miércoles 19 de noviembre de 2025
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Puntos de inflexión

Los doce momentos clave que marcaron la historia de La Plata

Dos historiadores proponen un recorrido por eventos claves para repensar la historia de La Plata, sus tensiones y sus marcas culturales más allá de las fechas.

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Por Marcelo Raimundo y Jorge Troisi Melean (*)

“En el diario no hablaban de ti, ni de mí”, decía Joaquín Sabina. Y, sin embargo, lo que nos ocurría —lo íntimo, lo cotidiano, lo que parecía menor— seguía atravesando nuestras vidas sin figurar en ninguna portada. Algo semejante sucede cuando intentamos nombrar las fechas importantes de una ciudad: muchas veces lo decisivo no coincide con aquello que oficialmente se destaca. ¿Cómo decidir, entonces, qué momentos recortar en una historia colectiva? ¿Cómo distinguir lo que verdaderamente dejó una marca de lo que simplemente quedó registrado?

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La respuesta no puede evitar cierta arbitrariedad, pero sí puede asumirla con honestidad. En estas páginas presentamos una serie de eventos latentes, momentos en los que la ciudad de La Plata —su sociedad, sus instituciones, su cultura— quedó transformada de manera visible o subterránea. No forman una cronología cerrada ni aspiran a establecer un canon de hitos definitivos. Son, más bien, puntos de inflexión que permiten pensar la trama urbana desde otro lugar: fechas que ayudan a comprender quiénes fuimos y quiénes seguimos siendo.

El criterio es, necesariamente, exploratorio. Nos interesa la ciudad como un espacio de tensiones: entre planificación y azar, entre poder y vida cotidiana, entre identidad y cambio. Por eso, los recortes que elegimos funcionan como ventanas: permiten mirar de cerca momentos que actuaron como bisagras simbólicas, institucionales o culturales. Allí emergen episodios conocidos y otros que quedaron sepultados, procesos largos y rupturas abruptas, gestos individuales que desencadenaron transformaciones colectivas.

El recorrido que proponemos empieza en un punto que deliberadamente no es 1882, porque la ciudad existe también antes de su fundación oficial, y termina en una fecha que tal vez marque el vértice de algo por venir: un retorno a la idea de la ciudad pensada, discutida y proyectada. No se trata de escribir una historia definitiva, sino de abrir preguntas. De volver a mirar La Plata desde sus momentos de quiebre, sus contradicciones y sus posibilidades. De buscar —como decía Sabina— aquello que no siempre aparece en el diario, pero que explica lo que somos.

Fundación de La Plata Tomas Bradley

El 6 de julio de 1881, apenas dos meses después de que Dardo Rocha asumiera como gobernador, se sancionó la ley que se convertiría en el instrumento financiero decisivo para reorganizar la economía provincial y, sobre todo, para dar origen a la futura ciudad de La Plata. La provincia, recién despojada de la ciudad de Buenos Aires por la federalización de 1880, necesitaba generar capital fresco para afrontar grandes gastos sin colapsar su sistema fiscal. La norma creó 20 millones de pesos fuertes oro en Fondos Públicos, garantizados por impuestos provinciales, que pagarían intereses y serían amortizados ordenadamente. Con esta estructura, la Provincia podía refinanciar deudas, estabilizar su economía y recuperar capacidad de inversión.

El funcionamiento del empréstito estaba minuciosamente regulado. El Banco de la Provincia, una de las pocas entidades que la provincia retuvo para si misma y no se nacionalizó, debía administrar la emisión de los bonos, recibir los títulos de deuda antigua para convertirlos, pagar intereses, destruir públicamente los títulos retirados y, si fuera necesario, vender los nuevos bonos en el exterior. Este diseño administrativo —lejos de ser un simple trámite técnico— garantizaba transparencia, credibilidad y continuidad del proceso, asegurando que la operación generara un remanente utilizable para nuevos proyectos públicos. Esa era, precisamente, la finalidad estratégica de la ley.

