El IFE fue una de las primeras medidas lanzadas por el Gobierno argentino para ayudar a las miles de personas que se vieron afectadas por el parate económico que causaron la pandemia y la cuarentena. La exitosa medida será reeditada, pero ya se evalúa la necesidad de limitarlo para reducir su impacto sobre las arcas fiscales.
El Ejecutivo ultima los detalles para realizar la última presentación del pago, pero ya se anticipó que el universo de beneficiarios será muy inferior a los de las tres ediciones anteriores. Fuentes oficiales confirmaron a La Nación que solo 2.500.000 de personas recibirán el bono de $10.000, lo que implica una reducción de más de 6 millones de favorecidos.
Quienes podrían seguir cobrándolo serían los jóvenes de 18 a 25 años, el grupo más golpeado por la falta de trabajo que causó la crisis económica acentuada por la pandemia; y las mujeres jefas de hogar sin empleo ni ingresos. De esta manera, quedarían afuera las personas que cobran la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Asignación Universal por Embarazo, los monotributistas de las categorías más bajas y el personal de casas particulares.
En el Gobierno aseguran que la economía comienza a funcionar, por lo que el bono podría empezar a desaparecer y es que cada cuota del IFE costó 85.967 millones de pesos. Con este recorte, el pago representaría unos 28.000 millones de pesos, una sensible reducción para las arcas públicas.

"La idea es que desaparezca", explicaron fuentes del Gobierno en ese sentido y es que, según entienden, la economía comenzó a dar sus primeros signos de recuperación, por lo que paulatinamente debería dejar de ser necesario. El IFE se ideó para evitar el colapso de la franja más vulnerable de la sociedad y según los datos de la ANSES, que lidera Fernanda Raverta, casi 5 millones de los beneficiarios son mujeres, mientras que el rango etario en donde más se concentraron los beneficios es entre los 25 y 34 años.