martes 01 de octubre de 2024

La historia de la fiscal de La Plata que recreó un ahorcamiento para probar un femicidio

La fiscal que puso el cuerpo para probar que una mujer fue víctima de femicidio y no se suicidó alertó sobre la peligrosidad de la violencia psicológica

0221.com.ar | Martín Soler
Por Martín Soler Redactor Judiciales
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Victoria Huergo egresó como Abogada en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1995. Tres años más tarde ingresó al Poder Judicial y se especializó en delitos económicos. En el año 2000 fue nombrada al frente del área de investigación de ese tipo de figuras en la Procuración General bonaerense.

En 2009 juró como Fiscal de Delitos Complejos de La Plata, donde además de investigar causas, fue la primera fiscal de juicio de esa fiscalía temática. Cumplió esa labor hasta noviembre de 2016, cuando fue nombrada en la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio (UFIJ) 3 de La Plata.

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Mientras avanzaba en su carrera judicial, Huergo también se dedicó a la docencia, tanto en la educación pública como privada y en la Escuela de Policía de la provincia de Buenos Aires. Es titular del seminario de Litigación de la Universidad Católica Argentina (UCA) y docente regular de la materia Derecho Penal II de la misma casa de altos estudios. También dicta la materia de Practica Procesal Penal en la Universidad del Este (UdE), al tiempo que tiene varias publicaciones de especialidad, en particular sobre el delito de cohecho (coimas).

Egresó como especialista en "Criminalidad Económica" en la Universidad Castilla - La Mancha y su tesis final fue publicada.

Fue protagonista en causas resonantes. Logró la condena a una banda de comisarios de La Plata por recaudaciones ilegales (coimas). También fue una de las fiscales que impulsó la sentencia para el exjuez de Garantías de La Plata, César Melazo, quien junto a expolicías fue declarado culpable de “asociación ilícita”. En el último de los juicios por jurados logró la condena a prisión perpetua para Luis Alberto Villa por el femicidio de la docente María Luján Alva.

En ese debate la fiscal se colocó una soga al cuello para representar a una víctima de femicidio. La funcionaria detalló que un licenciado en criminalística citado como testigo "quiso recrear algo inexacto", y "por eso hice lo que hice".

Durante ese debate mediante el mecanismo de juicio por jurados, la magistrada puso el cuerpo. Sin rodeos se pasó una soga por el cuello y demostró que la teoría de la defensa sobre la hipótesis del suicidio era falsa. Tras lograr la condena, recibió dos ovaciones en el fuero Penal de La Plata.

En una entrevista con 0221.com.ar, habló de esa experiencia, alertó a las mujeres sobre la “violencia psicológica”, reclamó terminar con “las novelas de amor”, resaltó el apoyo ciudadano a su labor como fiscal

—¿Cuándo tomó la decisión de sentarse en la horca?

—En el momento en que vi un power point que no conocía con un dibujo de una mujer sentada en una silla que hasta ese momento no había sido nunca una hipótesis que se había barajado ni por la defensa ni por la fiscalía. No quiero aburrir con cuestiones técnicas, pero nosotros tenemos un sistema para realizar pericias que es con notificación a las partes y se hace con antelación. En este caso la defensa hizo una pericia por las propias y la presentó directamente en el juicio, pericia en la que el Ministerio Público no participó, por lo tanto, no conocía el contenido. Yo sí sabía que la defensa quería llevar la horca y si sabía que quería llevar la soga, eso me lo habían avisado pero no me habían avisado de que iban a presentar una hipótesis diferente a su propia teoría del caso porque cuando ellos empezaron a estudiar el caso también cuando interrogaron al forense al médico le preguntaban sobre los golpes parados siempre parados entonces hasta ahí ya estaba tranquila, que el médico forense había desacreditado totalmente la posibilidad de que ese surco en el cuello de la víctima fuera compatible con la posición del cuerpo que ellos estaban defendiendo que era parada semiflexionada. Aparece este licenciado en Criminalística, proyectó una diapositiva una mujer sentada con el cuerpo tirado para adelante a la soga y dice el perito “para mí esta fue la posición en la cual se ahorcó se suicidó María Luján”.