Ese excedente fue la clave del futuro urbano. La ley establecía que, una vez canceladas las deudas existentes, el sobrante del empréstito quedaría exclusivamente destinado a la edificación de la nueva Capital. Por eso, cuando en 1882 se sancionó la Ley 1.463 que creaba oficialmente La Plata, se remitió directamente a esta norma: fue la Ley 1.404 la que aportó el dinero real para comprar las tierras, diseñar el trazado urbano y comenzar la construcción de los principales edificios públicos. Con ese financiamiento llegaron ingenieros, técnicos, obreros e inmigrantes, y comenzó a levantarse una ciudad geométrica, moderna y monumental. Sin la ley del 6 de julio de 1881, el proyecto de La Plata simplemente no habría sido materialmente posible.

provincia de buenos aires sin la plata
El mapa de la provincia de Buenos Aires en 1881, antes de que existiera La Plata

El mapa de la provincia de Buenos Aires en 1881, antes de que existiera La Plata

El 3 de junio de 1887 nació el Club de Gimnasia y Esgrima La Plata, inspirado en el prestigioso GEBA, que en Buenos Aires marcaba el rumbo en materia de formación física y vida deportiva. Sus fundadores, muchos de ellos familiarizados con aquel modelo porteño, como Saturnino Perdriel, Ricardo Gondra, Ignacio Ezcurra y Carlos A. Delaney, buscaban trasladar ese espíritu moderno a La Plata, una ciudad joven que todavía delineaba su identidad. Desde el comienzo, la nueva institución adoptó una organización sólida y orientada al desarrollo integral de la actividad física.

En sus primeros años, Gimnasia ofreció diversas disciplinas como gimnasia, esgrima, atletismo y remo, incorporando más adelante el fútbol. Este abanico de actividades convirtió al club en un espacio clave de sociabilidad para profesionales, funcionarios, vecinos destacados y jóvenes deportistas. En una comunidad incipiente, el carácter abierto y plural de la institución contribuyó a forjar una identidad propia, estrechamente ligada al crecimiento urbano y cultural de la nueva capital provincial.

La consolidación de su relación con el Bosque ocurrió en 1905, cuando el municipio destinó sectores del paseo para actividades deportivas. Gimnasia obtuvo allí un espacio estable que pronto se transformó en su centro institucional y en el corazón de su vida cotidiana. Ese traslado definió un vínculo duradero entre el club y el Bosque, que se convirtió en un símbolo inconfundible y en escenario permanente de su historia.

El proceso fundacional se inscribió en un momento en el que comenzaban a surgir clubes como ámbitos de encuentro social y práctica deportiva en todo el país. La invitación del 31 de mayo de 1887, convocando a la creación de un club de gimnasia, esgrima y pelota, reflejó tanto el espíritu higienista de la época como la voluntad de ofrecer un espacio formativo para la juventud platense. La noche del 3 de junio, más de medio centenar de vecinos asistieron a la reunión en 7 y 46 sin saber que estaban dando origen a una institución que se convertiría en un símbolo de identidad local y en uno de los protagonistas más perdurables del deporte argentino. Así nacía Gimnasia y Esgrima La Plata, el Decano de la ciudad, reconocido además como el club de fútbol en actividad más antiguo del país.

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En 1888, la ciudad de La Plata alcanzaba el punto más alto de un crecimiento vertiginoso iniciado con su fundación en 1882. En ese proceso, el Banco Constructor de La Plata (BCLP) había sido el actor financiero central. Fundado en 1883 por Carlos Mauricio Schweitzer y un grupo de empresarios y funcionarios bien conectados, el banco tenía como objetivo levantar edificios, financiar obras públicas y privadas, y comprar y vender tierras en la nueva capital bonaerense. Su éxito temprano —con utilidades del 1.000% para los primeros accionistas— lo convirtió en un símbolo del progreso urbano, al punto de ser presentado en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 como ejemplo del dinamismo argentino.

