viernes 14 de noviembre de 2025

En un jardín de La Plata, los chicos reinventaron las historias que contaba la maestra y escribieron un libro

Chicos de 4 y 5 años crearon su propio cuento, inspirados en las aventuras que leía su maestra, en el Jardín Colibrí de La Plata, donde se fomenta la lectura.

En el Jardín Colibrí de La Plata, los chicos ilustraron y escribieron su propio libro de cuentos, tras escuchar las aventuras que les leía su maestra en una institución que renació tras la pandemia de COVID-19 y que busca revalorizar la lectura en tiempos de tablets y celulares.

Todo comenzó cuando el jardín ubicado en 63 entre 1 y 2 incorporó los cuentos de la colección "Si yo fuera", de la autora Mónica López que en cada uno de sus ejemplares propone una aventura diferente, como por ejemplo, "Si yo fuera monstruo", o sirena, o mago, o hada, o superhéroe, entre otros.

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Esas historias proponen a los pequeños lectores imaginar cómo serían si fueran esos personajes, para luego concluir que, en realidad, son chicos y que no pueden hacer lo que hace un monstruo, una sirena o un superhéroe, pero pueden jugar, como todo infante.

Un día, la maestra de sala verde -que incluye a los chicos de 4 y 5 años- les propuso imaginar qué les gustaría ser y, tras proponer varios personajes, eligieron fantasear con la idea de qué pasaría si fueran un dinosaurio. Entonces, pusieron manos a la obra para comenzar a escribir su propia historia.

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Guadalupe Carra, la maestra de sala verde, junto a los pequeños autores del Jardín Colibrí de La Plata.

Guadalupe Carra, la maestra de sala verde, junto a los pequeños autores del Jardín Colibrí de La Plata.

"Al principio hubo que guiarlos un poco, cuenta a 0221.com.ar, Guadalupe Carra la maestra de sala verde y agrega: "Porque enseguida se imaginaban que dinosaurios que luchaban contra los triceratops y así".

En ese acompañamiento, la maestra les mostró que en los cuentos originales había rimas y los incentivó a buscar palabras que terminaran de forma similar. Entonces los chicos se imaginaron siendo dinosaurios, propusieron cómo serían y buscaron palabras que rimaran. Luego, ilustraron cada fantasía.

Ese juego llevó cerca de dos meses y arrojó versos como: "Si yo fuera dinosaurio, tendría unos dientes muy grandes, una cabeza y ojos gigantes"; "si yo fuera dinosaurio, usaría zapatos con olor a pato y "si yo fuera dinosaurio, jugaría con bolas de nieve. Las lanzaría por el aire mientras hace fresquete".

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Tras dar rienda suelta a su imaginación a lo largo de 12 páginas, los chicos concluyen: "Pero no soy dinosaurio, ni uso zapatos, ando en patas por todos lados" y "no lucho contra triceratops ni doy saltos con la boca. Juego en casa con mi gata y su pelota". Así, los pequeños autores el Jardín Colibrí crearon su primer libro de cuentos, que titularon "Si yo fuera dinosaurio" y que las docentes imprimieron a color y encuadernaron para regalárselos a las familias.

La importancia de la lectura en el Jardín Colibrí de La Plata

Desde que asumieron las autoridades actuales en el Jardín Colibrí, se decidió que la propuesta educativa pusiera el foco en la lectura, un hábito que "en muchos casos se está perdiendo", explica Florencia Fernández, directora de la institución y agrega: "Ya casi no hay materiales impresos en las casas y los chicos están mucho más con la tecnología".

Consciente de que la lectura "habilita un momento de escucha y de imaginación que luego lleva a la creación", Fernández y las cuatro docentes del jardín impulsaron la renovación de la biblioteca, que hasta el momento solo contaba con libros infantiles en los que primaban los dibujos y el contenido "no era de calidad".

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Los chicos de sala verde, con los ejemplares del libro que crearon.

Los chicos de sala verde, con los ejemplares del libro que crearon.

Para lograr ese objetivo, le solicitaron a los papás y mamás de los chicos que, si estaba dentro de sus posibilidades, donaran los cuentos de la colección "Si yo fuera", y la propuesta fue bien recibida. Así pudieron incorporar a la biblioteca contenido de autor que las docentes leen casi a diario.

Actualmente, los chicos de sala verde y la maestra se encuentran inmersos en la lectura de una novela de 22 capítulos -con una extensión de una página y media cada uno- que relatan las aventuras de un nene que se va de vacaciones. Por su extensión, esta lectura implica un desafío de mediano plazo que los chicos aceptaron entusiasmados.

"Se engancharon un montón", comenta la maestra de la sala y agrega: "Hay días que les termino leyendo dos capítulos".

El renacer del Jardín Colibrí de La Plata

Golpeado por la pandemia de COVID-19 y al borde de la quiebra, el Jardín Colbrí de La Plata, perteneciente al Club Mateu -que se encuentra al lado-, estuvo a punto de cerrar sus puertas en 2022.

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Los pequeños autores junto a sus docentes. A la izquierda, abajo, Florencia Fernández, directora del jardín.

Los pequeños autores junto a sus docentes. A la izquierda, abajo, Florencia Fernández, directora del jardín.

Por entonces, Florencia Fernández se desempeñaba como docente y le ofrecieron asumir la dirección y sacarlo a flote. Junto a su marido, que es abogado y aceptó el rol de representante legal, decidieron asumir el desafío.

Con una matrícula casi nula y un tendal de deudas, iniciaron un proceso en el que se renovaron docentes, se replanteó la propuesta del jardín y se emprendieron acciones de difusión. En 2022, con un total de 15 alumnos, abrieron una sala multiedad, para chicos de 3, 4 y 5. Al año siguiente, la cantidad de inscriptos creció y pudieron abrir una segunda sala, donde actualmente están los niños de 4 y 5 años.

Al ser un colegio subvencionado por la Provincia, las cuotas aumentan de manera regulada y se encuentran entre los valores más accesibles, siendo actualmente de $30.700 por mes.

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Para los niños que egresan, el Jardín Colibrí ofrece continuar en el Colegio Papiros, que se encuentra en 65, entre 116 y 117. También busca sumar más opciones de articulación con primarias para ofrecer a las familias.

Dos años después de asumir la dirección y habiendo saldado buena parte de las deudas heredadas, Fernández tiene un anhelo: "Nos gustaría crear la escuela primaria", reconoce y agrega: "Soñamos siempre a lo grande".

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