—¿Con eso se caía la acusación en el juicio?

—Sí. Un solo jurado que pudiera tomar como posible esa forma de morir ya no tenía los 12 votos que necesitaba. Tenemos que recordar que en el sistema de juicio por jurados no pasa por la inocencia, pasa por las dudas sobre la culpabilidad. A los jurados se los instruye en que si tienen dudas sobre la culpabilidad tienen que absolver entonces si yo no desvirtuaba de una manera contundente y en ese momento la posibilidad de que haya muerto de esa forma entendía que tenía el juicio perdido, no importaba cuánta prueba de cargo pudiera presentar. Porque además estratégicamente la defensa del juicio por jurados no trabaja en convencer a todo el jurado uno va viendo a lo largo del juicio como los defensores cuál es que puede semblantear que son más permeables a su teoría del caso y trabaja sobre algunos, no necesita a todos, por esto es que la fiscalía tiene el peso tremendo de la unanimidad.

—Sin unanimidad no hay condena.

—Exacto. Yo creo que no tuve alternativa. Hablando con colegas en el fuero me decían, “pero Victoria, no te diste cuenta que la pata de la silla estaba rota”. No me di cuenta, era la silla del lugar del hecho, en ese momento solo pensé en que estaba convencida de la culpabilidad de Villa.

—¿Tenían miedo que se rompa la silla y usted se ahorque?

—Exactamente porque si yo recibí un golpe seco sobre el cuello con la soga como la tenía atada, me podía morir, o tener lo que se conoce como reflejo vasovagal, que es de golpe frente a la compresión del cuello se produce un paro cardíaco. De hecho, hay mucha gente que ha muerto de esa manera sin intención de hacerlo. Por eso había tanta alarma por parte del perito que me saque la soga, por parte del juez. Yo lo único que estaba viendo era la posible absolución frente a un convencimiento absoluto de su culpabilidad. Fue algo tremendo. Yo no sabía lo de la silla. Yo estaba segura, que no había muerto ahí, que no había muerto así, que había muerto en la otra habitación. Había estado probando y estudianto todo el fin de semana largo.

—¿Cómo preparó el juicio?

—De una manera intensiva porque fueron muchas horas tal vez no tantos días. Consistió principalmente en reunirme con expertos, poner las imágenes del lugar del hecho ampliadas, comprar una soga porque yo no tenía la cuerda original porque estaba secuestrada como efecto y al tener un fin de semana con feriados no pude tener la soga original.

¿Cómo suplió esa falencia?

—Compré una soga idéntica y empezamos a experimentar cómo iba quedando el nudo en base a las fotos perciales del expediente. Lo hicimos en oficinas de Policía Científica donde podíamos hacer mesas de trabajo interdisciplinarias para que yo pudiera estar segura, necesitaba hacer todas las pruebas.

—¿Quién hizo de la víctima, usted u otra persona?

—La perito Araceli Ruperez. Yo estaba preocupada en ver cómo era el nudo, entonces pedía cabezas prestadas, nunca los sometimos a la tensión del punto de apoyo, sí pasábamos la soga por el cañito de una cortina de aluminio como para que haya algo para colgar, pero lo hacíamos de una manera más prudente y más cuidada, pero aun así sabíamos que no daba la versión del acusado. El perito dijo que "nunca en 20 años" vio que nadie pudiera desatar un nudo ahorcadura, pero el acusado dijo que lo desató. Nosotros probamos que, al desatar el nudo, al pasarlo por la cabeza, ese nudo quedaba del tamaño de la cabeza, no volvía al tamaño cerrado con que había sido encontrado en la escena del crimen, entonces ya ese dato lo teníamos absolutamente chequeado, porque esa prueba la debemos haber hecho, no sé cuántas veces. Primero tuvimos que llegar a la conclusión de cómo había sido el hecho. A eso había que sumarle que el forense -con el que tuve más de una entrevista para estar segura de que tenía bases científicas lo que estaba explicando- nos aseguraba que por la ubicación y por las características del surco, no se correspondía a una ahorcadura por suicidio, pero nos preguntábamos, esto que para nosotros es claro de entender, podemos llevarlo de manera clara a un jurado no técnico, y la verdad que sí. Evidentemente no hay que subestimar la capacidad de análisis de los ciudadanos.