Pero esa prosperidad estaba sostenida por un sistema financiero extremadamente frágil. La construcción de La Plata dependía en gran parte del crédito fácil, del flujo de capitales extranjeros y de la especulación inmobiliaria impulsada por el propio BCLP. Las primeras señales de alerta habían aparecido en 1887, cuando el brote de cólera frenó la llegada de inmigrantes y redujo la demanda de propiedades, pero el banco logró superar el impacto. Sin embargo, en julio de 1888, los cimientos del modelo colapsaron: se produjo lo que los contemporáneos llamaron “el crack más memorable de los anales bursátiles”, cuando las acciones del BCLP cayeron abruptamente de 235 a 160 pesos. Paradójicamente, mientras la crisis comenzaba a golpear con fuerza, unos meses después La Plata recibiría la medalla de oro en la Exposición Internacional de París de 1889 por su plan urbanístico, símbolo de la aspiración universalista de la ciudad en el mismo momento en que su base financiera comenzaba a desmoronarse.

La caída generó una reacción en cadena. La oficina liquidadora remató miles de acciones y certificados, desplomando el valor del banco y afectando a instituciones clave del sistema financiero. Incluso la intervención directa del presidente Juárez Celman —quien impulsó un descuento de obligaciones en el Banco Nacional para favorecer al BCLP— no logró revertir la situación. El impacto fue sistémico: además del Banco Nacional y del Banco Hipotecario, el Banco Provincia de Buenos Aires también sufrió una desvalorización significativa, lo que profundizó la retracción del crédito y amplificó la crisis que afectaba a la región y a la construcción en La Plata. El modelo expansivo que había sostenido a la ciudad empezaba a mostrar sus límites.

Por eso, la crisis de 1888 puede considerarse el comienzo del freno estructural a las obras de la ciudad. Aunque el BCLP siguió operando y continuó promocionando inversiones, la burbuja ya había estallado. El flujo de crédito se secó, las obras previstas —como barrios enteros, edificios públicos y proyectos inmobiliarios en Berisso y en el sur bonaerense— quedaron paralizadas o se demoraron indefinidamente, y la prensa financiera extranjera comenzó a advertir sobre la fragilidad argentina. Esa brecha entre la imagen de prosperidad y la realidad financiera precipitaría la crisis de 1890, sellando el fin de la etapa expansiva que había impulsado la construcción de La Plata y marcando el inicio de la larga agonía del Banco Constructor.

Palacio de Justicia
Las grandes construcciones de La Plata –como el Palacio de Justicia– fueron en los primeros años. En 1888 comenzó la larga agonía del BCLP

Las grandes construcciones de La Plata –como el Palacio de Justicia– fueron en los primeros años. En 1888 comenzó la larga agonía del BCLP

El trazado original de La Plata no incluyó lugar para una Universidad, aunque para 1889 un importante sector de la población apoyó la iniciativa del senador Rafael Hernández de restituir esa institución que la capital de la provincia había perdido con la federalización. La universidad provincial comenzó a funcionar en 1897 con Dardo Rocha como su rector, pero nunca llegó a brillar: no lograba crecer en matrícula al no ofrecer una propuesta distinta a la de Buenos Aires, sus títulos no eran reconocidos por las autoridades nacionales, tampoco contaba con profesores destacados y sufría un ahogo presupuestario permanente. En 1905, Joaquín V. González, quien por entonces era Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación, logró la sanción de una ley convenio para transferir la Universidad provincial al gobierno nacional, que junto al Museo de Ciencias, el Observatorio Astronómico y la Biblioteca Pública forjaron la universidad nacional. A diferencia del perfil profesionalista dominante en Buenos Aires y Córdoba, el proyecto de González, basándose en un profundo estudio de los sistemas educativos de Europa y Estados Unidos y contemplando los conflictos estudiantiles acaecidos en la UBA durante 1903 y 1904, propone crear, una universidad científica, moderna y experimental a la altura de las demandas y necesidades de la época. Con la UNLP en marcha, la cittá morta que había dejado la crisis de 1890, volvía progresivamente a la vida.

