Aquellos a los que el COVID-19 los afectó de manera severa y debieron ser internados, sostienen que además de luchar contra el virus debieron aprender a convivir con la soledad que genera el aislamiento.
Aquellos a los que el COVID-19 los afectó de manera severa y debieron ser internados, sostienen que además de luchar contra el virus debieron aprender a convivir con la soledad que genera el aislamiento.
Teniendo en cuenta esto, una enfermera brasileña pensó en un paliativo para calmarlos: lleno dos guantes de látex con agua tibia, entrelazados y les envolvió la mano para que sientan que alguien los está apoyando.
Fue el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Ghebreyesus, quien lo contó en Twitter, y publicó: “No hay palabras que puedan expresar mi admiración por los trabajadores sanitarios en primera línea de esta pandemia y las increíbles formas que están encontrando para consolar a sus pacientes. ¡Hay tanto que debemos aprender de ti para ayudarlos y protegerlos!”.
La ingeniosa solución a la sensación de soledad fue ideada por Lidiane Melo, una enfermera de terapia intensiva del Ilha do Governador, de Río de Janeiro. Según especificó la mujer , todo empezó con una paciente que no se dejó sedar. “Solo dijo que no podíamos dejarla morir, que tenía dos hijas y dos nietas, que cuidaba a su familia. Me pidió que la tomara de la mano. Le dije que no podía, que tenía otros pacientes que atender, pero que iba a hacer algo. Se calmó, me dijo que sentía que le estaba cogiendo la mano y le dije que no era la mía, que pensara que era la mano de Dios, que le iba a ayudar a salir de allí”, detalló la enfermera.
Cabe remarcar que esta historia de Melo se viralizó y recorrió el mundo y de esta simple forma muchos enfermeros y enfermeras intentan sostener a sus pacientes tanto física como espiritualmente.