¿Es más difícil un juicio por jurado ciudadano que con jueces técnico?

—Sí. Para nosotros es más esfuerzo un juicio por jurado que un juicio técnico. Ponemos mucho más el cuerpo. Tenemos que conocer mucho más la causa porque en los juicios como con jueces técnicos ese conocimiento que ya traen los jueces suple nuestras fallas. Las explicaciones que no damos ellos igual las tienen porque las tienen de toda una trayectoria de aprendizaje de derecho y de sus ciencias auxiliares.

¿Qué sintió al escuchar el veredicto de culpabilidad?

—Primero fue un alivio porque yo sabía que era culpable. Yo venía hablando mucho con la familia acerca de que podía pasar que siendo culpable lo absolvieran.

¿Antes de empezar el juicio las víctimas ya tenían un panorama completo de todo lo que podía ocurrir?

—Sí. Hice una videollamada con toda la familia para contarles, cómo era el sistema de jurados y a qué nos estábamos exponiendo. La elección del sistema de juzgamiento en la provincia de Buenos Aires está en manos del imputado, es el imputado el que elige el sistema de jurados. Entonces tuve una videoconferencia con toda la familia para explicarles que más allá de que uno pudiera poner la mejor buena voluntad había que llegar a unanimidad y eso era un riesgo de absolución muy alto. Pero además, traté, jornada tras jornada de estar cerca de ellos y volverles a reforzar la idea que estén preparados por si las cosas no salían porque lo que me indica mi experiencia es que los hechos tan terribles y tan traumáticos como los homicidios, las violaciones, pero los homicidios es muy claro, las víctimas indirectas, los familiares, sobre todo cuando son los padres con relación a los hijos, la energía de vida, la tienen luchando por la causa del juicio y es lo que los mantiene. Si el juicio no termina como esperan, se les derrumba la vida y yo pensaba en esos padres, que ya son personas que tienen años, digo yo, cometo un error técnico, no me doy a entender, no soy lo suficientemente persuasiva en el buen sentido, digo desde la convicción cualquier cosa que yo pueda fallar, el golpe para la vida de esta gente, no tiene capacidad de recuperación.

¿Siguen en contacto?

—Actualmente nos seguimos en redes y los papás de María Luján volvieron a andar en bicicleta, son ciclistas. Ellos postean que pasó el huracán y ahora pueden volver a tener una vida, es muy emocionante.

¿La primera sensación cuál fue?

—Alivio. Porque yo me preguntaba antes del juicio… esta gente va a poder seguir, va a poder seguir su vida, no va a quedar congelada y muerta con Luján el 4 de febrero de 2019.

No es normal que se ovacionen fiscales. Usted tuvo dos en este juicio ¿Qué le paso a Victoria funcionaria y que sintió Victoria ciudadana?

—Como fiscal, la satisfacción de deber cumplido. Esa ovación no fue para Victoria Huergo, fue para todos los que me ayudaron en este juicio, el personal de la fiscalía, los estudiantes de derecho que restaron horas de su vida personal para ayudarme ad honorem. La gente que veían al lado mio trabajar sin descanso son mis alumnos de la facultad. Los power point son horas de gente que obviamente yo no tengo plata para pagarle gente que se vio sensibilizada por el caso y sumó los suyo. Estuvieron encerradas probando el nudo, probando esto, probando lo otro. Estudiando la escena de descubrimos un montón de cosas mirando las fotos. Estuvieron ayudándome. No me sentí orgullosa de mí en términos personales, esto es una cuestión de equipo, hay muchísima gente atrás que tal vez no le conocemos los nombres. Todo ese apoyo es nafta súper para los fiscales, ese resultado tiene que ver con un montón de personas que pusieron todo para que salga bien.