Presidencia de la UNLP
El edificio de la Presidencia de la UNLP, en los años '30

El edificio de la Presidencia de la UNLP, en los años '30

La década de 1910 trajo importantes cambios para La Plata, que se pueden seguir a partir de varios registros. Desaparece el monumento a Moreno ubicado frente a la Municipalidad; se desarma el de la Primera Junta, que estaba en la actual Plaza San Martín repartiendo las estatuas de sus próceres por distintos espacios públicos de la ciudad y también se demuele la mansión de los Iraola, situada en el Bosque creado por dicha familia muchos antes antes de la fundación de la ciudad.

Tal vez la desaparición con mayor simbolismo, fue la eliminación en 1911 del Arco situado en 1 y 52, donde hoy se erige el monumento al Almirante Brown. Construido en 1884, se lo ha identificado como el lugar de la entrada al bosque, donde la clase alta platense solía disfrutar del ocio escuchando la banda de la policía. Pero en realidad era la puerta de entrada a la ciudad, el portal de La Plata, que había sido pensada como ciudad portuaria y a la que se accedería principalmente por el río. A través de un sistema de canalización, idea acorde con una época de fomento de la navegabilidad interna de la provincia, quien llegara por el Puerto por vía fluvial podría conectarse con un Arroyo del Gato navegable hasta el centro de la ciudad y llegar a un puerto de cabotaje cerca del Palacio de Justicia, que permitiría arribar incluso a Tolosa. Pero a comienzos de la década, el intendente Luis Doyenhard decidió su entubamiento y priorizar el trazado original. Junto al esto, en 1911 se sanciona una ley para fomentar a La Plata como ciudad industrial, que destinaba cientos de hectáreas para tal fin en la zona de Ensenada. La ciudad así, se reorientaba del eje atlántico hacia Buenos Aires, cuestión que terminaba de confirmase con la promulgación también ese mismo año, de una ley para la construcción de un ferrocarril eléctrico y un camino de granito con base de hormigón en portland de La Plata a Avellaneda.

Arco de entrada a La Plata
El arco de entrada a La Plata, en el Bosque. Detrás llega a verse la Jefatura de la Policía

El arco de entrada a La Plata, en el Bosque. Detrás llega a verse la Jefatura de la Policía

Al año siguiente del estallido de la rebelión estudiantil en la universidad de Córdoba, que diera comienzo a la histórica Reforma Universitaria, el 20 de octubre de 1919 la Federación Universitaria de La Plata declaró una larga huelga estudiantil. A diferencia del caso cordobés originado en la influencia eclesiástica en la enseñanza, el conflicto local tuvo su razón en las quejas de los estudiantes de la Facultad de Agronomía y Veterinaria sobre el comportamiento de profesores y autoridades, a quienes acusaban de nepotismo, corrupción y falta de calidad docente. Conocida como "la huelga grande" se extendió durante 9 meses, ya que la falta de respuestas de las autoridades universitarias, llevó a que los estudiantes se radicalizaran tomando el Museo de Ciencias Naturales y en un par de ocasiones el edificio de la Presidencia de la UNLP, cuestiones que derivaron en la clausura de la institución. La contienda estuvo atravesada por varios hechos de violencia, tanto por la represión policial que termino con el encarcelamiento de decenas de estudiantes, como por el asesinato de un estudiante en abril de 1920 en la mesa de exámenes de la facultad de Medicina. Finalmente con la renuncia del presidente de la universidad y la reforma de los estatutos, la lucha estudiantil finalizó victoriosa a principios de julio de aquel año.

Histórica rebelión estudiantil
Estudiantes izan la bandera morada de la Federación Universitaria durante la toma de la Presidencia de la UNLP a fines de octubre de 1919

Estudiantes izan la bandera morada de la Federación Universitaria durante la toma de la Presidencia de la UNLP a fines de octubre de 1919

El 8 de agosto de 1952, mediante la Ley 5685 y a poco más de diez días de la muerte de Eva Duarte, la Legislatura bonaerense renombró oficialmente La Plata como Ciudad Eva Perón. La medida inscribió a la capital provincial dentro del proyecto político del peronismo y redefinió su identidad simbólica. Junto con el cambio de nombre, se modificó el escudo municipal, incorporando la figura de Eva Perón y símbolos del justicialismo.

