En los últimos días, el tribunal que juzga los crímenes de lesa humanidad cometidos en las brigadas de Lanús, Avellaneda y Banfield recorrió el Pozo de Banfield junto al sobreviviente de la denominada Noche de Los Lápices Pablo Díaz y jóvenes que nacieron en ese lugar. En esa inspaección, por primera vez se pudo descender al sótano en el que se cree que fueron asesinados los estudiantes secundarios secuestrados en 1976 en La Plata. En ese marco, las víctimas realizaron un fuerte pedido para que los jueces que revoquen las prisiones domiciliarias de los represores.
“A los chicos los drogaron y les pegaron el tiro del final acá”, dijo Pablo Díaz, mientras protagonizaba una recorrida por este lugar repleto de pequeñas celdas sin ventilación ni iluminación. También estuvieron presentes los tres integrantes del Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata –Ricardo Basílico, Walter Venditti y Esteban Rodríguez Eggers–. Además, el subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, Marta Ungaro -hermana de Horacio, también desaparecido-, y Teresa Laborde -hija menor de Adriana Calvo, nacida mientras trasladaban a su madre hasta este lugar-, entre otras personas.
Díaz, los jueces, los familiares y los abogados ingresaron por el mismo portón por el que entraban los autos de los grupos de tareas durante los años del terrorismo de Estado. Pablo Díaz y Marta Ungaro hablaron del sonido característico del metal crujiendo contra el cemento. “Ay, es el ruido del que hablaba mi mamá”, dijo Martina Laborde -hermana mayor de Teresa- que entró con ellos, según publicó el diario Página 12.
Después del playón, el exalumno de la escuela La Legión, se 12 y 60, guió la inspección hacia el último paredón del lugar que hasta 2006 supo albergar dependencias de la policía provincial –que fue desafectada gracias a los reclamos de la multisectorial Chau Pozo–. Contó que los llevaban hasta ese rincón para hacerles simulacros de fusilamiento. “La gente gritaba ‘viva el ERP’ o ‘viva Montoneros’ y ahí la identificaban. Yo lo único que pensé fue ‘me mataron’”, les dijo a los jueces.
El recorrido siguió después por el sector de las celdas y de los baños, donde Díaz relató los abusos que sufrían particularmente las prisioneras. “La justicia tardó mil millones de años en hacer justicia”, dijo Martina Laborde. El pedido se remarcó más de una vez: quieren que cesen las prisiones domiciliarias de quienes están detenidos.
"Pedirles con todas las fuerzas que cesen los arrestos domiciliarios", reclamaron los familiares de desaparecidos. "Ellos saben dónde están los bebés desaparecidos, y los tienen cómodamente sentados en sus casas". "Tienen la responsabilidad de cesar el arresto domiciliario ante la Historia. La justicia tarda, pero cuando llega es un poquito de justicia", repitió Marta Ungaro.