¿Qué significó esa causa?

—Como profesional me sacudió. Para mí inolvidable, es un antes y un después en términos de cercanía con la gente. Es volver a entender que un fiscal no es un funcionario público de escritorio, un fiscal es el representante de la sociedad que está ahí que tiene pulso, que esperan que te les acerques y que de la fusión de la gente con nosotros que somos más profesionales salen cosas mejores, porque el apoyo de ellos me hizo mejor profesional y el apoyo que yo les di con esto de que te decía de las reuniones algún modo les bajaba un poco la ansiedad en este compás. Fue muy emocionante.

¿Qué le dijo la hija de la víctima cuando se abrazaron?

—Terrible. Se me pone piel de gallina. (Silencio, contiene lágrimas) Yo soy mamá. Y soy mujer. Entonces este tipo de causas donde se involucran nuestras cuestiones a uno además desde lo profesional te tocan desde lo personal, esa nena tiene ahora 17 años. Yo tengo una hija de 22, tengo un hijo de 19. Esto que le pasó a Luján le puede pasar a cualquier mujer porque todavía la violencia psicológica no se la dimensiona. No sabemos el calvario que pasó. Esa mujer y la ceguera en la cual está la sociedad. Las películas románticas y las películas cuentos de Disney han matado a más mujeres que los femicidas.

¿Cómo es eso?

—Porque nos han hecho incorporar una idea del amor terriblemente peligrosa. Ese príncipe de los cuentos que supuestamente se enamora al solo ver la princesa y que la ella sea llevada a la torre del castillo y que la cuida y la tiene ahí. Eso es lo más peligroso que le puede pasar a una mujer porque no hay nada de normalidad en eso y hay todo de psicopático, entonces de repente aparece un Villa que se enamora súbitamente de Luján y que le empieza a llevar osos y tortas a la escuela, que es tan buena persona que la lleva y la trae, ella no necesita hacer nada porque él va a supermercado y él hace todo eso, eso es patológico, no es normal, no está bueno, entonces que la sociedad de repente frente a esos escenarios diga no. Dicen “si Luján esta bárbara, está con este que la recuida, están todo el día juntos no se separan”. Eso es dejar a una mujer sin voluntad. Lo explicó perfecto la psicóloga, el impacto en una mujer cuando le recortan primero sus vínculos sociales, cuando recortan sus vínculos personales familiares, cuando después van por su trabajo, esa mujer no tiene a quien recurrir. Y nadie puede salvarlas a tiempo porque nos compramos el cuento del príncipe azul. Es muy fuerte y eso se tiene que caer, por eso es importante que se visibilice la violencia psicológica, que se cambien los conceptos del amor, que se establezcan relaciones de pareja en términos de igualdad.

¿Qué síntomas marcan que algo anda mal en una relación de pareja?

—Empiezan a controlar, leen los celulares, preguntan a dónde van, por qué, a qué hora vuelven. Lo que viene después es la violencia psicológica que es tan invisible. Este tipo de hombres hacen líos terribles al principio de la relación. Después ya te pusiste el policía mental, ya tenés el chip, ya es el reflejo pavloviano porque ya no querés tener líos tener gritos o ya no querés tener cuestionamientos, entonces te vas a autolimitando. Entonces este policía mental que se instalan las mujeres para no tener lío con su pareja es el principio del fin porque el resto del mundo dice “pero si es un santo el marido no le dice nunca que no ella es la que no quiere”.

¿Cómo se los detecta?

—En general son personas con doble cara. Socialmente son impecables. Entonces para la sociedad son señores. Es tan engañosa la violencia psicológica, engaña tanto que si no estamos todos atentos, le puede pasar a un hijo, a una hija, a un hermano. No tiene que ver con clases sociales, pues aparte como ni siquiera se tienen que ensuciar las manos, si vos le socavaste la autoestima hasta que esa persona, esa mujer se sintió que no vale para nada y ni siquiera se siente capaz de seguir haciendo las cosas que venía haciendo, es devastador.

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