El impacto institucional fue inmediato. Estudiantes de La Plata pasó a llamarse Estudiantes de Eva Perón, y lo mismo ocurrió —en sus documentos oficiales— con Gimnasia y Esgrima, clubes barriales y numerosas entidades sociales. El caso más singular fue el de La Plata Rugby Club, que modificó su identidad completa para convertirse en Bosque Rugby Club, siendo la única institución que cambió efectivamente su nombre más allá de una formalidad administrativa. La tensión entre tradición urbana y lectura política marcó estos años.

Entre 1952 y 1955, la ciudad —rebautizada Eva Perón— atravesó una transformación profunda en su vida institucional y simbólica. El ciclo concluyó el 27 de septiembre de 1955, tras el derrocamiento de Perón, cuando por Decreto 10 la ciudad recuperó su nombre original.

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Un diploma de la UNLP, en la época en que era la Universidad Nacional de Eva Perón

Un diploma de la UNLP, en la época en que era la Universidad Nacional de Eva Perón

En abril de 1957 por un decreto-ley del interventor federal de la provincia se procedió a separar del partido de La Plata a las localidades de Berisso y Ensenada. Existió una primera iniciativa frustrada en 1929, cuando en la cámara de diputados fracasó la idea de autonomizar a las dos localidades costeras como una sola entidad administrativa, y luego otras que tampoco prosperaron. Al cambiar la situación política con el derrocamiento del peronismo, el camino a la separación se allanó. Desde el lado del gobierno dictatorial, por un lado se especulaba que la división permitiría quitar peso electoral al peronismo en la zona, ante las elecciones de 1957 y 1958; por otro, les serviría para lavar ante la población la oscura imagen adquirida por la Armada, que durante los enfrentamientos de septiembre de 1955 había atacado la Isla Santiago, bombardeado el Barrio Campamento y amenazado con volar la Destilería YPF. En esta ocasión a diferencia de antaño, el movimiento estuvo acaudillado desde abajo por diversas instituciones y sectores de la sociedad civil, que se organizaron durante 1956 para conformar las Comisiones Populares Pro Autonomía en las dos localidades. Finalmente, en julio de 1957, fueron designados por el gobierno interventor los primeros comisionados locales en base a una nómina propuesta por las comisiones de ambas ciudades.

Autonomía de Ensenada
Caravana de vecinos de Ensenada festejando en las calles La Plata la autonomía local.

Caravana de vecinos de Ensenada festejando en las calles La Plata la autonomía local.

En octubre de 1968, mientras un planeta entero ardía en protestas juveniles —de México a Estados Unidos, de París a Praga— y mientras Asia y África alumbraban un Tercer Mundo en rebelión, otro estallido revolucionario surgía en un escenario inesperado: un grupo de jóvenes de un club chico argentino desafiaba al poder futbolístico global. Ese mes, Estudiantes de La Plata se consagró campeón del mundo en Inglaterra, empatando en Old Trafford y ganando la Copa Intercontinetal ante el Manchester United, el equipo que representaba la cúspide del fútbol internacional: campeón europeo, base de la selección inglesa campeona en 1966 y liderado por los deslumbrantes Bobby Charlton y George Best. Coronarse en suelo inglés, en la cuna del fútbol, era impensado, pero Estudiantes lo logró con táctica, preparación minuciosa y una convicción que desconcertó al mundo.

Bajo la dirección de Osvaldo Zubeldía, el equipo introdujo innovaciones nunca vistas en el fútbol: jugadas preparadas, análisis sistemático de los rivales, entrenamiento profesionalizado y una rigurosa lectura estratégica de cada partido. Ese modelo transformó la manera de competir internacionalmente y llevó a que el modesto club platense alcanzara una trascendencia inesperada. La victoria en la Copa Intercontinental no solo impactó en el fútbol mundial: situó a La Plata en la conversación global, y para muchos, se convirtió en el logro más grande de la historia de los clubes argentinos.

