Siendo cartonero para la sociedad no sos nadie. No tenés derecho a reclamar, ni a contestar, ni a hablar mal cuando el policía es agresivo Siendo cartonero para la sociedad no sos nadie. No tenés derecho a reclamar, ni a contestar, ni a hablar mal cuando el policía es agresivo
La percepción de los vecinos cambió a medida que fueron identificándose como trabajadores de la FACCyR. La indumentaria los referenció como cuidadores del medio ambiente y por eso ahora mucha gente se les acerca, les tienden una mano y hasta los espera con residuos secos preparados para despachar, porque quieren colaborar con la causa.
Cuando trabajaba por fuera del sistema de la Federación de Cartoneros, Pedro vivía al día. Juntaba cartones y los vendía a galpones, que hacen su negocio como intermediarios entre los recolectores y las empresas que los reciclan o los necesitan para realizar distintos bienes. Le pagaban por jornada y muchas veces tenía que conformarse con aceptar la oferta a cualquier precio. "Cuando empezas a cartonear es porque venís muerto. Necesitas tener comida todos los días", explica.
Ahora recibe un pago mensual, que lo ayuda a ordenarse, y vende cartón por su cuenta, a modo de changa y para complementar al ingreso fijo. Solo por la Cooperativa de Recicladores Unidos, en noviembre cobró $370.000. Hace unos meses pudo pagar el viaje de egresados de su hija de 12 años: "Se fue a un parque, pasando Brandsen. Salió fortuna, lo tuve que pagar en cuotas. Fue algo lindo, vio piletas, vio cosas que nunca vio en otros lados", recuerda.
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Pedro es el delegado de los cartoneros que trabajan en la recolección de basura en la Plaza Olazábal.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
Pedro tiene cuatro hijos. El más chico cumplió un año y ninguno de ellos trabaja, porque quiere que su prioridad sea terminar el secundario. "Vamos a poner el pecho hasta donde dé. Ellos saben que tienen que estudiar, si no van a terminar como yo. A laburar les enseño en casa, cuando entra un bolsón de arena o algo. Se van adaptando al sistema nuestro. No somos millonarios, no tenemos plata, tenemos que laburar", sostiene.
Cartonear en tiempos de crisis
A medida que se profundiza la crisis económica cada vez más personas deciden cartonear. La productividad del sector depende de múltiples variables: las condiciones climáticas, porque si llueve no se puede trabajar; las enfermedades, porque pasar un día en cama es tener un día sin ingresos; y hasta la caída del consumo, porque cuando menos gastan las familias también hay menos cosas que recolectar.
Pero como si no fuera suficiente, a todo eso se les suman incluso las decisiones de los gobiernos de turno. Una de las primeras medidas impulsadas por Javier Milei fue desregular las importaciones y esto terminó impactando de lleno en la actividad de Pedro y sus colegas: las empresas comenzaron a importar bobinas de papel celulosa y recortes de cartón desde de Brasil a un costo mucho menor y con ello el precio del kilo de cartón se derrumbó desde $230 a solo $70. La basura de Argentina, de esta manera, no se recicla, se acumula.
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Recicladores Unidos de La Plata, Berisso y Ensenada es una de las Cooperativas integradas en la FACCyR.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
"La Federación lucha por el beneficio de que el precio del cartón no baje, de que cierren las importaciones. No solo por nosotros, si no por todo el mundo que tendría que saber que es complicado. Tenemos paquetes y paquetes de plástico en el galpón que lo vamos a tener que tirar, no nos compran", cuenta el cartonero.
Pedro entró a trabajar en el sistema de la FACCYR porque entendió que podía vivir mejor y ahora está convencido de que la venta colectiva es el puntapié para conseguir derechos laborales. Aprendió, en el camino, sobre la importancia de su actividad para el medio ambiente y por eso se enorgullece: "Si nosotros no sacamos la basura de la ciudad, ¿dónde termina? ¿enterrada en el CEAMSE? Porque esto es basura, la gente lo tira porque es basura. Nosotros lo transformamos en material".
Cooperativa de Recicladores: el origen y el trabajo
En 2013 los cartoneros de La Plata atravesaban una situación crítica. La Policía Bonaerense no los dejaba usar caballos como herramienta de trabajo y un grupo de carreros se reunió con militantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) -una agrupación social que busca organizar a los trabajadores que quedaron fuera del sistema laboral formal- para enfrentar la persecución. Hicieron asambleas, plantearon la problemática y actuaron.
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Los cartoneros que forman parte de la FACCyR en La Plata comenzaron a juntarse en 2013.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
Para que los efectivos los dejaran trabajar, identificaron sus carros con las siglas del MTE y los últimos números de su DNI. Además, desparasitaron los caballos y los engordaron. Luego, se propusieron vender los residuos en conjunto y repartir las ganancias y finalmente se integraron a la FACCyR, que es parte del MTE y busca incluir a los cartoneros en los sistemas de residuos de todas las ciudades. En 8 años, la organización consiguió dos plantas de reciclado y sumó a más de 200 trabajadores.
