Las declaraciones de dos peritos psiquiatras de la Asesoría Pericial de La Plata pusieron en crisis la teoría de la defensa del acusado de matar al novio de su ex esposa en una vivienda de la localidad de San Carlos. Por este caso registrado en el año 2018 es juzgado el remisero Gabriel Adrián Landívar quien se sospecha ejecutó el asesinato luego de una noche de torturas y muerte que conmocionó al país, tal como informó 0221.com.ar. Su ex esposa, cuyos datos se mantienen en reserva, sobrevivió de milagro, ya declaró en el juicio y confirmó cómo fue el espeluznante episodio en el que murió Fernando Waldemar Torres Guerra.
Los psiquiatras Eduardo Caminos y Pablo Forte declararon en forma conjunta. Explicaron qué es la emoción violenta, figura que sostiene la defensa del acusado para lograr que sea declarado inimputable. Luego de una extensa explicación técnica, pero con lenguaje claro, ilustraron al jurado ciudadano sobre es controvertida figura jurídica.
“La emoción violenta es un término jurídico, la persona (el acusado) no tiene que entender lo que está haciendo, la situación delictual, el estudio emocional no tiene nada que ver con la foto del hecho, para determinar una emoción violenta se tienen en cuenta otros parámetros”, coincidieron los expertos con un largo recorrido dentro de la criminalística platense y provincial.
Los peritos detallaron que la emoción violenta “es una reacción primitiva ante un riesgo de vida, no muestra signos previos, es súbita, intensa, desesperada, uno actúa como le sale”.
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La fiscal de juicio de La Plata, Victoria Huergo, desistió de varios testigos tras escuchar a los peritos
Foto: AGLP
Ninguna de estas características parece aplicables a este caso. Según se acreditó en la investigación judicial el agresor planificó el ataque e intentó montar una coartada, que la víctima y su pareja padecieron en el marco de una noche desenfrenada gobernada por el sexo y el exceso de alcohol y pastillas.
Luego declaró una perito psicóloga quien expresó generalidades sobre violencia de género, que sirvió para ilustrar al jurado popular, pero no aportó ningún elemento concreto al caso.
Se sospecha que el acusado mató al novio de su expareja mientras ambos cenaban en la casa de la mujer. Después de la detención del asesino, que alegó que se trató de un "tema familiar", salieron a la luz los detalles del ataque, que duró toda una madrugada.
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Fernando Waldemar Torres Guerra, la víctima fatal del ataque, estaba en silla de ruedas
Esa secuencia fue retratada por la sobreviviente, quien dio una versión espeluznante del padecimiento. Se salvó de milagro. También declaró una amiga de la mujer. Sostuvo que el acusado era celoso, controlador y que ejercía violencia psicológica sobre su ex mujer.
Tras el ataque, se sospecha que el acusado montó una escena para tapar su responsabilidad. En la escena de los hechos dejó elementos sexuales, vaselina, psicofármacos y al menos una botella de bebida blanca. Se cree que intentó encubrir su accionar montando una escena de drogas, sexo y alcohol. Pero su ex esposa sobrevivió y pudo narrar con detalles la violencia de género que padeció.
También declaró una oficial de policía que preservó la escena del crimen y del intento de femicidio. Aportó un dato central. En el lugar encontraron una bolsa de nailon y una manguera de gas cortada. Ese dato fue apuntado desde el bloque acusatorio por entender que robustece su teoría del caso.
LA CAUSA
En la investigación penal preparatoria se dio por acreditado que la tortura comenzó en la casa ubicada en calle 140 entre 48 y 50 del barrio San Carlos, desde la noche del viernes 5 de octubre de 2018 hasta las primeras horas del sábado. En esa propiedad vive la expareja del acusado, identificada en la causa como E.R.. Ambos habían tenido una relación tóxica, que terminó con un divorcio conflictivo. Sus dos hijos se habían quedado con ella.
Después de varios meses, la mujer comenzó una nueva relación con Fernando Waldemar Torres Guerra, un uruguayo de 49 años. Se conocían desde hacía muchos años, hasta que decidieron dar un paso más en el vínculo.
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La sobreviente y el acusado se casaron en La Plata
Landívar, quien según los familiares de E.R nunca aceptó la separación, estaba al tanto del noviazgo de su ex. "Mientras estés vos acá y él en Uruguay, todo bien. Si viene, la cosa va a cambiar", le habría advertido.
El exmarido cumplió con su amenaza. Cuando se enteró de que Torres Guerra había viajado a La Plata para reencontrarse con ella, planeó con lujo de detalles el homicidio. Mientras la pareja cenaba una pizza en el comedor de la casa, el remisero entró con un arma y una bolsa de nylon en la mano. Estaba sacado y dispuesto a todo.
"EMPEZÓ LA FIESTA"
"Ahora sí empezó la fiesta", les habría dicho, según reveló la hermana de E.R. Cuando vio a su expareja, se enojó aún más: "Te planchaste el pelo. ¡Mirá cómo se produce para vos! Para mí nunca te pusiste así", le habría reprochado.
La tortura estaba por comenzar. Landívar sacó una botella, precintos, pastillas, una picana y guantes de goma. Al primero que agredió fue a Torres Guerra, que no tenía posibilidades de defenderse porque permanecía atado. Según detallaron los investigadores, los obligó a ambos a tomar una mezcla de fármacos y alcohol. Mientras, los insultaba.
En la reconstrucción de los hechos, las autoridades determinaron que el acusado arrancó la manguera de gas de una estufa, hizo un alargue y se la acercó al novio de su ex, a quien ya le había puesto la bolsa de nylon en la cabeza. Sin embargo, el informe preliminar de la autopsia determinó que el hombre murió por ahorcamiento. "Con un brazo rodearon su cuello y con el otro ejercieron presión, tirando hacia arriba", aclararon en el escrito.
Juicio por jurados a Gabriel Landívar por un homicidio en La Plata
Tras asesinarlo, dejó a E.R tirada en el suelo de la cocina, desmayada por las torturas y los efectos del preparado que la había obligado a tomar. Cuando la Policía llegó a la escena del crimen, Guerra Torres ya estaba muerto y la joven fue trasladada al Hospital de Gonnet.
A Landívar lo detuvieron pocas horas después, cuando lo interceptaron en la puerta de su casa, a pocas cuadras de la vivienda de su expareja. Ya en la comisaría, al acusado le colocaron bolsas de papel en sus manos para resguardar las posibles muestras de ADN.
La acusación está en manos de la fiscal de Juicio, Victoria Huergo. La defensa es de los abogados Juan Pablo Martí y Gonzalo Alba. El juicio oral se desarrollará mediante el mecanismo de jurado popular y la dirección del debate estará en manos del juez Andrés Vitali del Tribunal Oral Criminal III de La Plata.
El mecanismo de juicio por jurados se activó por pedido de la defensa. Será un jurado ciudadano el que deberá decidir si el acusado es culpable o inocente. En caso de culpabilidad será un juez técnico el que imponga la pena a cumplir, en base a la calificación legal dispuesta por el jurado de una serie de opciones que valorará la fiscalía de juicio y, de corresponder, una serie de atenuantes y agravantes que deberán valorar las partes. La defensa podrá recurrir a una instancia judicial superior. Pero en un marco de absolución la acusación no tendrá posibilidad de apelar, el caso se cerrará y el acusado recuperará la libertad.