La misteriosa persona que puso a la venta por Mercado Libre los lentes que usó el cuádruple femicida platense Ricardo Barreda hasta el momento de su muerte en un geriátrico el 25 de mayo de 2020, salió a la luz y reveló que ya recibió más de 20 ofertas por el polémico objeto. Aunque algunas fueron en broma, varios compradores se mostraron interesados en obtenerlos pero ninguno alcanzó la millonaria cifra que el hombre quiere por los anteojos del asesino.
Las características gafas del cuádruple femicida salieron a la venta a un precio desorbitante de 25 millones de pesos. "He recibido amenazas por vender los lentes. No puedo decir la cifra que más se acercó", declaró el vendedor, que prefirió mantener el anonimato, pero adelantó que se los quedará "si no ponen 25 millones de pesos".
En la conversación que el femicida tuvo con su amigo, compartida por Infobae, Barreda explicaba el motivo de su regalo;
—Te los regalo porque cuando me muera vas a poder venderlos y van a salir guita. Es un regalo. Acá están todos locos. Llegaron a vender remeras y tazas con mi nombre.
El odontólogo platense no se equivocaba y, aunque todavía no alcanzaron la suma pretendida, sí quedó demostrado que hay gente dispuesta a pagar por ellos.
En los Estados Unidos es algo común: se venden por la web, objetos de asesinos famosos. Desde cartas, ropa y dibujos hasta una galleta mordisqueada por Charles Manson, entre otros polémicos objetos.
Barreda, que murió el 25 de mayo de 2020, a los 83 años, en un geriátrico de José C. Paz, también le regaló antes de fallecer dos camisas y un pantalón a una amiga para que los vendiera. El marketing alrededor del salvaje cuádruple femicidio llegó a ser amplio: en los años posteriores a lo sucedido se llegaron a vender desde remeras hasta tazas, gorros y calcomanías. El abanderado de esa movida fue un hombre anónimo que creó la web maestrobarre-da.com. Allí publicó un alegato a favor del odontólogo, honró al asesino como si fuera un santo y vendió pines y escudos con la imagen del asesino.
Barreda falleció solo y abandonado. Nunca se arrepintió del asesinato de sus dos hijas, su esposa y su suegra en un brutal crimen que sacudió no solo a La Plata sino a todo el país. Apenas lo visitaba un periodista a quien, en sus pocos momentos de lucidez, le contaba su vida.