Con el tiempo, aquella revolución táctica se enlazó con la identidad futbolística argentina que cristalizaría en el Mundial de 1986. La selección dirigida por Carlos Bilardo, capitán del Estudiantes del 68, recuperó y perfeccionó ese enfoque: inteligencia táctica, disciplina, audacia y fortaleza mental. Con Diego Maradona como genio liberado por un sistema eficaz, Argentina alcanzó la gloria en México. La gesta de 1968 fue, en muchos sentidos, la raíz conceptual de aquella consagración mundial casi dos décadas después.

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La noche de la consagración de Estudiantes en Old Trafford

La noche de la consagración de Estudiantes en Old Trafford

1976 - La Plata y su noche más oscura

La Plata es la ciudad con más desaparecidos por habitantes del país. El golpe militar de 1976 a nivel local tuvo efectos inmediatos: el mismo 24 de Marzo fuerzas de seguridad desplegaron retenes en múltiples puntos de la región, arrestando principalmente a obreros que se dirigían a trabajar a la zona industrial de Berisso y Ensenada. La mayoría de ellos permanecieron detenidos ilegalmente durante días en el Cuerpo de Infantería de 1 y 60.

No habían transcurrido dos meses, cuando el 16 de mayo durante el entretiempo de un partido entre Estudiantes de La Plata y Huracán en 1 y 57, la policía desató una represión a balazo limpio sobre un grupo de simpatizantes que intentaba subir con globos una bandera que decía “Videla asesino. Montoneros”. Cae allí, al lado de su hijo Gregorio Noya, siendo el primer hincha muerto en una cancha de fútbol durante la dictadura militar. En el mes de septiembre, la ciudad vuelve a ser fuertemente golpeada. El 12, después de varios días de haber sido secuestrados, aparecen muertos a balazos al costado de la ruta 36, dos reconocidos abogados platenses con extenso compromiso político y social: Sergio Karakachoff y Domingo Teruggi.

Menos de una semana después ocurrió una de las tragedias que más marcó la historia local: entre el 16 y el 21 se desató una serie de redadas que buscaban desactivar la organización de protestas estudiantiles que habían demandado obtenido el "boleto estudiantil" en la movilizaciones de septiembre de 1975. Durante esos días fueron secuestrados estudiantes secundarios que tenían entre 16 y 18 años de edad –de los que 6 aún están desaparecidos– por grupos de tareas de la policía bonaerense, quienes habían titulado al operativo como “La noche de los lápices”.

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Noticia del 13 de septiembre de 1976 informando el asesinato de Karacachoff y Teruggi. Pocos días después la dictadura perpetraba lo que más tarde se conocería como Noche de los Lápices

Noticia del 13 de septiembre de 1976 informando el asesinato de Karacachoff y Teruggi. Pocos días después la dictadura perpetraba lo que más tarde se conocería como Noche de los Lápices

En diciembre de 1981, con el lanzamiento de Wadu Wadu, comenzó oficialmente la revolución estética de Virus, una revolución que empezó en La Plata y se expandió al mundo de habla hispana. En un escenario musical dominado por el rock progresivo, la solemnidad y la canción de protesta, la banda irrumpió con una propuesta que parecía llegar desde el futuro. Virus podía bailar incluso el horror, convertir la incomodidad en ritmo y la angustia en movimiento. Sus letras —irónicas, agudas, sensuales y conceptuales— se adelantaron una generación a lo que vendría: nuevas formas de hablar del cuerpo, del deseo, de la ciudad, de la alienación y de la vida moderna. Desde ese primer disco quedó claro que no eran una banda más, sino la puerta de entrada a un lenguaje artístico que el rock argentino todavía no había imaginado.

