El ahora exitoso dibujante sostiene que no todo fue un camino de rosas. "Estudié arquitectura pero no era para mí, igual me encanta. Me ponía a dibujar cualquier cosa. Fui al cine a ver El Jorobado de Notre Dame y Tarzán y dije 'quiero hacer esto'. Ahí supe lo que tenía que hacer de mi vida", recuerda. Así, sentado en una butaca del cine, tuvo su gran iluminación: "¿Te pasó alguna vez?, esa sensación de que una parte tuya pelea con eso, aunque sabés que igual va a terminar pasando", pregunta.
Su idea se convirtió en un proyecto de vida y estudió animación en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda. En 1999 llegó la gran llamada del destino: "Tuve la posibilidad de irme a EE.UU. así que termine la carrera libre", explica el dibujante. Nicolás dice que tuvo la suerte de que sus padres lo apoyaran en todo porque están "adelantados una o dos generaciones". "Siempre nos ayudaron a mí, a mis hermanos y a mi hermana a seguir lo que amábamos", cuenta y agrega: "Todos te dicen seguí tus sueños, pero nadie te explica el esfuerzo que lleva, hay que actuar sobre eso. No es lo mismo un sueño que una fantasía. Los sueños llevan esfuerzo diario”.
"NO ES LO MISMO UN SUEÑO QUE UNA FANTASÍA"
En suelo norteamericano y con 20 años comenzó su posgrado en animación y pintura en la prestigiosa Academy of Art University, en San Francisco, California. "Tenía un trabajo chiquito en la facultad, llevaba café, hacia fotocopias y posters... workscholar le dicen. Di clases de español, de Photoshop y pinté murales", remarca. Nicolás cuenta que vendió todos sus trabajos prácticos de la facultad para sustentarse y sostiene que a la distancia, el apoyo emocional es fundamental porque lo mantuvo anclado en su objetivo: "Hablaba mucho con mi papá por Messenger y me acuerdo que me dijo ‘hay veces en la vida que tenés que ajustar el cinturón, esta es una de ellas’, uno de los tantos buenos consejos que me dieron, tanto él como mi mamá”, recuerda.

En el 2002 se recibió con honores, como segundo mejor promedio de una camada de 750 jóvenes. Hoy en día es el director de las carreras de Desarrollo Visual y Animación Tradicional en la misma universidad. Sus padres fueron sus grandes impulsores. "Mi mamá me llevaba de chico a aprender inglés y yo lo odiaba. Ella me decía ‘ya me lo vas a agradecer’ y cuando vine acá me di cuenta que me manejaba con el idioma. Al principio no me entendían nada porque hablaba rápido, me decían que cortaba palabras. Hablaba un inglés con la velocidad del español", señala.
Su perseverancia y la contención familiar lo mantuvieron firme mientras veía peligrar su sueño tras las primeras cinco cartas de rechazo de los mayores estudios del mundo. La respuesta de Walt Disney Feature Animation a su postulación está arrugada, como si en aquel momento en el lejano 2002, Nicolás la hubiera hecho un bollo para descargar toda su frustración acumulada. "Esa carta de rechazo me llegó luego de las de Cartoon Network, Warner, Blue Sky, Dreamworks y Nickelodeon. La última fue la de Disney, cuando vi el sobre ya sabía lo que decía adentro, la abrí y la tiré con una bronca que no te podés imaginar. Después me compuse y la agarré y pensé: ‘algún día esto lo voy a usar’", rememora.

Desde su egreso Nicolás se dedicó a trabajar como animador, diseñador de personajes, escultor y desarrollador artístico visual para películas y videojuegos y su ansiada oportunidad finalmente llegó. "Empecé a trabajar para Walt Disney Studios a los 3 años que me recibí. La carrera de un diseñador para cine es muy parecida para todos, se tarda en entrar en un estudio grande. Yo entré a los dos años, había pasado lo de las torres gemelas y por la economía de EEUU y la recesión, Disney había dejado ir a 700 animadores y nosotros competíamos contra todos ellos y sus carpetas de trabajos enormes", explica mientras relata con voz fuerte la inestabilidad de los primeros años en el extranjero.

