Este lunes, desde las 17, la plaza Moreno comenzará a teñirse de violeta por otro Ni una Menos. Miles de personas volverán a las calles a gritar contra la violencia machista, cuya expresión más brutal son los femicidios, lesbicidios y travesticidios. En la previa a la quinta movilización –que tendrá réplicas en todas ciudades del país- y en un contexto de precarización, distintas organizaciones e instituciones remarcaron que la necesidad de distinguir otros tipos de violencia, más allá de la física, que en el último tiempo comenzaron a denunciarse.
“La violencia física es la más fácil de detectar para las mujeres. Hay algo que es evidente: te mirás al espejo y está el moretón. Las otras son más difíciles de registrar, de darse cuenta que es violencia, pero están aumentando otros tipos”, asegura a 0221.com.ar Iara Vidal, que trabajó 10 años en la Línea 144 y aborda este tipo de problemáticas desde 2007.
En ese sentido, además de la que se ejerce sobre el cuerpo de la mujer, la Ley N° 26.485 reconoce otras cuatro violencias: la psicológica (que causa daño emocional y una disminución de la autoestima, para buscar controlar las acciones y decisiones de la víctima); la sexual (con o sin acceso genital, incluso dentro del matrimonio o de cualquier relación convivencial); la económica y patrimonial (el control de sus ingresos, la percepción de un menor salario sólo por su género, la limitación de los recursos económicos, la destrucción o retención de sus bienes y herramientas de trabajo); la simbólica (la que se ejerce a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales).
A su vez, pueden manifestarse en seis modalidades, según el ámbito donde se ejerza. Así se diferencian la violencia doméstica (ejercida por un miembro del grupo familiar, en cualquier espacio físico), violencia institucional (llevada a cabo por cualquier agente del poder estatal), violencia laboral (discriminación en su espacio de trabajo), violencia contra la libertad reproductiva (vulneración del derecho de decidir sobre el momento de quedar embarazada), violencia obstétrica(ejercida por el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos) y violencia mediática (publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación).

“Antes casi ni había llamadas por violencia obstétrica y ahora se comunican específicamente por eso, lo que es una novedad. Antes por ahí si empezabas a indagar en la historia de los partos, contaban una situación. Desde hace un tiempo que llaman para denunciar inclusive a médicos ginecólogos que abusaron a las mujeres mientras las revisaban”, detalló Vidal.
Según contó a este medio, lo primero que se hace ante un caso es la escucha para tener un diagnóstico de la situación: cuál es la “ruta crítica” de esa persona. Si es la primera vez que habla de la violencia que sufre, si ya lo contó en alguna institución, si hizo la denuncia en una comisaría y luego se retractó o si pidió una medida cautelar y no avanzó. Se evalúa el momento en el que está la víctima y se la asesora sobre cómo comenzar o seguir. “No todos los casos atraviesan el mismo momento, tienen el mismo proceso ni las mismas herramientas para hacer”, remarcó la secretaria de Posgrado de la Facultad de Psicología de la UNLP.

A su vez, la línea tiene derivación del 911. Cuando en la central policial detectan que es una situación de violencia de género, la envían directamente al 144. Además de los períodos que remarcó la fiscal Ruffino como los de más denuncias, Vidal señaló también fechas claves como Día de la Madre, del Padre y en algún momento hasta partidos de fútbol como Boca-River.
“Los días de marcha también explota el teléfono, como el 8 de marzo, el 3 de junio y el 25 de noviembre. Hay recrudecimiento. Había días que empezaban a subir los llamados de la nada. Entonces prendíamos el televisor y veíamos alguna denuncia, como la de Thelma Fardin”, agregó.

Vidal hizo hincapié en que cuentan con una planilla sobre el mal funcionamiento institucional. Tienen un registro de las irregularidades que se detectan en las instituciones a las que se acercan las víctimas a pedir ayuda: las mayores quejas vienen de la Comisaría de la Mujer o los juzgados.
Para las personas que quieren a acompañar a alguien que sufre violencia de género, o las mismas víctimas, recomendó: “Lo primero que decimo es acercarse a hablar con alguien. Puede ser con la médica de la salita, la maestra de los nenes. Lo primero es salir del silencio. Las situaciones de violencia se viven con mucho aislamiento, entonces se empieza hablando con quien sea para ver qué está pasando y qué quiere hacer con eso. Cuando una se aísla se pierde y es donde pasan las cosas más graves”.
LA INTERVENCIÓN DE LA UNLP
Flavia Delmas es Comunicadora Social, dirige la Secretaría de Género y el espacio de Intervención en Violencia de Género de la Facultad de Periodismo de la UNLP. Este espacio está conformado por un equipo interdisciplinario (especialistas en derecho, psicología, trabajo social) que acompaña, deriva y realiza seguimientos de casos, en el marco del Programa contra la Violencia de Género de la universidad.
El tratamiento de la denuncia es estrictamente confidencial, con previo consentimiento informado de quien denuncia. Si bien el espacio atiende en su mayoría casos que son de la universidad, también reciben pedidos por fuera. “La demanda es cada vez mayor”, aseguró la reconocida militante feminista, que acompañó a Marta Ramallo desde la desaparición de su hija Johana.
“Una vez que nos llega una denuncia, lo que hacemos es concertar una entrevista. En esa cita hay personas especializadas que realizan una escucha atenta y luego se conforma una estrategia de abordaje. Hay un seguimiento y acompañamiento para que puedan llevarla adelante. No ejercemos un tutelaje, consideramos que las personas son autónomas, entonces fortalecemos a las compañeras para que puedan profundizar sus autonomías”, contó.

Es a partir de la escucha en donde logran detectar los distintos tipos de violencia, que, si bien están tipificados en la ley, según Delmas nunca se dan puros y aislados, sino que suelen presentarse de manera “entretejida”.
“Para salir de la violencia es necesario, además de una mirada inter y transdisciplinaria, un abordaje de redes. No estar nunca sola y además no creen que las soluciones van a venir de un solo lugar. Suelen ser casos complejos, procesos a veces largos, que implican intervenciones que van más allá de la facultad”, destacó y sostuvo que los Espacios de Intervención en Violencia de Género de las unidades académicas aún no tienen presupuesto propio.