Los recicladores recuperan la materia prima de la basura, la venden y reparten las ganancias. Las decisiones las toman entre todos, a través de asambleas -donde eligen autoridades, debaten penalizaciones a los compañeros en falta o proponen nuevas ideas de trabajo-. La presidenta de la Cooperativa es Verónica San Martín y cada área de trabajo tiene un delegado que coordina su respectivo grupo.
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Miguel Cabello, reciclador en el predio de San Carlos; posa junto a Verónica San Martín, presidenta de la Cooperativa de Recicladores Unidos.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
Los propios cartoneros trazan las rutas de sus recorrido y se dividen el mapa de la ciudad. Un camión pasa, de lunes a viernes a las 16 por las principales plazas del centro -Olazábal, Italia, San Martín, Rocha, España, Moreno y Paso- y lleva los carritos con sus respectivos bolsones vacíos. Los carreros recorren las calles de la zona y 2 horas después vuelven al punto acordado, devuelven los bolsones cargados y les ponen su nombre en una etiqueta, para identificar cuántos kilos juntó cada uno y cuánto les corresponde cobrar por ello.
Los carreros no son los únicos integrantes de la Cooperativa que realizan trabajos en la calle, ya que también existen las promotoras ambientales: muchas de ellas son excartoneras que se reubicaron laboralmente luego de tirar del carro durante años y el cuerpo no les dio para más; se encargan de concientizar a vecinos, estudiantes e instituciones sobre la metodología de separación en origen de los residuos. Se trata de un rol clave, ya que muchos productos reutilizables no pueden ser reciclados porque no fueron separados adecuadamente antes de ser desechados.
La cooperativa cuenta hoy con dos galpones que funcionan como plantas de reciclado, donde los trabajadores reciben la basura y separan los materiales -vidrio, plástico y cartón, entre muchos otros- que luego venden como materia prima para la fabricación de papel, envases y cajas. Una se encuentra en la localidad platense de San Carlos y la otra en Ensenada.
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La planta de reciclado de la Cooperativa está ubicada en 144 entre 47 y 49.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
El espacio de 144 entre 47 y 49 cuenta con maquinaria para que los recicladores puedan trabajar sin lastimarse el cuerpo: enfardadoras para prensar los materiales y venderlos en cantidad, ya que un fardo pesa alrededor de 190 kilos; y una cinta transportadora que les permite desmenuzar las bolsas de basura y apartar los materiales reutilizables.
Las ventajas del trabajo cooperativo
Pedro cuenta que antes, como autónomo, tiraba del carro durante toda la jornada -con bolsas de hasta 100 kilos- y muchas veces tenía que regresar a su casa con montículos de basura para venderlos al día siguiente. El espacio de trabajo les permitió tener otra higiene en su hogar y el desgaste que realizan con este sistema es menor: un camión lleva los carros hasta las plazas y luego los cargan desde la misma ubicación, para que ellos no tengan que hacer todo el esfuerzo.
En la Cooperativa, hay diferentes modalidades de pago. El sueldo es mensual y para los cartoneros varía de acuerdo a la cantidad de materiales que juntan, pero el sistema es simple: luego de cada jornada de trabajo se pesa lo recolectado en una balanza y es anotado para sumar todo a fin de mes.
En el MTE intentan organizar a los trabajadores de la economía popular, por lo que a los cartoneros, se suman obreros textiles, productores rurales y personas que salieron de la cárcel y buscan reinsertarse. La organización busca que los trabajadores tengan derechos laborales y por eso se hacen cargo de gestionar programas vinculados a la salud, a los aportes jubilatorios y al cuidado de sus hijos y se aseguran que puedan contar con días de licencia.
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Más de 200 trabajadores forman parte de la Cooperativa de Recicladores de La Plata, Berisso y Ensenada.
Foto: Ignacio Amiconi | AGLP
La organización también tiene una guardería a disposición para que los trabajadores dejen a sus hijos en el horario laboral y los ayudan, por ejemplo, con trámites como los del Monotributo Social. La Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) cuenta además con una obra social -la Asociación Mutual Senderos- que brinda asistencia para el personal del sector.
Romero está a cargo del grupo de Plaza Olazábal -en 7 y 37- y recibe a diario a personas que le piden trabajo, que quieren saber cómo entrar a la Cooperativa. Entiende que los tiempos que se avecinan son complicados para los cartoneros, pero cree que la organización puede crecer e integrar a más carreros que trabajan de forma independiente: "Tenemos que tener máquinas no solo para vender los materiales que reciclamos, sino para construir lo que la gente necesita. Hacer calefones, ladrillos de plástico", reflexiona.