“Lamentablemente tengo malas noticias, no hay un lugar en La Plata para que los vecinos lleven las pilas usadas, es un problema a nivel nacional”, afirmó a 0221.com.ar el subsecretario de Gestión Ambiental local, Germán Larrán. La pregunta se repite año tras año y la respuesta sigue siendo la misma. Si bien es cierto que existen leyes provinciales u ordenanzas para que los productores y vendedores se hagan cargo de este residuo electrónico, hasta el momento no hubo una iniciativa importante para tratar las pilas gastadas, las cuales tienen materiales tóxicos capaces de dañar a la salud y al medio ambiente.
En el 2013, las autoridades de turno intentaron un fallido experimento y colocaron cinco contenedores para pilas y baterías en las plazas Moreno, Malvinas, San Martín, Italia y Parque Saavedra. ¿El resultado? Se terminaron desfondando producto de las pequeñas explosiones que se fueron generando al estar en contacto permanente. Por eso, una de las recomendaciones es ponerlas en envase de plástico con arena para evitar esta situación.
“Cuando estas están en contacto entre sí en una botella puede provocarse una explosión, por más que a al usuario no le sirve para su control remoto todavía contiene un poco de carga”, sostuvo el investigador del CONICET, Andrés Peluso. En ese sentido, explicó que “la pila está sellada pero con el tiempo hay pequeñas filtraciones de humedad y el zinc y el manganeso se pueden derramar causando un daño al medioambiente”.
El Doctor en Química forma parte de la Planta Piloto Multipropósito y Laboratorio de Servicios a la Industria y al Sistema Científico (PLAPIMU-LASEISIC) de la Facultad de Ciencias Exactas y la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires. El lugar está ubicado en Camino Centeario y 506 y solo funciona como un prototipo. Es necesario recalcar que en estas instalaciones no se reciben pilas ni se acopian, sino que funciona como un laboratorio de investigación y desarrollo que tiene como finalidad el cuidado del medioambiente.
“Con el dinero que nos otorgó la Provincia armamos una pequeña planta para tratar 100 pilas por mes. Se trata de un prototipo para replicar y la idea es que las distintas comunidades o municipios la puedan comprar para reciclar mayores cantidades. Solo producimos esto para demostrar para que el sistema sirve, no estamos funcionando continuamente”, aclaró Peluso.
En dichas instalaciones, las pilas son separadas por tamaño y se les hace un corte para separar el cartón, la carcasa metálica y lo que está dentro de ellas. Una vez que están abiertas, queda una sustancia muy similar a un barro negro, con compuestos químicos.
“De ahí se puede obtener un óxido de zinc, que puede ser utilizado para hacer cremas, y manganeso, se puede usar para el acero como aditivo para pinturas de color marrón y otro tipo de tecnologías”, detalló Peluso y añadió: “La Planta tiene ciento de funciones y no es todo el reciclado de pilas. Solo producimos esto para demostrar que nuestro sistema sirve”.

Al ser consultado sobre la Planta, Larrán afirmó que intentaron hacer una suerte de convenios para poner en marcha un plan efectivo para resolver este problema ambiental todavía están ultimando los detalles para obtener la habilitación del OPDS. “Hasta el momento el prototipo no tiene un registro de tecnología. La verdad que para nosotros hubiese sido buenísimo porque no conozco otros sistema mejor, hubiésemos puesto a trabajar a las cooperativas”.
El funcionario local recomendó a los vecinos que reduzcan el uso de pilas y, en caso de tener que descartarlas, el consejo es que las tiren de a una en la bolsa de residuos húmedos. No en la de color verde. “El CEAMSE tiene una cámara de relleno de seguridad, en el cual se degrada sin contaminar las napas. Ahí se realiza un tratamiento mecánico biológico que luego se separa y después se hace algo bioestabilizado”, puntualizó.
Sin embargo, Peluso opinó de una forma distinta y consideró que “eso es esconder el problema”. “Si vos comparás cuantos habitantes hay en la ciudad, hay diez pilas por habitante en promedio, si hay 40 millones. Por más que las tires de una la contaminación es inevitable”, agregó.

Al no tener una alternativa concreta para tratar este problema, otros ciudadanos optaron por guardarlas en un plástico más resistente y enterrarlas en la tierra para que, al momento que exista la tecnología para reciclarlas, las saquen y las lleven al lugar correspondiente para que sean tratadas. “Es un problema a nivel nacional, no tenemos una planta en el país donde la gente pueda ir y llevarlas. Muchas personas en Buenos Aires hacen colectas y las mandan a Francia o España, es algo costoso”, comentó Larrán.
Por su parte, Peluso aportó su punto de vista como químico y opinó que “lo mejor es exigirle a las autoridades que implementen un plan de recolección para que se realice un tratamiento efectivo”. “No hay ningún sistema oficial, porque se ve la cuestión económica pero no el beneficio que tiene para el medioambiente”, cerró el investigador en dialogo con este portal.