sábado 15 de febrero de 2025

Cristina Espinosa, la mujer que más sabe de muertos en La Plata

Uruguaya de nacimiento, cruzó el río de muy joven y se enamoró enseguida de la ciudad, de sus rincones y de su historia. Es la encargada de las visitas nocturnas en el cementerio, lugar que conoce de punta a punta y al que desmitifica con naturalidad. "Hay hasta gente que me llama para preguntarme dónde están sus familiares fallecidos", dice en una extensa charla con 0221.com.ar.

Cristina Espinosa nació hace 72 años en Montevideo pero se siente más platense que diagonal 80, el Pasaje Dardo Rocha, plaza Moreno y la Catedral. Estudia durante varias horas a la semana la historia de la ciudad y le apasiona dar charlas al respecto, como guía turística en la calle pero fundamentalmente allá donde termina diagonal 74, cruzando los límites del casco urbano, del espacio y del tiempo: es la encargada de abrir las puertas del cementerio y encabeza multitudinarias visitas guiadas, de día y de noche, con sol y lluvia y rodeada de nichos, tumbas y bóvedas que datan de hace más de 100 años. Conoce todos los rincones y secretos de uno de los lugares más misteriosos de la capital bonaerense y los comparte en una recorrida exclusiva para 0221.com.ar.

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"Yo pregunté dónde están esos supuestos túneles y nadie me dice, y yo nunca los vi", expresa entre risas y sentada sobre uno de los banquitos del pasillo principal del cementerio, vestida a tono con un naranja brillante que resulta provocativo si uno se deja llevar por la imagen lúgubre, oscura y misteriosa que envuelve a un cementerio. Pero en realidad su imponente abrigo simboliza a la perfección la alegría y buen humor que caracteriza a esta mujer que disfruta lo que hace, presente todos los días en lo que para ella no es más que "un lugar de historia".

"Yo trato de sacarle el misterio a esto. Cuando yo hago mis visitas guiadas las hago en base a historia, no a misterios: acá dicen que una señora atravesó la pared, que un señor está esperando resucitar, que hay túneles, y no, no hay nada", remarca, apasionada por recordar a todas las personalidades que están enterradas en La Plata y muy pocos lo saben. "Yo estoy luchando a ver si puedo lograr dar charlas en las escuelas, para que los chicos sepan la historia de la ciudad y quiénes son las personas", dice en ese sentido quien tocó la puerta de la Dirección General de Cultura y Educación pero aún no recibió respuesta.

Las visitas guiadas que da Cristina son gratuitas y pueden durar hasta 2 horas, en donde -como dice ella misma- "me la paso hablando sin parar". "En otros cementerios las visitas te las cobran 150 pesos, hablan poco y están poquito tiempo", compara con orgullo quien a lo largo de su trayectoria tiene estudiadas a la perfección a más de 300 personalidades provenientes de muchos ámbitos, como historia, literatura, arte, poesía, medicina, política y demás.

"La ciudad de La Plata fue fundada por masones y todas las personas que intervinieron en la fundación -arquitectos, comerciantes, todos eran masones-, entonces es un mundo que tuve que empezar a estudiar, porque hasta el portón de entrada del cementerio es masón", cuenta. Tanto estudió el tema que en algunas de sus visitas recibe a masones infiltrados que al final del recorrido la terminan felicitando e incluso invitándola a sus reuniones.

"La visita que más me gusta hacer es cuando nos encontramos en plaza Moreno, en el macizo fundacional -porque la piedra fundamental está abajo de la Catedral- y después venir para el cementerio. La gente quiere visitas guiadas de masonería y esas visitas las doy de noche porque los masones fundadores de la ciudad son los que están en la parte principal del cementerio. De día, en cambio, me extiendo para los costados", comenta, siempre observando a su alrededor y acompañada por Marta, su mano derecha desde que empezó con este trabajo, hace 6 años.

"De día tengo 20, 50 o 100 personas. Cuando doy a Juan Vucetich y se anuncia, viene mucha más gente. A la noche nunca se sabe, puede haber 100, 200 o 300 personas. Y si es noche de los museos, por ejemplo llegué a hacer 1.500 personas en una noche", destaca.

"La parte que más me gusta es el pasillo de la entrada, la parte fundacional, porque tenemos toda la historia acá: los masones que iniciaron la ciudad, el ingeniero Ringuelet, el doctor Cestino -doctor que no era doctor, curaba a toda la gente de Ensenada y alrededores andando a caballo antes de que se funde la ciudad de La Plata-, Emilio Coutaret, el General Hornos, Isnardi; más allá tenemos a Juan Cruz Mateo -bandeononista de Carlos Gardel-, al Teniente Coronel Burela -que comenzó la guerra gaucha con Güemes-; Manuel Puig... hay muchísimas historias de personalidades", se emociona.

