Lo primero que hizo cuando llegó su porción de muzzarella a la mesa fue retratarla con un primer plano que luego mostraría al mundo en sus redes sociales, junto con un comentario. El crítico de pizzas -así se llama-, recorre desde hace 3 años todas las pizzerías de La Plata -absolutamente todas-, se sienta, come y luego reseña el momento en su página. Nadie le paga. Lo hace por placer y de manera totalmente anónima. Dudó en revelar su identidad cuando acordó la entrevista con 0221.com.ar, pero finalmente prefirió mantener esta magia un tiempo más. Llegó a engordar 12 kilos, producto de las 250 redondas que se comió en la última media década. Este fue el cálculo de un personaje que sueña con ver a los vecinos de la ciudad comiendo porciones de parados, como en Capital Federal.
"Cuando era chico le dejaba los bordes a mi vieja... es que yo ahí todavía no entendía nada de pizzas", rememoró el degustador profesional de muzzarellas, napolitanas, especiales y fugazzetas. Hoy, muchos años después, la cosa cambió. "Siempre me gustó la pizza, soy un fanático. Mis amigos siempre me pedían que les recomiende lugares; yo les decía cuál estaba buena, cuál no. Y bueno, todo eso había que plasmarlo en un lugar: yo hacía una lista de las que ya conocía, quería ir a sacar fotos y escribir, pero nunca me organizaba, era mucho tiempo. Así me pasaba siempre, lo pensaba pero no lo hacía, hasta que un día arranqué", recordó.
El crítico de pizzas visita varias veces una misma pizzería, hace las anotaciones correspondientes y recién después de la tercera o cuarta vez que come y repite las porciones en ocasiones distintas, escribe la reseña. "Estudio la pizza haciendo una disección, veo la masa, la muzzarella, la salsa, hago un análisis teórico para justificar por qué está buena o no, porque no es solo decir que me gusta o no me gusta", explicó quien lleva visitados alrededor de 80 locales platenses, según su registro. Y a todos fue más de una vez, porque para realizar la crítica necesita confirmar las primeras sensaciones. O sea, mientras más veces come, mejor.
El empujón final se lo dio de rebote la Facultad. "Había una materia que se llamaba Teoría de la Cultura y una vez hice un trabajo práctico sobre la cultura gastronómica, o algo así: elegí las pizzerías de Capital. Fue un laburo medio antropológico en donde hice entrevistas e investigué bastante. Ahí junté bastante teoría y cosas que yo desconocía, entonces eso me sirvió para lo que hago ahora", describió el diseñador gráfico que se gana la vida haciendo planos de electricidad.

"Por criticar pizzerías no me pagan y es más, yo pago siempre, no garroneo. A varias pizzerías fui muchas veces y yo creo que si digo 'hola, soy el crítico de pizzas', me dicen 'tomá, llevate tres', pero no. En ningún lugar saben quién soy", dejó en claro una y otra vez. Es más, al final de la charla no permitió que este portal le pague su muzzarella y su Coca Cola, pese a la insistencia del cronista y el fotógrafo. Y se toma su tarea tan en serio que está empeñado en continuar siendo invisible: el crítico de pizzas llegó a comprar un chip para tener otro teléfono; todo sea para evitar que lo rastreen por intermedio de su trabajo como diseñador, por el cual publica su número personal en la web.
"La pizza es la comida que más me gusta. No soy muy pasional como en el fútbol y no juego tampoco con eso, simplemente es la comida que más me gusta y bueno, ahora es como que entre comillas laburo de esto", respondió mientras disfrutaba de un servicio al corte en plena diagonal 74, algo que en Capital es una tradición histórica pero en La Plata aún resulta extravagante. "Es una lástima que no pase acá", dijo en ese sentido y agregó: "Yo creo que estas cosas son cíclicas: están de moda las hamburguesas, las cervecerías artesanales, pero en algún momento van a caer (las pizzerías estilo porteñas). Yo tengo fe que en un tiempito puede llegar a ser la era de la pizza. Ya hay algunas que las hacen al corte; de a poquito se quiere insertar. Lo que pasa es que el platense es muy especial: va a ir a comer pizza de parado al mediodía solo cuando esté de moda y aunque no le guste".
Volviendo concretamente a su trabajo y al hacer referencia a las pizzerías de nuestra ciudad, fue tajante: "Hay veces que pruebo tres o cuatro veces la pizza en una pizzería y todas las veces son malas, me agarra una bronca... porque pierdo tiempo. Y bueno, ahí no los perdono. Es que hay algunos que dicen 'esta es la mejor pizza de La Plata' y la verdad que es un desastre". Escudado en su anonimato, escribe con total libertad pero de manera objetiva y responsable. Tanto, que más allá de algún enojo por parte de dueños de negocios que le retrucaron violentamente las reseñas, las repercusiones son en su gran mayoría muy buenas.

