lunes 25 de marzo de 2024

La Mantequería, el negocio de medialunas que es furor en La Plata y ya llegó a Capital

El emprendimiento inspirado en las medialunas de La París comenzó con una sucursal y una inversión de 40 mil pesos. Hoy cuenta con siete locales, uno de ellos en Capital Federal, un sistema de franquicias y una planta productora en la que hornean hasta mil docenas por día. 0221.com.ar entrevistó al creador del fenómeno gastronómico bien platense que no para de crecer.

"Un café con leche con una medialuna de manteca bien hecha es un elixir. En cambio, algo que parece casi un pan pintado... no es lo mismo. Yo respeto que algunos busquen el negocio, pero el camino de la calidad produce ese placer: que el otro disfrute. Eso es fundamental". Pedro Jáuregui Lorda nació en Pellegrini, pero La Plata es su ciudad elegida. Acá vive con su mujer y sus cuatro hijos y todos tienen un rol en La Mantequería, la facturería platense que vende "las mejores medialunas de manteca", dice. El hombre recibe a 0221.com.ar en la fábrica central ubicada en 19 entre 57 y 58, un lugar donde la margarina "no pasa ni por la vereda" y que aloja como en un museo la cartelería de su primer local.

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En La Plata nació su pasión por la medialuna, la vedette del emprendimiento y el producto que intenta posicionar después de años y años de "bastardeo y desprecio". Todo comenzó en 1985 en el BIM III -donde ahora está la Facultad de Humanidades- mientras él y su amigo Fernando hacían el Servicio Militar Obligatorio. Vivían en una carpa en medio del predio -"así era el entrenamiento"- y un domingo de visitas, la madre de su compañero les acercó una docena de medialuna de La París. "Nosotros comíamos guiso, así que imaginate", sonríe al recordar. Quedó maravillado "con ese producto tan natural y tan bueno, por el que la gente hacía cola para comprar. Eso detonó mi pasión, fue un flash total", describe. 

Un día salió de franco y aprovechó para ir a La París, comer medialunas y conocer al dueño: le preguntó cuál era "el secreto de la medialuna" y el hombre contestó con simpleza: "La manteca es la mejor, no hay otro secreto". "Fue como trasladarme el sueño que alguna vez tuvieron ellos, de hacer un producto recontra artesanal y natural, y desarrollarlo a mi gusto y estilo", explica Jáuregui Lorda. 

Pero para eso faltaba tiempo. Después de terminar la colimba volvió a Pellegrini y comenzó a trabajar con su papá en la industria de los quesos. Tenían una pequeña fábrica en la localidad del noreste bonaerense, que quebró -como tantas otras- en la década de los 90. Ahí Jáuregui Lorda empezó a desempeñarse como maestro quesero en La Serenísima, y unos meses antes de renunciar alquiló una panadería y empezó la alquimia para lograr las mejores medialunas.

Sin embargo había algo que lo desvelaba: "Sentía que esto lo tenía que aplicar a la ciudad, en La Plata principalmente pero también Mar del Plata o Capital. La Plata era emblemática, porque la medialuna que desarrollamos es bien platense. No solo en la estética sino en la textura y la humedad", asegura. Esa tríada de ciudades quedó plasmada en el horizonte del corto pero prolífero camino de su negocio.

"LAS PYMES PODRÍAN SALVAR AL PAÍS"

Cuarenta mil pesos y un alquiler. Esa fue la inversión inicial que Jáuregui Lorda y su familia realizaron y que ahora cosecha los frutos de cinco locales en La Plata, uno en City Bell y otro flamante en Capital Federal, a pocas cuadras del obelisco. El primer paso fue el local de calle 11 entre 54 y 55 que inició con su hija Celina, que es chef y actualmente sigue administrando el local. "Todo era en versión miniatura, empezamos haciendo los primeros pastoncitos con una Pastalinda a manija hace tres años y medio", cuenta. 

