Se las confunde con ratas, pero no transmiten enfermedades y benefician al ambiente. En diálogo con 0221.com.ar una especialista describe sus características.
Al igual que en otras ciudades de la Argentina, en los patios de las casas de distintos barrios de La Plata suelen aparecer de manera esporádica comadrejas -zarigüeyas- y ante la sorpresa, mucha gente reacciona de mala manera, cuando en realidad son animales extremadamente inofensivos y beneficiosos para el ecosistema, y por eso hay que ayudarlos.
La palabra "zarigüeya" proviene del tupí "sari'wé", una lengua indígena originaria de lo que hoy es territorio brasileño. Esta palabra fue adoptada por el portugués de ese país como "çarigueia" y luego pasó al español, transformándose en "zarigüeya". Son mamíferos marsupiales que en nuestro país llevan el nombre de comadrejas overas; son animales buenos, tímidos y solitarios, que habitaron el territorio mucho antes de que la ciudad creciera y tuvieron que adaptarse a la vida urbana. Eso es algo que los seres humanos debemos comprender, antes de accionar de cualquier manera.
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En diálogo con 0221.com.ar, su cuidador Damián Diéguez cuenta los detalles de cómo es el día a día acompañando a uno de estos tres animales que hay en Argentina.
"Son mamíferos, marsupiales, omnívoros, no atacan y, como cualquier ser vivo, cumplen un rol en el ecosistema, nos den un beneficio a nosotros o no", dijo en diálogo con 0221.com.ar Ayelén Lutz, bióloga y docente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. "Siempre estamos desde nuestra visión antropocéntrica esperando obtener un beneficio del resto de la biodiversidad y me parece que no siempre es así. Es muy importante remarcar la importancia de la biodiversidad en general y de cómo hay que aprender a convivir con otros animales", agregó.
Lutz es una de las autoras, junto a Pablo Teta y Germán Tettamanti, de "Mamíferos de Buenos Aires", libro editado en 2022 que dedica una parte a explayarse acerca de estos animales que hacen su aparición a lo largo de distintos momentos del año. Allí se describe a la comadreja overa como "solitaria, crepuscular y nocturna; mayormente cursorial, aunque también trepa y se mueve entre las ramas con agilidad. Se refugia en troncos huecos de árboles, nidos de aves o construcciones humanas. Se alimenta principalmente de invertebrados, pero también de pequeños vertebrados y frutos".
"Si se siente amenazada, abre la boca y emite chillidos agudos o entra en un estado de inmovilidad semejante a la muerte, que ocasionalmente se acompaña de secreciones producidas en la cloaca", se agrega. Esta es una de sus características más peculiares, que asoma cuando por ejemplo un perro las persigue e intenta atacarlas.
"En latitudes templadas se reproducen entre finales del invierno y finales del verano; las hembras pueden parir y criar hasta 3 camadas en cada temporada"; "la gestación dura aproximadamente 13 días; seguidamente, las crías se alojan por casi un mes y medio en el pliegue marsupial", y "por un tiempo, después de abandonar el marsupio, las crías se suben al lomo de la madre, tomándose por sus colas a la cola de ella", se explica en aquel libro.
Son animales buenos como los koalas australianos, evitan el contacto con los humanos y es clave entender que no transmiten enfermedades y no son plaga. "Suele haber quejas de la gente que tiene gallinas porque comen huevos o pueden matar pichones; pero en líneas generales no son animales que causen problemas", comentó Lutz. "Lo más importante es que consumen insectos", remarcó la bióloga. Las comadrejas se encargan de las cucarachas, arañas, alacranes y hasta garrapatas, entre otros.
"Son animales que se mueven de manera lenta y por eso muchas veces son atropellados. Hay gente que puede llegar a tenerles asco o temor, pero eso tal vez sea por una cuestión más visual, ya que no tienen nada que ver con los roedores", dijo Lutz.
Su apariencia física es parecida a la de las ratas, pero pertenecen a distintas familias y por eso no comparten características. Es más, las zarigüeyas se acicalan constantemente con sus lenguas y patas, y por esto son consideradas animales extremadamente limpios.
"Por más que no te guste el aspecto, no hay que matarlas; bastante hemos transformado el ambiente y el espacio natural. Realmente son pocos los animales que logran adaptarse a esos cambios, y a esos pocos encima los matan; se los piensan como transmisores de enfermedades y esto está muy alejado de ser así", cerró la especialista sobre las comadrejas.
Otro dato que las distingue es que viven poco; un promedio de 2 años. Y muchas veces las madres fallecidas todavía continúan con sus crías vivas adheridas a sus cuerpos, por eso si alguien se encuentra con esta escena, puede tomarlas con cuidado y llevarlas a una veterinaria para que las rehabiliten y puedan crecer sanas. Y con igual empatía y amabilidad hay que reaccionar si se mantiene un encuentro casual en los patios y hasta en los interiores de nuestras casas: las zarigüeyas son buenas y no buscan ocasionar ningún problema.