En una visita a Filipinas, el papa Francisco afirmó: "El futuro de la Iglesia está en Asia". La frase, que en su momento pasó casi desapercibida, hoy vuelve a circular con fuerza y alimenta las versiones sobre el posible perfil de su sucesor en el Vaticano.
Luis Antonio Tagle, cardenal filipino de 67 años, es uno de los nombres que más suenan tras esa declaración. Hombre de confianza de Francisco, mantuvo una relación cercana durante todo su pontificado y comparte su misma línea pastoral, orientada a las periferias del mundo.
Con una sólida formación teológica y una visión inclusiva, Tagle es conocido por su defensa de los migrantes y por denunciar desigualdades del modelo económico neoliberal. En una de sus homilías, se preguntó: "¿Cuántos pobres están siendo sacrificados por el Dios de la avaricia?".
Su figura es observada con atención dentro y fuera del Vaticano. Lo apodan "el Francisco asiático" por su perfil social, sus vínculos con comunidades vulnerables y su enfoque crítico del sistema. En ese marco, la frase del pontífice reactivó las especulaciones y lo posicionó como uno de los posibles elegidos.
La austera habitación donde murió el papa Francisco
Durante los 12 años que estuvo al frente de la iglesia católica, el Papa argentino eligió vivir en la habitación 201 de la Casa Santa Marta. El suma pontífice rechazó el Palacio Apostólico y su comodidad y optó por un cuarto modesto con una cama individual, una lámpara de lectura, un crucifijo y su mate argentino.
Su decisión de mudarse a ese espacio fue tomada al inicio de su pontificado en 2013 y, según explicó su colaborador Monseñor Guillermo Karcher, respondía a una necesidad de "vivir cerca de la gente". La elección tuvo un sentido político y espiritual en el marco de su gestión.
Habitacion papa francisco.avif
Durante su pontificado en el Vaticano, el papa Francisco vivió en un cuarto simple, sin lujos ni privilegios.
(Foto: Revista Gente/Archivo Atlántida).
La habitación carecía de balcones, diseño destacado o vistas privilegiadas. Francisco desayunaba yogur descremado y café y compartía el comedor con trabajadores del Vaticano. Su rutina comenzaba a las 4.45 con oraciones, misa y lectura de los diarios, sin conectarse a internet.
Su velatorio se realiza en la capilla de la misma residencia, tal como él había pedido. No hubo honores ostentosos ni símbolos de poder. El ataúd fue simple, sin ornamentos. La habitación 201 no fue solo su lugar de descanso, fue el reflejo de su estilo de vida y su mensaje.