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Miguel Ignomiriello en la sede de La Plata fútbol Club.
De política no hablaban los muchachos como Martín Mazzucco, a sus 31 años un referente futbolístico, con derroche físico y una zurda que llevó el ritmo del equipo, que afuera tenía a un par de técnicos: Claudio Gugnali, exjugador de formación bilardista; y Carlos Carrió, aquel diez clásico del Gimnasia de los ochenta. El preparador físico fue Pablo Blanco, al que la vida le deparará más tarde la gloria de América con Estudiantes y una final mundial con la Selección argentina. Juntos trazaron la meta de proponerse un equipo veloz, pujante y agresivo como un Tigre, apodo que pretendía popularidad como el Lobo y el León.
Trabajaban en el Club Banco Provincia de City Bell y el plantel solo tenía descanso el día después de las competencias, siempre de visitante, en puntos distantes, exigiendo logística de micros, hoteles. Para completar las necesidades y conducir al equipo de la Liga local en 2005 estuvo Walter Durso. La historia empezó con racha de triunfos, en la B amateur (campeones 2004) y en el Argentino donde, cumplido el objetivo, se zambulleron de panza sobre el inmaculado campo de juego y cuando se levantaron vieron que un puñado de 4 mil personas era la soledad misma en un escenario para 54 mil.
La historia empezó con racha de triunfos, en la B amateur, donde fueron campeones en 2004; y en el Argentino.
Ahí fueron locales siempre. Ahí quedó escrita la leyenda del club y el equipazo soñado por el intendente Julio Alak, que en menos de un año se posicionaba como el tercer club de la ciudad, en el tercer nivel del escalafón de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) o Federal A, como se denomina en la actualidad.
El apoyo del Estado, de la AFA y de Futbolistas Agremiados
El proyecto avanzó con un empujón de Julio Grondona, que llevaba 25 años continuados al mando de la AFA. Sin embargo, en el ambiente mismo de la Liga Amateur Platense (LAP), entidad que posibilitaba la representatividad de La Plata en el Consejo Federal de AFA, los clubes se enojaron ante un privilegio que recibía la afiliada: ingresaron sin tener la cancha, que estaba en construcción; y al rato llegó la invitación para que disputara el Torneo Argentino B 2004-2005 cuando ni había terminado de jugar su primer campeonato en la primera división liguista. Ese mismo verano lo hacían en el Torneo Argentino C Estrella de Berisso, Nueva Alianza y ADIP, con sus méritos deportivos logrados con la pelota y en una cancha.
Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) fue la entidad que facilitó el traspaso de muchos jugadores libres que entrenaban a la espera de un destino, y ese lugar fue La Plata. Nunca trascendieron las cifras de lo que percibían mensualmente, pero era la base de un futbolista profesional que firma su primer contrato. Cada uno arreglaba su parte. No firmaban "nada", era todo de palabra. El ascenso tuvo un premio extra.
Entonces, en la casa madre de 6 entre 60 y 61, se trabajó como nunca en un siglo de historia sobre las transferencias de clubes internacionales: las del arquero Ramiro González (del Raith Rovers de Escocia), Leonardo Lemos (Alacranes de Durango de México); Víctor Magnano (Pachuca), Nigel Andretta (Cerro Porteño) y Sergio Bustos (Deportivo Cuenca de Ecuador).
A esos nombres se sumaron en ese mercado de pases los de Daniel Fernández (pasado en la Bundesliga, con un ascenso a primera en el '99 con Chacarita), Nicolás Ayr (ex Estudiantes), varios otros con experiencia en las reservas de clubes grandes, como Pablo Trecco en Independiente y Ezequiel Ceballos en Racing; y otros llegados del ascenso, como Walter Brizuela, de Almagro; y Matías Sánchez, de Cambaceres.
El recuerdo de Martín Mazzucco
El exatacante, cuenta una anécdota graciosa: "Recién venía de un ascenso con Sarmiento al Nacional y pensaba si me quedaba o no en Junín. Estaba recién casado y salimos con mi mujer al Auchan (de Avellaneda) donde me encontré a Alak. '¡En vos estaba pensando!', me dijo y yo no entendía por qué. Imaginé algo de la política, pero me dejó el número para que lo llamara a la privada y me habló del proyecto para ascender". Mazzucco, que perdía vidriera, se embarcó y fue figura, aunque no tenían "publicidad y la presión era más con uno mismo".
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Gabriel Amato junto a Martín Mazzucco.
Llevó el 11 mientras el 9 lo vestía Claudio Biaggio, un ídolo de San Lorenzo, de 37 años y procedente de San Martín de Mendoza. El Pampa estuvo los primeros meses y compartió las primeras concentraciones con uno de los jóvenes, Roberto Russo, que venía de la reserva de Estudiantes. "Me tocó concentrar con el Pampa y lo volvía loco: 'Yo te pegaba en el álbum de figuritas y te cambiaba en el recreo', le decía. Se hablaba que cobrábamos fortuna y un montón de cosas que ni cerca… pero pagaban y nosotros ganábamos, así que todo venía bien encadenado", recuerda agregando una más de las revelaciones de aquel equipo, que más tarde debutó en primera con Godoy Cruz y hasta le marcó un gol a Boca.
