Al marcial cónclave previo al combate asistieron, además de Conde y Las Heras, los oficiales Miguel Estanislao Soler, Jose Matias Zapiola, Rudecindo Alvarado, Ambrosio Crámer y Pedro Regalado de la Plaza. Tras la victoria, todos los nombrados fueron distinguidos por O'Higgins, también presente en aquel encuentro, por su participacion en la liberación del país trasandino. San Martín recibió la medalla de Bravos Libertos y Legión Al Mérito de Chile.
“Esta memorable acción de guerra fue premiada con un escudo especial al general San Martín, medalla de oro y medalla de plata para los jefes y oficiales, respectivamente, y escudo de paño para la tropa. Con motivo de la entrega de distinciones efectuada el 16 de julio de 1817, en medio de solemnes fiestas en Sanbtiago Chile.
El periplo de la condecoración
La historia que rodea a la cruz de oro y brillantes del Libertador es ciertamente increíble y prácticamente inédita para la mayoría de los platenses. No menos extraordinario fue el camino que recorrió hasta terminar en la ciudad de las diagonales y encontrarse hoy a sólo un par de kilómetros del centro.
Desde entonces hasta 1996, hubo cincuenta años en los que el destino de la distinción honorífica se convirtió en un verdadero misterio, incluso llegó a darsela por perdida. ¿Pero cuál fue su extraño periplo?.¿Por qué no se supo nada de durante todo ese tiempo?¿Cómo llegó a La Plata? Vamos por partes.
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A la derecha la Legión de Mérito de Chile. Una pieza idéntica fue recibida por San Martín. A la izquierda la cruz confeccionada por Pepita Balcarce y entregada a monseñor Terrero
Como en una saga de intriga esta historia se nutrió de varios personajes entre ellos Josefa Dominga Balcarce y San Martín, nieta del Libertador; el coronel Bartolomé Descalzo, ministro del Interior, propuesto por el entonces en 1945 por el influyente coronel Juan Domingo Perón: el arzobispo de La Plata, Juan Nemopuceno Terrero y su abuelo homónimo, íntimo amigo y socio de otra figura rutilante que colateralmente participa de esta trama: Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires durante diecisiete años. El abuelo homónimo del prelado platense fue destinatario a la muerte del llamado Restaurador de las Leyes de otro tesoro: el sable corvo.
Creada por O'Higgins como director Supremo de Chile, la legión al mérito fue la más alta distinción que instituyó el gobierno trasandino para homenajear a extranjeros que hicieron servicios notables al país. Es una estrella de cinco puntas, cada una termina en una bola y combina oro y diamantes. En la parte central lleva escrita la leyenda "Legión al mérito de Chile". La condecoración descansa sobre una corona de laurel con la inscripción Ven en Cha (Vencedor en Chacabuco).
Consultado el general Antonio Yakcich, Director del Museo de Historia Militar de Chile, a través del Subteniente Gastón Lombardi, Director del Museo Histórico Militar "Julio A. Roca" del Regimiento de Infantería Mecanizada RIMEC 7 confirmó que la medalla de O' Higgins, casi igual a la de San Martín, pertenece a la colección de esa Institución.
La heroica Pepita
Nacida en 1836 josefa Balcarce, conocida en la historia como “Pepa” o “Pepita”, era hija de Mariano Balcarce y Mercedes Tomasa San Martín y Escalada y, por tanto, nieta menor del Padre de la Patria.
En junio de 1861 Pepita se casó con el diplomático mexicano Fernando Maria Gutiérrez de Estrada y Gomez de la Cortina, pero no dejó descendencia. Durante la Primera Guerra Mundial la mujer montó un hospital en el que asistió a heridos del conflicto. Pepita transformó su petit chateau en un centro de salud con la colaboración de un grupo de monjas de la Congregación Sagresse. Por su proximidad con el frente de batalla, en el lugar se atendieron tanto franceses como alemanes.
- ¿Están heridos? Entonces éntrenlos-, decía Pepita con determinación y sin hacer distinciones.
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Josefa Dominga Balcarce, la nieta menor de José de San Martín
Josefa había nacido el 14 de julio de 1836 y murió a los 87 años, el 17 de abril de 1924. Compartió con San Martín catorce años de su vida. Momentos de una dulce cotidianeidad en que se vieron reflejados en la escultura llamada Abuelo Inmortal, situada en la Plaza Gran Bourg, frente al Instituto Nacional Sanmartiniano en la ciudad de Buenos Aires. Allí las figuras en bronce de Josefa y su hermana Maria Mercedes juegan alrededor de la efigie del héroe de los Andes. Al fallecer San Martín, Pepita quedó como su única heredera.
Era una mujer culta que hablaba inglés, italiano, alemán, francés, griego y latín. Si bien nunca conoció Argentina la evocaba como "mi país amado".
Según se ha dicho, era la preferida de San Martín y la dejaba jugar con sus cosa sin restricción alguna, incluso con sus medallas. A su muerte recibió la incalculable herencia de honor y gloria. Entre esos objetos recibidos estaba la pieza de oro 18 kilates adornada con brillantes que, luego Pepita obsequió a su sobrino nieto, Juan Nepomuceno Terrero.
El Subteniente Gastón Lombardi, oficial de servicio de Asuntos Históricos y Archivo y director del Museo Histórico Militar "Teniente General Julio A. Roca", depositario de la cruz de 12.8 centímetros de alto por 9 de ancho, reseñó para 0221.com.ar cómo fue el momento en el que monseñor Terrero, ungido arzobispo platense ungido por el Papa León XIII, cargo que ostentó entre 1900 y 1921, recibió la condecoración. Josefa hizo confeccionar un pectoral que al entregárselo y casi en sun ollozo le confesó "faltan las piedras más valiosas, pués el General las empeñó en momentos de gran pobreza", rememoró el director.