La estética de Virus fue un quiebre total. Su propuesta visual, performática y conceptual funcionaba como un arte integral, en diálogo con las búsquedas escénicas de David Bowie: moda, teatralidad, diseño, corporalidad y música articulados como un único código expresivo. En una Argentina todavía atravesada por la dictadura, esa libertad estética resultaba tan perturbadora como fascinante. Federico Moura, con su presencia magnética, amplificó ese efecto: un frontman que no imitaba a nadie y que expandía las fronteras culturales del rock nacional. Temas como Imágenes Paganas y Pronta Entrega consolidaron esa identidad, combinando elegancia sonora con un pulso urbano irresistible.

Entre 1981 y 1988 —años marcados por Malvinas, la apertura democrática y las crisis económicas— la banda encontró un público que buscaba nuevos códigos para interpretar el cambio social. Su sonido refinado y urbano acompañó el tránsito hacia otras formas de sentir y habitar la cultura. Virus hablaba de deseo cuando nadie hablaba de deseo, de baile cuando el baile parecía frívolo, de libertad cuando la libertad recién reaparecía en el horizonte. Esa singularidad los convirtió en referencia obligada de una Argentina que empezaba a reinventarse. Y canciones como “Luna de Miel en la Mano” reforzaron su capacidad para dialogar con el presente sin dejar de anticipar el futuro.

El impacto de Wadu Wadu y de toda la obra posterior superó ampliamente su época. Virus no sólo abrió el camino para un rock argentino más moderno e internacionalizable; también logró sobrevivir al surgimiento de MTV, un fenómeno que para muchas bandas implicó un giro forzado. Virus, en cambio, ya estaba sintonizado con ese universo antes de que ese universo existiera. Desde La Plata, inauguraron una forma distinta de entender la música urbana, fusionando vanguardia, ironía y sensibilidad pop. Su legado sigue definiendo la identidad cultural de la ciudad y del rock argentino: un punto de inflexión artístico cuya modernidad permanece intacta.

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La Plata fue una ciudad racionalmente pensada y diseñada, pero emplazada en una llanura deprimida y propensa a inundaciones a raíz de su cercanía a la costa rioplatense y por estar atravesada por pequeños pero numerosos cursos fluviales. Tempranamente, el conocido médico higienista y escritor Eduardo Wilde, sarcásticamente la bautizó como “la ciudad de los pantanos” y no está de más recordar que el centro geográfico original platense pensado en la zona que hoy es Plaza Belgrano, debió ser desplazado cuando el mismo Dardo Rocha descubrió en septiembre de 1882 que el mismo se había pensado sobre uno de los brazos del Arroyo del Gato.

El fundador como buen representante de su época, apostaba a que la razón y la técnica alcanzaría para vencer los desafíos de las fuerzas de la naturaleza. Sin embargo, el paso del tiempo evidenció que con eso no alcanzaba: durante la década 1971-1980, se registraron 25 inundaciones, y en la de 1991-2000, la cifra se incrementó a 78. Eventos de importancia también se registraron en 1998, 2002 y 2008, y a pesar de las advertencias de la comunidad científica, la cuestión no llegó nunca a tomarse seriamente por las autoridades gubernamentales.

2 de abril inundacion
Vecinos rescatando víctimas de la inundación el 3 de abril de 2013

Vecinos rescatando víctimas de la inundación el 3 de abril de 2013

Así se llegó al 2 de abril de 2013, día en que entre las 16:00 y 19:00 las precipitaciones volcaron más de 300 milímetros de agua de lluvia, que no sólo provocaron un incendio en la Destilería de YPF, sino que afectaron al 55% de la población del partido y aproximadamente 70.000 viviendas. Según la cifra final de víctimas fatales reconocida por la justicia, la tragedia dejó 89 platenses muertos, aunque al día de hoy la población sigue dudando de ese número. La respuesta de los diferentes niveles de gobierno ante la emergencia fue criticada por su descoordinación y la lentitud de la asistencia, quedando como héroes de la jornada miles de vecinos que socorrieron a sus conciudadanos con lo poco que tuvieron al alcance de sus manos.

(*) Los autores de la nota son directores del proyecto "Pinta tu aldea y pintaras el mundo - La Plata entre la historia local y la historia global"

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