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El Pampa Biaggio en La Plata Fútbol Club.
Mazzucco guarda todas las notas de esa campaña, que fue el trampolín para seguir su sueño de futbolista. Hoy tiene 42 y sigue vigente en el CF Ringuelet , pero trabaja en lo que se capacitó a la par del deporte: la informática.
Cristian Coniglio fue el 3 titular y a los 33 años abrió sus brazos como si acariciara el cielo, recordando el valor del grupo. "En la defensa yo era el más flojito, con un cuatro como Russo de ida y vuelta, un animal como Kees y la calidad de Ayr. Ascender al Argentino A fue lo mismo que llegar a la Primera", piensa el Bichi, actualmente en el Senior de Estudiantes.
Cuarenta y ocho equipos, en ocho zonas de seis, participaron del certamen con grandes escudos provincianos, sobresaliendo la presencia de Central Córdoba de Santiago del Estero, Patronato de Paraná, Gimnasia de Mendoza, Guaraní Antonio Franco de Misiones, Chaco For Ever y San Martín de Tucumán (el otro ascendido).
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La Plata tuvo una ronda bonaerense, El Linqueño, Brown de Arrecifes, Juventud de Pergamino, La Emilia de San Nicolás, Las Parejas de Cañada de Gómez y los play off, con Villa Atuel de Mendoza, Estudiantes de Río Cuarto, otra vez Pergamino y la final en Comodoro Rivadavia: "La ida con Huracán fue la única vez que viajamos en avión", sostiene Claudio Gugnali en diálogo con 0221.com.ar y agrega: "Decían que éramos el equipo del intendente y nunca nos vimos favorecido por ningún arbitraje, todo fue un gran mérito nuestro".
"Estaba la decisión política de llegar a primera división", surge la confesión de quien rodeó a la cúpula directiva, que encabezó Miguel Morales, primer presidente de La Plata FC y director de Asuntos Municipales; en casi todos los cargos de la comisión directiva de los azules y rojos había gente del Gabinete local.
Decisión política para subir a lo más alto
La segunda mitad de 2005 los encontró en mayores exigencias deportivas y económicas. Debutaron contra Douglas Haig con televisación en directo por Canal 7. Viajaron por Puerto Madryn, Río Negro, San Juan, Mendoza, San Luis, Entre Ríos y Santa Fe. Darío Tempesta, exjugador gimnasista, asumió como nuevo técnico y los dejó en la tercera fase del A, muy cerca del sueño del Nacional. Solo iban 2 años de vida.
Pocas veces la política y el fútbol riñeron como esa época. Alak, que no iba a los partidos, atendía los problemas de la capital bonaerense y los cuestionamientos de Estudiantes que tuvo un alto costo en el futuro. En aquel mayo llegó a explicar en rueda de prensa que "el Bosque no puede resistir una Bombonera, ya que se trata de una reserva forestal".
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La anécdota del relator Daniel Campos, de la única radio que seguía la campaña por FM Universidad, pinta el descontento general. "En cada transmisión sorteábamos una camiseta de La Plata FC y nos llamaban muchos para anotarse, pero recuerdo la cantidad de oyentes que deseaban que el equipo pierda", narra hoy.
Lo que no fue cierto es que los trabajadores municipales tenían que ir obligatoriamente a la cancha. "Se les daba una invitación, sin obligación. Sobre cien personas que recibían la entrada, iban diez, que era los que tenían realmente ganas de ver un partido", desliza un exdirigente con historia en los clubes y en un rol político, que prefirió mantener su nombre en reserva. Los tickets eran gratis y se repartían en el Municipio, la Liga y el mismo plantel.
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Uno de los "hinchas" se sonroja hoy al comentar que "hasta el perro llevábamos y se paseaba por la tribuna sin problemas". Un infaltable de la platea suelta una carcajada al repasar el cantito de la barra de Cipolletti: "¡A este invento le tenemos que ganar!". Del otro lado, nadie respondía, cuando todavía se podían ver las dos hinchadas en un espectáculo. Pero el clima en el ahora llamado Estadio Único Diego Armando Maradona era tan familiar y reducida que hasta todos los locales tenían lugar en el estacionamiento. A las 19 del 21 de mayo de 2005, jugadores y un cuerpo técnico con voluntades de hierro, sumado a una enorme organización política, estallaron de éxtasis cuando el árbitro pampeano pitó el final.
La fecha de vencimiento, sin embargo, estaba cerca y sería el 28 de junio 2008, al perder una Promoción con Alvarado en el mismo Estadio Único, que por entonces ya tenía a Gimnasia y a un Estudiantes siendo locales en avenida 25. Desde un poco antes del descenso el Estado ya atendía los temas de siempre y las ilusiones deportivas quedaron reducidos a cenizas. Solo que las brasas del fútbol siguen encendidas hasta hoy, resistiendo a un desalojo en 2020, cuando la intervención de la misma Comuna y los responsables del club salvaron a un Tigre que vive en el hábitat natural de la Liga, en el más puro amateurismo.