¿Por qué Josefa Balcarce tomó la decisión de transformar la medalla en una cruz?. Según Lombardi: "posiblemente, por vergüenza, no haya querido mostrar el destrato que le dio el país a San Martín". El general debió vender dos diamantes de la parte central de la estrella para sortear las estrecheces económicas y Josefa no quiso que eso quedará a la luz. Decidió fundir el oro en una cruz con brillantes que terminó poniendo en el pecho de su sobrino nieto.
El obispo ilustre
Monseñor Terrero nació el 13 de agosto de 1850 y murió en La Plata el 10 de enero de 1921. Fue teólogo y abogado. Se perfeccionó en Italia. Regresó al país en 1882. En 1898 el Papa León 13 lo nombró auxiliar del Arzobispado de Buenos Aires. Posteriormente resultó designado segundo obispo platense.
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Obispo Juan Nepomucemo Terrero.
Terrero viajó a nuestra ciudad en un tren especial siendo aclamado en las estaciones por multitudes integradas por congregaciones religiosas, asociaciones civiles y público en general. A su llegada fué recibido por el gobernador Bernardo de Irigoyen en un acto en San Ponciano, que por entonces era la catedral provisoria, donde prestó juramento. Su actuación en la diósesis fue memorable. Recorrió toda la provincia, difundió los principios de la fe y extendió sus dominios.
Según lo consignó el historiador Alberto de Paula en su excelente publicación sobre los orígenes de las tierras de la ciudad "en 1821 la estancia del Rey, denominada después "La Armonía", fue adquirida por la sociedad que conformaban, entre otros, Rosas y Terrero. Al año siguiente la firma vendió el establecimiento a Ruperto Albarellos quien, a partir de 1827 traspasó la propiedad a manos de su cuñado, Joaquin Arana. Como se sabe, el RIMEC7 se emplaza hoy en la localidad de Arana, la misma zona que compraron Rosas y Terrero, depositarios de sable corvo de San Martín.
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Instalaciones del Museo Histórico Militar "Julio A. Roca" del Regimiento de Infantería Mecanizada RIMEC 7
Junto a la cruz Terrero recibio de Josefa varios objetos del Libertador y los trajo a La Plata. A su muerte, la cruz, un sillón de lectura perteneciente a San Martín y otras condecoraciones quedaron cincuenta años como en un limbo dentro de la sede de la curia platense, lo que hizo que muchos pensaran que habían desaperecido o que se habian extraviado.
El hallazgo de la cruz
Nacido en Chacabuco el 25 de enero de 1886, el coronel Bartolomé Descalzo estudió en el Colegio Militar, Escuela Superior de Guerra y fue Jefe del Estado Mayor de la Divisiones 4 y 5 del Ejército. En 1945 fue nombrado Ministro del Interior por sugerencia Perón, ya erigido como el hombre fuerte del régimen conducido por Edelmiro Farrell. Aficionado a la historia militar argentina Descalzo llegó a presidir el Instituto Nacional Sanmartiniano.
La pasión sanmartiniana de Descalzo lo llevó a advertir que entre las condecoraciones que se exhiben en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, faltaba la de Grande Oficial de la Orden "Al mérito de Chile".
Descalzo investigó hasta lograr dilucidar que el destino determinó que del pecho del glorioso Gran Capitán el emblema pasó a manos del prelado Terrero legado por doña Josefa Balcarce de Gutiérrez Estrada.
Descalzo también advirtio que solo parte del material que componía de la condecoración original había sido fue empleada en el pectoral (la cruz). Es que las piedras más valiosas habían sido vendidas por el Libertador, en los días de extrema pobreza.
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San Martin junto con sus dos nietas en la escultura llamada Abuelo Inmortal en CABA.
Después de una ardua pesquisa Descalzo pudo localizar la cruz y en 1948 se puso en contacto con el Arzobispado de La Plata donde se encontraba el pectoral que Josefa Blacarce dejara al religioso. En efecto, la cruz había sido confeccionada con el material y los diamantes de la condecoración otorgada a San Martín en Chile habia permanecido más de medio siglo en los claustros del edificio de la curia.
En una carta dirigida a Descalzo, el pro vicario Capitular del Arzobispado platense, Rafael María Cabo Montilla, sostuvo: “como la condecoración ha perdido la forma que tenía cuando fue colgada del pecho del Gran Capitán, tal vez no ofrezca para los fines perseguidos por usted todo el interés que tendría de haberse conservado intacta; aunque es indudable que debe tenerlo aún muy grande por los diamantes de su centro, mantenidos probablemente en la misma distribución original".
El enigma de años llegó a su fin. En 1996, bajo el arzobispado de Carlos Galán se acordó otorgar la cruz en guarda, junto con los otros objetos "bajo custodia y exposición de la Histórica Unidad Sanmartiniana que acompañó al Gran Capitán en su campaña a los Andes".
Así, 179 años después, se develó el recóndito destino de la cruz de oro y brillantes que une al coronel Conde con San Martín por la gloria, la historia y el destino. La pieza brilla hoy a buen resguardo, custodiada por el velo heroico del Regimiento de Infanteria Mecanizada 7, vencedor en Chacabuco bajo el mando del Gran Capitán de la América emancipada.