Al principio salían a convidarle medialunas a los vecinos y comercios linderos, sabiendo que el "boca a boca" era la mejor manera de promocionar su producto. Tiempo después, con uno de sus sobrinos, abrieron la sucursal de calle 46 entre 7 y 8. Les llevó poco más de un año romper con el anonimato y empezar a hacerse de un nombre y una identidad en la ciudad; hasta que en 2017 hubo una "explosión" que motivó la apertura de cuatro locales más, uno de ellos en City Bell.

"Algunos familiares o amigos me pedían tener una sucursal y empezamos a hacer franquicias. Nuestra idea es seguir desarrollando, porque tenemos muchos pedidos. El tema siempre es la cantidad de producción que podemos tener, porque el producto es muy artesanal", aclara Jáuregui Lorda. Es que si bien cuentan con máquinas para amasar y laminar, la medialuna se arma a mano. Según su creador, las 20 personas que trabajan en la fábrica de La Mantequería son "el efecto de lo que es una PyME".

Sin embargo, y a pesar de la rápida expansión de su proyecto, a Jáuregui Lorda le preocupa el panorama político. "Las PyMES desgraciadamente están en boca de todos los políticos cuando hay campaña, pero al final nunca se ocupan. Si les dieran bolilla, las PyMES podrían salvar al país", asegura. Y aunque reivindica el camino de la "alta calidad" en sus productos, teme que la devaluación y la pérdida de poder adquisitivo hagan que  la gente deje de consumir. 

FILOSOFÍA DE LO ARTESANAL

A pesar del fantasma de la crisis, Jáuregui Lorda está decidido a no claudicar con su modelo gastronómico. "Es todo un desafío, no podemos trabajar barato porque trabajamos con manteca de primera línea, la más cara del país. Yo busco la alta calidad: la mejor harina, la mejor leche, huevos de campo. Esa obsesión por la calidad también tiene un costo: no puedo competir con la margarina porque es muchísimo más barata. Y cero que también a la gente le gusta eso", explica.

Y reivindica, más allá del resultado económico, el "valor espiritual" de hacer las cosas "lo mejor que uno puede" y recibir la devolución de la gente. Cuando 0221.com.ar reedita la pregunta sobre la receta, el pastelero autodidacta reedita la respuesta: ingredientes de primera línea, cero conservantes ni productos artificiales y un solo saborizante: un extracto de vainilla natural que compran en Capital Federal y "sale carísimo". 

Tampoco hacen panes u otros productos de panadería. "Es un modelo raro, pero queremos que nos referencien como especialistas en esto: comete una medialuna de La Mantequería que estás comiendo lo mejor que se puede hacer", ejemplifica y aclara: "Para nosotros el desafío es hacer una medialuna de excelencia".

También destacan el valor de la publicidad más tradicional de todas: "El boca a boca es clave, porque uno puede hacer campaña con luces y colores pero si no se respalda en calidad, el proyecto se desvirtúa y se cae. Muchos quizás apuestan a verlo todo con el rendimiento de costos, y no pensando en el producto como algo que va a comer alguien, que está vivo y puede tener ganas de disfrutarlo. Y además que le de placer, no solamente le llene la panza". 

La fábrica de La Mantequería produce entre 800 y mil docenas diarias que distribuye entre las siete sucursales. "Podríamos trabajar más, pero tenemos un cuello de botella", explica Jáuregui Lorda. De hecho la cadena de franquicias tiene un problema clave: el faltante de productos por la tarde ante la fuerte demanda matutina. Es algo que pretenden resolver con un proyecto a mediano plazo: la apertura de una fábrica "en frío" como complemento de la ubicada en 19, que quedaría únicamente para el horneado.

La Mantequería ya cumplió uno de sus grandes objetivos: que las medialunas sean reconocidas en la ciudad. A Jáuregui Lorda le quedó pendiente poder compartir esa alegría con Fernando, aquel viejo amigo parte del entretelón de esta historia que murió hace varios años de un ACV. Otra meta es completar la tríada y abrir una sucursal en Mar del Plata. A largo plazo, un horizonte: "Me encantaría algún día poder exportar" -dice con los ojos brillantes-. "Exportar una medialuna con manteca bien argentina para mí sería otro sueño hecho realidad".  

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