"Conmigo se enojó la gente de Abra Maestro, pero yo fui respetuoso, no los maté. Lo que pasa es que me dio lástima porque ellos tienen todo para hacer la mejor pizza -lo puse en la reseña-; tienen la técnica, el horno, los ingredientes... pero vos comés la pizza y no tiene alma, le falta algo, no te genera nada", citó y continuó con otro caso, a la inversa: "el de La Piecita me contactó para que le dé una mano, después de hacer una reseña en donde lo critiqué bastante me llamó varias veces para que lo ayude en la pizzería o algo así. Y lo pensé, pero o hago una cosa o la otra, mezclar las dos no".
Durante todo el año pasado su trabajo consistió en agarrar el auto y salir por las noches sin rumbo a descubrir la ciudad, en busca de nuevas pizzerías. "Aunque La Plata sea chica, hay calles que todavía uno nunca agarró, entonces yo iba a zonas por las que nunca había estado, a ver si encontraba algo. Ahora perdió un poco la magia porque ya conozco todas", puntualizó quien a la hora de expresar su favoritismo por un tipo de especialidad, dijo con seguridad que "variedades de pizza hay un montón, pero la buena pizza es la que está hecha a conciencia. Si querés hacer una pizza a la piedra y la hacés finita pero al molde porque no tenés el horno, te queda cualquier cosa", y va más allá: "el secreto de la pizza está en el pizzero y en el horno. Vos podés comprar la muzzarella Barraza, que es la que usan, la misma harina, la misma levadura... pero las dos cosas que te faltan para que te salga igual son el pizzero y el horno. Es un 80% horno y un 20% pizzero".
En su página elabora regularmente un ranking que va variando a medida que pasa el tiempo, aunque su veredicto continúa firme desde hace mucho: "La mejor pizzería de La Plata para mí es Cucinotto, en City Bell. Es inamovible, nadie le puede ganar, por ahora. Saben, laburaron en Nápoles y tienen la técnica de la verdadera pizza napolitana. Pero no se cierran en eso: mezclan todo con muzzarella, cantidades e ingredientes nuestros, la masa la fermentan como 24 horas, al natural y en frío". "Y en Capital, para mí la mejor es la del Palacio de la Pizza, que está en Corrientes, del lado del Bajo", se animó.

Se maravilló en Italia y de todas las ciudades que conoce, lo primero que destaca son sus pizzerías. Apenas pone un pie en otro lugar, lo primero que hace es buscar una. "En Italia quedé enloquecido. La vera pizza napolitana es distinta, es finita y gomosa, tiene un gusto especial. Los ingredientes son distintos, no le ponen casi nada de queso, usan una muzzarella de búfala, o fior di latte -así le llaman-, que es distinto a nuestra muzzarella, que es un queso hilado. La verdadera muzzarella es leche cuajada que la aprietan como si fuese una ricota y no tiene prácticamente gusto, ni sal, es una cosita... es riquísima. Son livianitas, no te caen pesadas", rememoró.
"En algún cumpleaños comí pizza con banana y hasta chocolate en crema, pero no me gusta eso. Sí recién ahora empecé a aceptar otro tipo de gustos: hay una de higos, nuez, roquefort y endivias que es una bomba; después otra de pera con roquefort y nuez, que también es muy buena. Comí también una con gambas al ajillo, que nunca en mi vida pensé que iba a comer eso, y estuvo muy buena", reveló.
Pero lo que no revela, al menos por ahora y después de varios años, es su identidad. El crítico de pizzas se terminó su porción del día, se peleó para salirse con la suya y pagar su almuerzo, agradeció el rato, se subió a su moto y desapareció por la diagonal. El mozo, por su parte, levantó los platos y continuó con su trabajo diario sin imaginarse que un mediodía cualquiera de diciembre atendió a Superman. Es que claro, en las pizzerías simplemente es Clark Kent.