"En este cementerio tenemos un plus que no tienen otros: acá tenemos definidos todos los estilos arquitectónicos que no hay en otro lado. Acá hay un neoclásico, neogótico, Art Nouveau con las cúpulas, Art Decó, modernismo catalán", describe señalando para todos los costados y define, tajante: "acá hay un mundo que la gente no se imagina; para mí el cementerio es un lugar lleno de historia".

Historia es la palabra que más repite a lo largo de una charla que recorrió todos los pasillos. "Acá tenemos a los Cinco Sabios -Pedro Palacios Almafuerte, Juan Vucetich, Carlos Spegazzini, Alejandro Korn y Florentino Ameghino-, que tienen su rica historia; la primera maestra directora de la escuela de Sarmiento en San Juan; tenemos una bóveda en donde hay tres generaciones de masones, con padre, hijo y nieto; Ringuelet -que casi nadie sabe que su abuelo fue médico de Napoleón-; y muchas personalidades más", explica.

LOS FANTASMAS

En realidad no hay fantasmas, o al menos Cristina nunca los vio. Por eso es escéptica. "Sí hay dos cosas que se suelen contar y que yo no las considero como misterios. Por ejemplo, en la bóveda del señor Platero enterraron a su hija con catalepsia: se cayó el cajón y cuando lo abrieron estaba la chica toda arañada porque había despertado y murió dentro del cajón; eso pasó verdaderamente, no es un misterio", comienza relatando.

El otro caso es el de Matías Behety, el poeta uruguayo que trabajó en el diario El Día, que fue enterrado en el viejo cementerio de Tolosa y que cuando se lo trasladó a principios del siglo pasado fue olvidado por sus familiares: "un día deciden abrir el cajón y estaba disecado, intacto. Pero nadie sabía quién era; entonces lo traen y lo dejan en exhibición con un vidrio adelante. Lo llamaban la momia y dicen que salían luces, que hacía milagros... un día, después de 40 años, vino Lamberti, un amigo de él, lo mira y lo reconoce".

"Acá se cuenta que una señora llegó a la puerta del cementerio, se bajó de un taxi, atravesó la pared, el taxista se fue mal, se lo cuenta a sus amigos, vuelven a ver el lugar por donde había pasado la señora y ven el saco que ella tenía colgado en una bóveda. Yo busco en Internet y veo que una guía del cementerio de Recoleta cuenta lo mismo...", descree.

"Después, una vez los trabajadores estaban haciendo un pozo para poner a una persona. Ellos a veces se hacen bromas porque claro, este es un lugar muy serio y de vez en cuando tienen que distender; entonces uno se acostó en ese hueco y se durmió. Sus compañeros le pusieron una corona y después al rato pasaron dos señoras caminando que ven el hueco y sale un tipo caminando... te imaginás el susto que se llevaron", recuerda.

Y al momento de responder si ella protagonizó alguna vez un momento que haya rozado lo inexplicable, hace memoria: "me pasó en la bóveda de Carmelo Zerrillo -que siempre está impecable, bien pintada-, un día que estaba lloviznando, pasé por al lado y adentro vi una tela que se movía. Me quedé quieta mirando y la llamé a mi amiga; me acerqué lentamente. Lo que había pasado es que había un pintor trabajando que terminó entrando a la bóveda porque estaba lloviendo, entonces se puso a trabajar adentro subido a una escalera. Pero hasta que descubrimos eso pasó un rato largo, tuvimos miedo pero después nos reíamos".

"Lo que me preguntan con más frecuencia es si tengo miedo. Y yo siempre digo que miedo tengo de la puerta para afuera. Acá tenemos siempre tres perros que nos cuidan. Hay veces que estoy sola y con mi amiga vamos, venimos, recorremos; este es un lugar muy tranquilo y no pasa nada extraño", insiste.

"Un chico masón una vez me dijo que acá al fondo había una escuadra con un lápiz y un compás. Me dijo que no sabía dónde, pero que estaba en el fondo. Yo al día siguiente vine a buscar eso, hacía mucho frío y llovía. Acá hay 6.600 lápidas, pero no sé qué pasó que fui derecho y a los 10 minutos de haber entrado la encontré. Esas cosas sí me han pasado. Y entonces muchos me dicen 'a vos los muertos te ayudan'", cuenta.

Cristina -que el año que viene se va a España a dar charlas- recorre las angostas calles internas como si estuviese en el living de su casa. Los trabajadores de limpieza del cementerio y los guardias de seguridad la saludan con cariño. Ella avanza y paso tras paso eleva la mirada para explicar con minuciosos detalles cada una de las historias que esconden las bóvedas.

Conoce todos los secretos. Tanto, que alguna que otra vez se ocupa de orientar a los propios familiares de los muertos: "Muchos familiares de personalidades que están enterradas acá me escriben cartas y me agradecen que yo saque a flote sus vidas ¡Y hay hasta gente que consigue mi teléfono no sé cómo y me llama para preguntarme dónde están sus familiares fallecidos!".

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