás el motivo principal de su manera de ser. “Dios es mi inspiración y mi cable a Tierra”, confiesa el entrenador, quien es un asiduo lector de libros de todo tipo, pero en especial los de autoayuda, los cuales para el DT “están inspirados en la Biblia y hay que saber interpretarlos, entenderlos y aplicarlos a la vida”.

En cada una de las palabras y frases que expresa Hernán Darío Ortiz, se puede percibir claramente el amor que siente por lo que hace y sobre todo, por Gimnasia. En la actualidad le toca ocupar un lugar en el que alguna vez soñó estar y para lo que se preparó mucho. Sin traicionar sus ideales y ejerciendo el liderazgo desde la sencillez, el Indio busca darle al Lobo una identidad que parece no estar definida en estos últimos años. Mantener la categoría, trazando metas a corto plazo y progresando en cada partido, es el objetivo del técnico albiazul, el cual tiene muy clara su fórmula para conseguirlo: “Algunos al hablar de fútbol dicen ‘huevo, huevo, huevo’, yo en cambio prefiero decir ‘cabeza, cabeza, cabeza’”.