El pasado 8 de junio, la comunidad de la facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP se enteraba de la muerte de Gustavo Juan Scillato-Yané, uno de los docentes más queridos por los estudiantes y las autoridades de la institución, por el amor y empeño con que llevaba adelante su profesión.
Las muestras de afecto en las redes sociales no se hicieron esperar y hasta recordaron uno de los emotivos discursos que dio en las escalinatas del Museo de La Plata en el 2010, ante decenas de jóvenes en la entrega de sus diplomas por la finalización de sus cursadas. "Lo más importante es que se enamoren, que vivan enamorados pero no frívolamente sino profundamente enamorados. El amor, creo yo, es lo único que puede vencer a la muerte", dijo aquel día el investigadora y todavía es una de las frases más recordadas por quienes fueran sus estudiantes.
Como licenciado en paleontología, alcanzó en 1973 el grado de doctor con su tesis "Los Dasypodidae (Mammalia, Edentata) del Plioceno y Pleistoceno de la Argentina", bajo la dirección del doctor Rosendo Pascual. Desde entonces construyó una extensa carrera como investigador del CONICET y la UNLP, donde además fue docente en la cátedra de Paleozoología y colaboró en asignaturas como Fundamentos de Paleontología, Paleontología de Vertebrados y Palentología II. Ejerció la docencia durante más de 40 años y hasta dirigió la revista Ameghiniana, de la Asociación Paleontológica Argentina.
Sus clases y sus discursos le permitieron forjar una gran afinidad con los estudiantes, quienes lo eligieron en más de una oportunidad como padrino de diferentes promociones de egreso de la Facultad. Scillato-Yané dedicó su vida académica al estudio de animales autóctonos de Sudamérica y sus investigaciones tomaron tal renombre internacional que, incluso, grandes paleontólogos como George Gaylor Simpson lo reconocieron públicamente como uno de los expertos más importantes en materia de Xenartros, un superorden de mamíferos placentarios exclusivamente americanos que incluyen a los osos hormigueros, armadillos y perezosos.
La noticia conmovió a la comunidad académica platense y decenas de chicos, jóvenes y colegas se volcaron a las redes sociales para recordarlo con cariño y tristeza, pero fundamentalmente respeto y admiración por su labor como científico y docente de la Universidad.