"SIN PAUSA PERO SIN PRISA"
Nicolás dice que siempre fue ansioso, lo único que lo calma es dibujar y pintar. "Siempre me pareció que el trabajo es muy importante, pero llega con esfuerzo, dibujé hasta 16 horas por día. La obsesión era dibujar todo el tiempo”, cuenta. Su desembarco en la compañía del ratón lo catapultó y expandió su carrera. Desde entonces trabajó en el diseño de personajes de la película Tinkerbell -Campanita, la compañera de Peter Pan- como parte del equipo de desarrollo visual, que es el que se encarga de "diseñar todo lo que hay en una película, su arquitectura, lo que aparece en lugar de la pantalla verde donde se filma".
Tras algunos años la Universidad de San Francisco le ofreció trabajo y él se dedicó a dar clases y a plasmar sus ideas en papel durante sus recreos libres. "Yo además quería trabajar como autónomo e ir más allá", explica sobre los inicios de su productora, Red Clover Studios; y su primer corto: Pasteurizado. Entretanto consiguió trabajos esporádicos en Amazon Studios y Warner: "Quizá tenía un trabajo por año pero en estudios grandes. Me gustó esa dinámica porque me permitía trabajar en lo mío, me dio el lujo de la opción, de elegir en qué proyectos quería trabajar. Yo elegía los proyectos y sacrificaba pagos, prefería ajustarme y hacer cosas que me gustara", explica el dibujante.
Dice que tardó varios años y muchos proyectos en llegar a "estar cerca de donde quería". Su filosofía es que hay objetivos que nunca hay que alcanzar, a los que solo "hay que apuntar y seguir". Nicolás quería ser reconocido como diseñador de personajes y director de animación y lo logró, pero -según sus palabras- le costó "sangre, sudor y lágrimas".
A lo largo de los años, el amante de los pinceles que hizo presentaciones en la productora Dreamworks, en la compañía Apple, en el Sidney Opera House y en muchas universidades sudamericanas y europeas; sostiene que conseguir cosas sin sacrificio no es posible: "Así le digo a mis alumnos. Nosotros dibujábamos 16 horas por día sin parar, el arte es esfuerzo y sacrificio".
LA CASA DE COLORES, EN LA CIUDAD DE LA PLATA
La Casa de Colores es un corto emocionante que difunde un fuerte mensaje de inclusión y amor. Margarita es una nena platense que ve un programa de televisión en un orfanato y su imaginación lo transforma en una especie de circo de juegos eternos. "Lo más importante es cómo algunas personas te hacen sentir y la impresión duradera que te dejan", relata la niña cuando su madre decide llevarla a visitar un hogar coronado por los frondosos tilos platenses.
El imaginario platense del dibujante quedó inmortalizado en esa animación en la que aparecen desde los tilos hasta un micro de la línea 307 y los añejos carteles de las calles de la ciudad. "11 y 53 era cerca de la casa de mis abuelos, me fascinaban los árboles", explica el joven artista que se inspiró en sus propias vivencias y en su amor por La Plata para realizar el trabajo que le valdría un amplio reconocimiento.
Nicolás dice todos sus cortos tienen un sentimiento especial: "En Nieta la persona del final es mi abuelo. Me inspiré en una foto vieja de él con mi mamá". El corto transcurre en apenas unos pocos fotogramas y fue estrenado en el Festival de Cine de Cannes en 2014 y emocionó a todos: "Se me acercaron varias personas llorando", recuerda.

Sus ideas se alzaron con premios en los festivales de cine más importantes del mundo y bajo los más estrictos procesos de selección, como quedar seleccionado entre más de 800 cortometrajes de los que solo se premia a una veintena. Nieta ganó el Festival Internacional de Cine de Toronto para chicos en 2015.
Para Nicolás el dibujo es una pasión pero viene de la mano del esfuerzo y el cansancio extremo. "Tenía una lista de canciones que me ayudaban a levantar: los dos relatos de Víctor Hugo del gol de Diego (Maradona) a los ingleses y el relato de cuando salimos campeones ganándole la final a Boca", cuenta entre risas.
La diferencia horaria no es impedimento para que hable con emoción de su trabajo y explica que en el mundo del cine se llama "huevo de pascua" a las pequeñas pistas que aparecen en los fotogramas y que llevan a otras cosas, sus cortometrajes están plagados de ellos y todos los personajes aparecen en otras de sus obras e incluso hay muchas cosas escondidas de Estudiantes, el club de sus amores. Dice que solo hay que mirar con atención.
EL LEÓN EN UNO
Todo surgió de una visión integral que tuvo en un rato de ocio, que para un apasionado como él supone creatividad e ingenio. "Cada tanto hago dibujos para mí y hace dos años se me ocurrió diseñar una camiseta suplente, se la mostré a un amigo que está en el Museo de Estudiantes y él me puso en contacto con el estudio encargado de la gráfica del club", recuerda.
Con el visto bueno de la dirigencia del Pincha, se armó la estructura y comenzó el fantástico proyecto que terminó con un león formado por líneas y figuras geométricas, con los colores emblema. "Pinté el mural en un par de días, con la ayuda de los chicos que pintaron las copas afuera del estadio y está sobre 1 y 55. En ese lugar era donde nos juntábamos con mis amigos a ver los partidos en la cancha vieja, cuando teníamos 15 años. Íbamos siempre ahí, justo donde entrabas. Me acuerdo de los tablones como si fuese hoy", explica Nicolás, que también logró plasmar un homenaje a sus abuelos en las paredes del club albirrojo.

Dice que hoy en día está trabajando en el tráiler de la primera película de Red Clover Studios, Los Ases y que si se mira con ojo fino un personaje ya apareció antes en uno de sus cortos. Además, está en medio de la promoción de su último trabajo, On/Off, que se estrenó en el festival de Los Ángeles LA Shorts Fest y ya se alzó con 138 premios. La lista de proyectos no se termina y lo que comenzó como una fantasía infantil se transformó en una realidad adulto con mucho esfuerzo y perseverancia.