Bombos y platillos. Gritos y volantes. Columnas y columnas de gente movilizada. Gomas prendidas fuego en calle 6 cortando el acceso a Casa de Gobierno; o un cordón de seguridad en plena calle 12 impidiendo el acceso a la Municipalidad. Para los platenses, este tipo de imágenes son moneda corriente. Por su centralidad política y social, la ciudad se configura como arena de batalla para canalizar demandas populares, visibilizar protestas y exigir políticas públicas a los gobiernos de turno. Una tradición que, sin lugar a dudas, viene de larga data.
Sin eludir los hechos pasados, podría decirse que el 17 de octubre de 1945 -que luego fue bautizado como el Día de la Lealtad Peronista- fue una de las jornadas más masivas que vivió La Plata. Si bien las versiones de los historiadores varían -algunos hablan de un millón de asistentes, otros, como Félix Luna, de 200 o 300 mil, aunque el número más aceptado fue el de 500 mil personas- lo cierto es que a la ciudad llegó una horda de trabajadores exigiendo la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón.
Un importante caudal de personas partió de Berisso, donde la industria de los frigoríficos se había asentado y marcaba el pulso de un apoyo cada vez más pujante a quien había ejercido, hasta hacía pocas semanas, la vicepresidencia de la Nación, la secretaría de Guerra y la secretaría de Trabajo y Previsión.
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Ya en 1975, con la dictadura militar gestándose y a apenas unos meses de distancia, cientos y cientos de estudiantes de los colegios secundarios nucleados en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y otras agrupaciones marcharon por las calles del centro para exigir la implementación del Boleto Estudiantil. Llegaron al Ministerio de Obras Públicas, el enorme edificio que se emplaza en calle 7 entre 58 y 59, bajo el cántico "tomala vos, dámela a mí, por el boleto estudiantil".
Un año después, en la trágica Noche de los Lápices del 16 de septiembre, muchos de esos estudiantes -se estima una cifra de 250- fueron secuestrados, torturados y posteriormente asesinados. La campaña por el boleto estudiantil era considerada por las Fuerzas Armadas como "subversión en las escuelas", y muchas hipótesis refieren que la "causa" de las desapariciones tuvo que ver precisamente con este legítimo reclamo.
Ya en 1982, con la "guerra" de Malvinas perdida y la dictadura casi terminada, el 19 de noviembre se celebraron los 100 años de la ciudad. Y, según cuenta el profesor de historia platense Néstor Baldi, el entonces presidente Reynaldo Bignone se hizo presente en plaza Moreno: "En un momento aparecieron las madres de Plaza de Mayo con un cartel que decía 'Con vida los queremos' y hubo un aplauso terrible. Después se movilizaron por diagonal 74 hasta plaza Italia y las siguió un montón de gente. Fue un hecho muy importante, porque aunque estaba en retirada todavía seguía siendo la dictadura", recordó en diálogo con 0221.com.ar.
"Todos los miércoles, las madres de La Plata se reunían en plaza San Martín y daban una vuelta. La Plata fue la ciudad más castigada por la represión estatal ilegal durante la época de la dictadura, entonces hay que reivindicar a las madres de acá: María Isabel "Chicha" Mariani, Adelina Alaye, Herenia Sánchez Viamonte", ejemplificó Baldi. Y en esa línea rememoró varias movilizaciones, aunque no de mucho peso, de los jóvenes sobrevivientes de Malvinas, que regresaron a la ciudad con reivindicaciones y exigencias y en muchas de sus movilizaciones fueron acompañados por madres y abuelas de Plaza de Mayo.
Al finalizar el proceso, en La Plata se realizaron -y continúan realizándose al día de hoy- numerosas marchas los 24 de marzo. Y ya en la década de los 90, con la democracia asentada, la ciudad vivió un hecho clave en términos de lucha social: las asambleas y movilizaciones para exigir la aparición con vida del joven estudiante de Periodismo, Miguel Bru, que junto con el albañil secuestrado, torturado y asesinado en 1990 Andrés Nuñez, fue uno de los primeros desaparecidos en democracia del país.
