Aunque es un evento profundamente tradicional, el cónclave para la elección de Papa cuenta con un operativo digital invisible que blinda al Vaticano.
El cónclave que definirá la elección del sucesor del papa Francisco se mantiene como uno de los rituales más antiguos del mundo, sin embargo, detrás de su apariencia solemne y analógica, el Vaticano despliega un sistema de seguridad de última generación que incluye bloqueadores de señal, barridos electrónicos y vigilancia extrema para evitar cualquier filtración de información.
Aunque el cónclave conserva su liturgia ancestral, está rodeado de un sofisticado sistema de seguridad. Antes y durante el proceso, se realizan barridos electrónicos para detectar micrófonos, cámaras ocultas o cualquier dispositivo de espionaje. Estos operativos son ejecutados por equipos especializados y contarían con la colaboración de organismos como los Carabinieri, la Guardia Suiza y el Cuerpo de Gendarmería del Vaticano.
Los restos del papa Francisco fueron trasladados a la basílica de San Pedro, donde permanecerán hasta su funeral previsto para este sábado en el Vaticano.
El papa Francisco expresó, antes de morir, su deseo de descansar en la basílica Santa María Mayor, modificando tradiciones funerarias del Vaticano.
Cada rincón que recorren los cardenales, habitaciones, pasillos, accesos, es inspeccionado. Las ventanas se sellan con materiales opacos para evitar la intrusión de drones, cámaras de largo alcance e incluso satélites. Todo elemento capaz de registrar datos es eliminado o desactivado.
El aislamiento del cónclave es absoluto. Se utilizan bloqueadores de señal, conocidos como jammers, que interfieren con comunicaciones móviles, Wi-Fi, Bluetooth y transmisiones satelitales. En zonas clave, se implementa un blindaje electromagnético, similar a una jaula de Faraday, que impide la circulación de ondas.
Además, los sistemas informáticos usados están completamente desconectados de internet (air-gapped) y se utilizan solo para cuestiones logísticas internas, como la asignación de habitaciones o la organización de traslados. No se permite ningún dispositivo personal: celulares, relojes inteligentes, tablets y laptops deben ser entregados previamente y quedan bajo estricta custodia.
En todo el Vaticano operan 650 cámaras de vigilancia ubicadas en espacios comunes, como patios, entradas y pasillos. Todas están conectadas a un centro de control subterráneo. Sin embargo, durante las votaciones, no se permite ninguna cámara en el interior de la Capilla Sixtina. El silencio y el aislamiento son totales.
El acceso a zonas sensibles podría estar controlado mediante lectores de tarjetas digitales o incluso tecnología biométrica, aunque esta información no ha sido confirmada oficialmente.
Paradójicamente, la señal más esperada del cónclave sigue siendo el humo que surge de la chimenea. A pesar de su apariencia tradicional, este también ha sido modernizado. Desde 2005, se emplean sustancias químicas específicas que garantizan colores claros y distinguibles: negro si no hubo elección, blanco si hay un nuevo papa.
Para el humo negro se utiliza una mezcla de alquitrán y carbón; para el blanco, una combinación de perclorato de potasio, antraceno y azufre. Así, incluso esta antiquísima señal se convierte en la expresión final de un complejo operativo de seguridad que permanece invisible para el mundo.