En la tercera audiencia del juicio oral por la muerte de Cristian Pérez, cuyo cuerpo apareció el 14 de octubre de 2002 sobre las vías del tren entre City Bell y Villa Elisa, declararon el maquinista de la formación ferroviaria y su ayudante, quienes estaban al mando de la locomotora que arrolló el cuerpo del joven. Ninguno de los dos recordó el caso puntual, pero aseveraron que aplicaron el protocolo de actuación para evitar arrollamientos. Uno de los testigos refirió que la víctima “no se movió”.
Por este hecho son juzgados siete policías. Se sospecha que lo mataron en la comisaría de City Bell y colocaron el cuerpo en las vías, a la altura de calle 459, para simular un suicidio. Entre homicidio agravado y suicidio, está latente la puja judicial.
Sergio Daniel Moviglia fue el maquinista de la formación. Sostuvo que no recuerda puntualmente el caso, pero sí que cumplió con el ritual de procedimiento para evitar arrollamientos.
Luego fue el turno de su ayudante de entonces, Claudio Barjacoba, quien confirmó que, tras tocar dos veces la bocina y hacer señas de luces, “el cuerpo no se movió, ni siquiera miró al tren”, expresó el testigo, para luego rematar: “Cosa que no pasó con otros seis accidentes anteriores”, que protagonizó como ayudante de maquinista, en los que instantes antes de impactar, la persona, por instinto de supervivencia tiene a escapar de las vías.
La parte acusadora del proceso tomó nota de esta situación que, en la etapa de los alegatos, será utilizada como argumento para intentar convencer a los jueces de que el cuerpo no se movió, porque se trataba, en rigor, de un cadáver sobre los rieles.
También declaró el policía retirado Ramón López, quien fue compañero de trabajo de los acusados. Antes de ingresar a la sede del fuero Penal de La Plata se lo vio de charla muy distendida con los procesados que llegaron a juicio en libertad.
Su testimonio fue confuso y errático. Dijo no recordar mucho del caso y habló de generalidades, nada concreto. Pero tanto la fiscal Victoria Huergo como las abogadas Analía Carrillo y Sofía Caravelos dejaron en evidencia al testigo quien quedó a disposición del Tribunal. Tras su relato quedó la sensación que no dijo todo lo que sabe.
Los procesados son David Alejandro Koenig, Miguel Ángel Álvarez, Jorge Alberto Luna, Pedro Oscar Djurasek, Juan Condoleo, Rubén Eduardo Lago y Juan Alejandro Pavella. Djurasek era el titular de la comisaría Décima al momento del hecho y fue exonerado por apremios ilegales en el marco de otra causa judicial. Koenig actualmente cumple funciones en la comisaría Primera.
La suboficial Beatriz Sosa, acusada de encubrimiento (fue quien confeccionó el libro de guardia) aceptó su responsabilidad y será condenada en juicio abreviado.
La causa estuvo varios años inmersa en un laberinto judicial que tenía aroma a impunidad. El impulso de la familia y sus abogadas, reabrieron el expediente. Con el cambio de fiscal (quedó en manos de Marcelo Martini) consiguieron llevar a juicio oral a los sospechosos.
El personal policial desde el principio calificó los hechos como “suicidio” y el fiscal interviniente en ese entonces, Leandro Heredia (destituido por varias irregularidades), convalidó la versión policial, delegando en los uniformados las primeras medidas de prueba que fueron practicadas en la causa.
La autopsia se realizó en la Morgue de la Policía, donde el médico policial concluyó que todas las lesiones vitales que poseía el cuerpo de Cristian, habían sido provocadas por la astricción ferroviaria. El testimonio de otro médico legista -que discrepaba con la versión policial-, no fue agregado al expediente. Las ropas y pertenencias de Cristian desaparecieron.
Durante el período de instrucción se perdieron las muestras de ADN de pelos hallados entre los dedos de Cristian y el libro de guardias de la comisaría fue ocultado durante 7 años; la falsedad de las firmas de Cristian también será objeto de debate en el juicio a cargo del Tribunal Oral Criminal II de La Plata integrado por Claudio Bernard, Liliana Torrisi y Silvia Hoerr por la secretaría de Julio Banfi.