Bru fue secuestrado y desaparecido en 1993 y su madre, Rosa Bru, junto a un nutrido grupo de estudiantes de la Facultad, logró movilizar importantes columnas para exigir su aparición con vida. Estas manifestaciones se suman a la importante cantidad de marchas "de las antorchas" por la educación pública, en pleno ajuste neoliberal por parte del gobierno de Carlos Menem. E iguales o más de masivas fueron las marchas de los trabajadores del Astillero Río Santiago (ARS) contra la privatización de la empresa, que fue la única estatal que "zafó" de ser privatizada. Ambas movilizaciones volvieron a repetirse, tristemente, en estos últimos años.
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Otra de las marchas que marcó a fuego los '90 en La Plata fue la del 21 de febrero de 1996, cuando una Asamblea Universitaria formada para discutir las medidas derivadas de la Ley de Educación Superior (LES) fue fuertemente reprimida por la Policía Bonaerense y la Federal.
Así queda de manifiesto en un video filmado por los agentes de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA) y que quedó en el archivo de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Los estudiantes habían intentado que la UNLP no modificara su Estatuto, pero la policía los persiguió y reprimió con balas de goma por todo el Bosque.
En 2001, los famosos "cacerolazos" que se sucedieron en Capital Federal también se replicaron en la ciudad. Y por La Plata también pasó la enorme Marcha Federal de los Chicos del Pueblo, organizada por el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo, que salió de La Quiaca y terminó en Buenos Aires.
Esa marcha contó con la presencia de numerosos artistas y reconocidos activistas, como Adolfo Pérez Esquivel, Víctor De Gennaro, Daniel Goldman, Luis Farinello, Daniel Viglietti, Osvaldo Bayer, Teresa Parodi y Joan Manuel Serrat, en defensa de los derechos de la Niñez y la Adolescencia.
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El 18 de septiembre de 2006, con la segunda desaparición del militante peronista y albañil Jorge Julio López, las calles del centro de La Plata volvieron a llenarse de activistas, estudiantes y sobrevivientes de la última dictadura cívico-militar. Fue la primera de muchas -precisamente 12- marchas, exigiendo la aparición con vida de López, que fue desaparecido por segunda vez pocos días después de declarar contra el represor Miguel Etchecolatz y un día antes de conocerse la sentencia.
Estas marchas, que vienen siendo un emblema de la ciudad cada septiembre, el año pasado (2017) sumaron el reclamo por la aparición del joven Santiago Maldonado, cuya desaparición tuvo en vilo al país entero durante más de dos meses hasta que su cuerpo fue hallado en el río Chubut, cerca del punto donde se denunció su desaparición.
En la actualidad, son muchas las marchas que se desarrollan en la ciudad. "Hay un hecho administrativo clave, es la capital de la Provincia donde están las sedes de los tres poderes. Aunque de todas maneras, la cercanía a la Capital Federal y el epicentro y la atracción política que tiene siempre han tapado un poco las manifestaciones en La Plata", apuntó Baldi.
Sin embargo los estatales de ATE, los médicos del CICOP, los judiciales de la AJB y los afiliados a la UOCRA, entre otros, han inundado calle 7, calle 44, diagonal 74, calle 13 y las plazas Italia, Moreno y San Martín en sus múltiples marchas pidiendo presupuesto para esas áreas y un mejor ofrecimiento salarial para los trabajadores.
Pero si de demandas platenses se trata, no debemos olvidarnos de las múltiples manifestaciones en conmemoración de la trágica inundación del 2 de abril del 2013 -la más masiva fue la del año siguiente, en 2014-, con la que se estima murieron 89 personas.
Y como hecho clave en estas épocas de marea verde, en los últimos años se potenciaron las movilizaciones contra los femicidios y crímenes de odio: los casos de Sandra Ayala Gamboa, el cuádruple femicidio de La Loma, Emma Córdoba y, el más reciente, de Johana Ramallo, dan fe de que las mujeres y disidencias de la ciudad comenzaron un camino que será solo de ida, y que ya se apropiaron, también, de las calles de la ciudad.